El bebé salvado por un cordón
El primer niño trasplantado con células madre de cordón conoce el banco andaluz y a los sanitarios que participaron en el proceso
Rodrigo tiene 15 años, usa vaqueros y un flequillo que le tapa parte de la cara. Es fan de la música heavy y lleva un videojuego de bolsillo. Es un adolescente más. Pero al mismo tiempo es especial. Es la demostración de que los avances científicos salvan vidas, de que el trabajo de cientos de personas a lo largo de todo el mundo vale la pena y de que la donación del cordón umbilical de muchas madres no cae en saco roto. Rodrigo fue el primer trasplante de células madre de sangre de cordón del banco andaluz, ubicado en el Hospital Civil. Se hizo en 1988. Aquel bebé hoy cursa cuarto de ESO, juega al tenis, hace su cama y aspira a ser juez.
"Hago tenis por afición y por hacer un poco de deporte. Quiero estudiar Derecho y ser juez", cuenta todavía algo abrumado por el reportaje. Le acompañan su padre, Francisco Ortiz; su madre, María del Mar García; y Samuel, su hermano. En torno a la mesa están también Antonieta Galeote, la técnico de laboratorio que procesó el cordón umbilical que le salvó la vida; Isidro Prat y María del Carmen Hernández, los hematólogos que llevaron aquella sangre a Barcelona para que le hicieran el trasplante en el Hospital Vall d´Hebron.
Ayer la familia conoció las instalaciones del banco autonómico y al equipo que hizo posible aquel trasplante. Y los profesionales conocieron a Rodrigo, un chute de motivación para seguir trabajando. Porque a aquel trasplante le han seguido 317 más, 317 historias como las de Rodrigo.
"Yo le agradezco a esa madre que donó aquel cordón. Esa madre trajo dos vidas al mundo. La de su hijo y la del mío. Entonces, mi hijo se moría y mira, tiene 15 años", decía María del Mar emocionada. Francisco añadía: "El cordón da vida a un niño y puede dar la vida a otro más. Nuestro hijo es la prueba". Una trabajadora del banco tenía los ojos rojos. Se notaba que se había emocionado. Samuel, de 9 años, pregunta con desparpajo a María del Carmen Hernández que fue clave en aquel proceso:
-¿Es verdad que tú ayudaste a mi hermano?
-Yo fui un granito de arena, replica la doctora con modestia. Su tratamiento sumó muchos eslabones, empezando por la madre que donó el cordón. Rodrigo nació con una inmunodeficiencia severa combinada. Es decir, sin defensas. La más mínima infección podía matarlo. Por eso fue un niño-burbuja, tuvo que vivir más de medio año en una cámara de aislamiento especial para que los microbios no lo derrotaran.
Nació el 19 de enero de 1997. Mientras su madre le dio el pecho, su enfermedad pasó inadvertida. Pero luego empezaron las infecciones que a punto estuvieron de matarlo. La familia, sevillana, vivía entonces en Orense. En torno a junio de 1997 empezó el peregrinar de hospitales. Orense, Sevilla, Barcelona... Finalmente fue diagnosticado en el Vall d´Hebron. Entonces el tratamiento con células de madre de sangre de cordón umbilical estaba iniciándose en España. Los profesionales encontraron una unidad compatible donada por una mujer en el Materno y almacenada en el Banco Andaluz de Sangre de Cordón Umbilical, con sede en Málaga.
Isidro Prat, el director del Centro de Transfusión Sanguínea, explica que la médula ósea con la que nació Rodrigo tenía un fallo. "El trasplante regeneró su médula ósea, le proporcionó las defensas que le hacían falta". Hernández acota: "Las células madre crearon un sistema inmunológico que no tenía". Cuenta su padre que Rodrigo está sano y que no necesita ir al médico. La madre apunta que ni se resfría pese a que a veces no se abriga lo suficiente.
Han pasado 15 años, pero la hematóloga aún recuerda el día de aquel trasplante. Fue el 3 de febrero de 1998. Desde principios de diciembre de 1997 Rodrigo vivía en una cámara de flujo laminar. Con el trasplante no se acabaron los problemas. Después estuvo muy grave por algunas complicaciones. Finalmente, el 9 de julio de 1999, tras más de un año de hospitales, Rodrigo obtuvo el alta. Luego vinieron dos años de controles. El tiempo ha demostrado que fue un éxito. "Éxito al máximo", acota Francisco.
Los padres van relatando la historia mientras recorren las instalaciones del banco y los profesionales les explican cómo se procesan los cordones umbilicales. En ese momento llega una donación hecha en el Hospital de Antequera. La técnico de laboratorio y la hematóloga les muestran los tanques en los que hay 23.188 unidades almacenadas. Son 23.188 posibilidades de vida para personas enfermas. La información técnica se entremezcla con anécdotas conmovedoras. María del Carmen Hernández cuenta que, como hay que preservar el anonimato en los trasplantes, los padres de Rodrigo le enviaron una carta de agradecimiento para que se la hiciera llegar a la donante. "Yo quería que aquella mujer supiese para qué había servido su donación", dice María del Mar. Y lo supo. La hematóloga se la transmitió. "Yo conservo aquella carta", reconoce la doctora.
Luego, Hernández explica a la madre que para donar los únicos requisitos son que la embarazada no tenga ninguna enfermedad transmisible y que lleve un embarazo controlado. Una vez que tiene al bebé y antes de que expulse la placenta, por gravedad, se recoge la sangre del cordón umbilical.
Aquello que en 1995 -año en el que se puso en marcha el banco autonómico- era un desecho, ahora salva vidas. En concreto, 79 enero a septiembre.
Sobre una de las mesas del banco está la foto de Rodrigo cuando era bebé. "Esa foto me ha estimulado en momentos de bajón", admite la hematóloga. Ahora Rodrigo le saca 15 centímetros. Ayer fue un día de abrazos, de besos, de emociones, de agradecimientos. Después la familia fue al Materno, a saludar a las matronas que extraen la sangre de cordón umbilical. Quizás Rodrigo no se dio cuenta, pero él ha sido una medicina para los profesionales que lo curaron; una inyección de ánimo para seguir trabajando por otros enfermos.
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