Los genes de Valters
Kristaps liquidó el partido liguero de Sevilla y recuerda la influencia paterna
En Sevilla saben cómo se las gasta Kristaps Valters. El letón descerrajó su fusil en San Pablo el pasado mes de diciembre y liquidó el partido de Liga Endesa en el último cuarto. Valters lleva en los genes la sangre del killer, la de su padre Valdis, internacional con la URSS desde 1981 a 1987, MVP del Europeo de 1981, quinteto ideal en 1985. Un mito en Letonia, el orgullo nacional en la época soviética.
A Valdis se le recuerda un triple para mandar a la prórroga la semifinal del Mundial'86 ante Yugoslavia. Con 54 años, es ahora un reputado analista deportivo en su país. No vendrá a la Copa pese a la insistencia de Kristaps. "Le dije que se viniera, pero tenía trabajo. Sí le he convencido para que venga a Málaga el mes próximo o el otro, quiero que vea el club, la organización, nunca estuvo", cuenta el base cajista, que sí estará acompañado en la grada por su novia y un par de parejas letonas, una que vive en Barcelona y otra que llega desde Vilnius. "Antes mi padre era muy duro conmigo, era mi entrenador. Es una leyenda en el deporte en mi país, quería que sacara lo mejor de mí, pero logró convertirme en un buen jugador, sólo puedo agradecérselo", relata: "Ahora es periodista deportivo, sale en la tele y escribe en un periódico. Es el mayor friki que conozco de los deportes. Sigue todo. Cuando digo todo es todo. Es fanático del Barcelona de fútbol, dice que no vio a ningún equipo jugar así de bien en ningún deporte. Pero también sigue Fórmula 1, deportes de invierno... Todo".
Valdis, número 10 a la espalda, bigote clásico soviético ochentero y muñequeras rojas, pasó los genes a Sandis (33 años), que juega en el VEF Riga, y a Kristaps, internacional desde los 18 y que ha tardado en llegar a un equipo de Euroliga, a la élite europea. Pero a los 30, disfruta de momentos como éste. "La Copa tiene mucho prestigio, más en España que en otros lugares. Veo que para todo el mundo es especial. Para mí y para el equipo también. Disfrutaremos y daremos un paso adelante para hacer lo mejor. Hay que llegar lo más lejos. Tenemos un equipo capacitado para ganar la Copa, seguro. Todo puede ocurrir", advierte el base letón.
"Es una competición para mostrar lo mejor. Para este momento estamos preparándonos durante seis meses, desde agosto. Tenemos que trabajar para poner la pelota en la canasta. Es muy importante para nosotros", dice Valters, que cuando se le cuestiona por su capacidad de decisión en los minutos finales, se encoge de hombros: "Sí, disfruto ahí".
Valters habla de sus pares hoy. "Calloway es un jugador top, Satoransky es un gran proyecto de futuro. Es un emparejamiento duro", augura el base báltico, que dice estar "muy feliz en Málaga". "A lo mejor le pediría más apoyo a la afición en los malos momentos. A veces no comprenden que lo pasamos mal. Lo cambiaremos, demostraremos que valemos", añade. Los genes le piden guerra a Valters en estos momentos de tensión. Su padre, ahí, era un maestro.
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