Una herencia 'envenenada'
La Junta de Andalucía exige 137.000 euros a dos jóvenes, uno menor de edad, por impuesto de sucesiones · Heredaron cinco viviendas pero no consiguen vender ninguna
Heredar puede ocasionar graves problemas económicos y llevar al borde de la ruina a los presuntos agraciados. Éste está siendo el caso de dos jóvenes malagueños, uno de ellos menor de edad, que están pasando un auténtico calvario porque la Junta de Andalucía les reclama 137.000 euros en concepto de impuesto de sucesiones y no tienen liquidez para hacer frente a ese abono.
La historia es la siguiente. Alejandro Rico y su hermano Jorge perdieron a su padre y a su madre, víctimas de dos fulminantes enfermedades, en apenas cuatro meses en 2010. Alejandro, de 27 años, era mayor de edad y su hermano, que entonces tenía 14 años, quedó al cuidado de su abuelo. "No esperábamos ese desenlace y mis padres no tenían hecho testamento, pero sí un documento de últimas voluntades en el que se decía que nosotros éramos los herederos", apunta Alejandro.
Su padre era constructor. Tenía una empresa a medias con otro socio que, según Rico, "ahora está paralizada" y había recibido como pago de las promotoras, en lugar de dinero, cinco viviendas en Sevilla, Granada y Málaga.
Esos inmuebles han pasado a ser propiedad de sus hijos. Nadie duda de que es una gran herencia, si bien en estos momentos es más un problema que un premio. La Junta de Andalucía ha reclamado a los herederos 137.000 euros como impuesto de sucesiones y los jóvenes no lo pueden pagar. La solución sería vender uno o dos inmuebles, pero en la coyuntura actual es casi imposible deshacerse de ellos. "Tenemos todos los pisos a la venta a la desesperada, pero no se vende ninguno", afirma Alejandro. Dos de ellos están alquilados, aunque la renta que obtienen, teniendo en cuenta que de ahí hay que descontar el Impuesto de Bienes Inmuebles y otros costes, no les llega.
Alejandro trabaja como profesor en Murcia y cobra 1.600 euros al mes. Su hermano está estudiando y recibe una pensión por orfandad de 172 euros mensuales. Tras exponer su situación a la Junta de Andalucía han conseguido que le amplíen a tres años el tiempo para pagar esos 137.000 euros. Sin embargo, eso no ha supuesto un alivio especial ya que tienen que abonar 3.800 euros mensuales. Alejandro debe pagar 2.723 euros al mes y a su hermano, menor de edad, y a su abuelo, como tutor, la Junta le reclama el resto. "Nosotros no tenemos dinero para pagar eso. Tenemos casas, pero no tenemos liquidez", señala agobiado el mayor de los hermanos, quien ha tenido que pedir ayuda al resto de familiares.
Han realizado un primer pago pero no tienen capacidad económica para seguir haciendo frente al coste cada mes. Han buscado a un abogado, Juan Ignacio Domínguez, pero hay poco que hacer. Este letrado señala que la ley es así -el impuesto contempla un gravamen del 7,65 al 36,5% en función del patrimonio que se herede- y advierte que, si no se hacen los ingresos, la Junta de Andalucía pone un 20% de recargo e intereses de demora. Posteriormente se declararía el embargo de la nómina de Alejandro y, en último lugar, del inmueble ya que el Gobierno regional prefiere dinero líquido a viviendas.
Fuentes de la Junta de Andalucía destacan a este diario que, aunque el Impuesto de Sucesiones está en plena vigencia, "se ha avanzado en los últimos años y se está estudiando cómo mejorarlo". Desde el gobierno autonómico subrayan que el 80% de los herederos ya no tributan por este impuesto, pues solo lo hacen aquellas personas que reciben un patrimonio superior a 175.000 euros. En un principio el mínimo era de 15.000 euros, posteriormente pasó a 125.000 euros y desde 2010 se ha fijado en esos 175.000 euros. También destacan que, en el caso de viviendas, se contabiliza el valor catastral, que es inferior al de mercado.
"No tiene razón de ser. Tenemos el marrón de perder a nuestros padres y encima nos encontramos con esto. Ahora entiendo por qué la gente se tira por el balcón y se suicida", lamenta este joven, al que le duele sobremanera que le exijan 1.000 euros al mes a su hermano y su abuelo cuando uno está estudiando y el otro está jubilado. Un herencia envenenada que se une al dolor de quedarse huérfanos en un mismo año.
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