El triunfo de Belén, una heroína moderna
La Audiencia provincial de Málaga da la razón a una joven que quedó tetrapléjica hace siete años por un retraso en el diagnóstico y por no hacerle a tiempo una resonancia
Con apenas 20 años la vida de Belén Higueras y de su familia quedó truncada para siempre por una tetraplejia que probablemente podría haberse evitado con una simple prueba diagnóstica. Siete años han pasado de aquel trágico episodio que le acarreó unas graves secuelas a las que cada día trata de hacer frente con una admirable entereza y una envidiable fuerza gracias al apoyo de una familia unida en la adversidad, y a la que la Justicia acaba de dar la razón tras una dura y amarga batalla judicial para tratar de demostrar su verdad. La verdad de una estremecedora historia con la que la propia Belén quiere evitar que algo así vuelva a repetirse.
"El dolor emocional y psicológico, más que el físico, que pasé sintiendo que se me iba la vida y que nadie me escuchaba es el que aún tengo grabado". Son las desgarradoras palabras con las que Belén, que ahora tiene 27 años, comenzó a narrar el calvario que vivió durante las casi dos semanas que el equipo médico de la Clínica privada Parque San Antonio de Málaga que la atendió tardó en diagnosticarle el quiste benigno que le estaba comprimiendo la médula ósea y que terminó por dejar paralizado de forma irreversible el 95% de su cuerpo.
La Audiencia Provincial de Málaga revocó hace solo tres días la sentencia que el juzgado de primera instancia número 7 de Málaga emitió el 29 de diciembre de 2011 y que se desestimó la reclamación civil presentada por la familia contra la clínica, la compañía de seguros Adeslas y Zurich como aseguradora del hospital, imponiendo además a la familia al pago de las costas procesales que rondaban los 180.000 euros y que les abocaba a una delicada situación económica. Ahora las dos primeras han sido condenadas a indemnizar a Belén con 455.398 euros, de los que la aseguradora Zurich deberá responder con 300.506 euros, y al hospital además a hacerse cargo de una pensión vitalicia de 5.000 euros mensuales para cubrir las atenciones especiales que precisa.
La familia, representada por el abogado Jesús Ferreira, respira aliviada. No era solamente una cuestión económica. La propia Belén fue la que pidió no emprender acciones penales contra la clínica ni la aseguradora: "No quería que ese peso cayera sobre mi conciencia, solo que mis padres tuvieran la libertad y tranquilidad que merecen porque en todo este tiempo han sido ellos los que me han cuidado y ahora sé que si me falta uno de ellos alguien me podrá cuidar".
Ese es el último capítulo de una historia que se remonta al 6 de febrero de 2006. Por aquella época, Belén estaba cursando un módulo de técnico superior de realización audiovisual. Estaba ilusionada, rebosaba vida, con cientos de proyectos por delante y dispuesta a disfrutar cada minuto después de haber superado con éxito hacía solo un año un linfoma de Hodgkin.
La felicidad de aquella joven estaba a punto de verse alterada por un dolor de cuello, que no pensó que fuera más que una tortícolis que achacó a "las tantas horas que pasaba en el ordenador". Pasaron seis días antes de que decidiera ir al citado hospital, que su padre por ser funcionario tenía adscrito en el cuadro médico en su póliza de seguro con la compañía Adeslas, y el diagnóstico inicial el 12 de febrero fue una cervicalgia. Antiinflamatorios, relajantes musculares, analgésicos y a casa.
Pero el dolor no remitía. Cada día iba a más y las visitas a las urgencias del centro hospitalario se repitieron hasta en dos y tres ocasiones diarias en los días sucesivos. "Empezaron a fallarme las piernas, apenas tenía fuerzas y no sentía la mitad de mi cuerpo", contó Belén tratando de recordar el dolor sufrido aquellos días". Tal era su debilitamiento que el día 18 de febrero, los padres tuvieron que solicitar asistencia domiciliaria porque no podía ni levantarse de la cama.
Ninguno de los médicos que la atendieron en todos esos días, según reconoce la propia Audiencia Provincial de Málaga en su fallo, emitió un diagnóstico acertado sobre la dolencia que incluso llegaron a achacar a una gastroenteritis, histeria y una neurosis conversiva, es decir, que era la propia joven la que se provocaba los síntomas a lo que no encontraron explicación en ese momento.
Lo peor que recuerda Belén de aquella pesadilla es "sentir que me moría y que nadie me creyera". Incluso cuando en la madrugada del día 19 de febrero ingresó de urgencia en la clínica Parque San Antonio por un globo vesical, que le estaba provocando retención urinaria y tuvo que ser sondada, "hubo médicos que pensaron que me lo estaba provocando yo, como si estuviera loca".
A partir de ese momento comenzó una carrera contrarreloj en la que cada minuto contaba para salvar la vida de Belén. Pero todo fue demasiado lento. Lo asegura el fallo de la Audiencia provincial al considerar que la atención que recibió Belén por el servicio de urgencias del hospital malagueño fue "ineficaz y adoleció de errores y retrasos en un diagnóstico, si grave, pero relativamente simple de hallar con la práctica de la resonancia magnética que el protocolo prescribía para su situación clínica al ser la única prueba eficaz y capaz de determinar la verdadera dolencia que la paciente sufría".
En aquel momento, los médicos que la atendieron aseguraron que la resonancia no se podía hacer en el centro porque la máquina estaba averiada, por lo que se le practicó un TAC de cráneo y columna cervical que no reveló su dolencia al tratarse de un tejido blando no perceptible más que con una resonancia. Los síntomas se agravaron por minutos y tuvo que ser ingresada en la UCI aquejada incluso de problemas respiratorios.
Pese a su gravedad, según la sentencia, y los signos de alarma por su situación, no recibió la atención especializada de un neurólogo por no haber un especialista para este tipo de patologías en el mencionado centro hospitalario. No fue hasta las 19:00 de la tarde del 20 de febrero cuando una ambulancia medicalizada la trasladó a un centro externo al Parque San Antonio donde le hicieron la resonancia en la que detectó un quiste que le comprimía la médula, ya muy inflamada y con isquemia por la compresión de vasos. Fue operada de urgencia en el hospital Carlos Haya de Málaga ya en la madrugada del 21 de febrero. Pero el daño era ya irreversible.
Con unos síntomas tan evidentes, el padre de Belén, Ángel Higueras, se queja aún de que "si la máquina de resonancias estaba rota tendrían que haberla derivado antes a otro centro porque nada de lo que le daban servía después de ir tantas veces a urgencias". También lo recoge así la Audiencia en su fallo al señalar que "la resonancia que permitió realizar un diagnóstico más completo supuso en su demora para la paciente una pérdida de oportunidad, al privarle de la expectativa de confirmar o descartar el diagnóstico de una lesión grave y, con ello, de ser intervenida a tiempo privando al paciente de oportunidad de curarse".
La familia de Belén presentó en el juicio tres dictámenes periciales de tres reputados especialistas que constataron la pérdida de oportunidad por demora injustificada en la aproximación diagnóstica, que "hubo desatención en los antecedentes inmediatos de la paciente en sus exploraciones, sobre todo, pasados nueve días acudiendo al hospital, cuando presentaba un cuadro persistente de cervicalgia aguda, con una evolución fuera de lo normalmente esperado y sin respuesta de los tratamientos cuando los signos hablaban de una causa orgánica".
Los especialistas que valoraron después a Belén coincidieron que si hubiese sido intervenida entre 24 y 48 horas antes los daños no hubiesen sido de tal calibre. Un trago difícil de digerir para una familia rota que tuvo que cambiar radicalmente su vida de la noche a la mañana y que se vio obligada incluso a cambiar de casa para poder atender a su hija como necesita.
Después del duro golpe, lo peor para esta familia fue tener que desplazarse a Toledo durante un año para que Belén fuera atendida en el Centro Nacional de Parapléjicos. Allí tuvo que empezar de cero porque, aseguró que cuando despertó "no podía tragar ni saliva y tuve que aprender a leer, a hablar y a comer de nuevo".
Su madre, Trinidad Garnica, cuenta que la experiencia en aquel hospital fue "dura", pero se trajo el recuerdo de "la gran familia que es aquello". Pero su verdadera familia tampoco los ha dejado solos en esta lucha. "Somos una piña y nos hemos apoyado todos", dijo emocionada.
Lejos de no superar aquel obstáculo que se empeñó en ponerle la vida, Belén es a día de hoy un ejemplo de superación, entereza y fortaleza increíbles que afirmó que nace de su familia porque "sé que si yo caigo mi familia cae también y no lo pienso permitir". Su principal motivación y apoyo es su única hermana Paloma, su princesa, que tenía apenas 9 años cuando ocurrió todo, y a la que dijo "quería dar una lección de que se puede seguir adelante".
Se mueve en silla de ruedas, tiene instalado un marcapasos diafragmático para poder respirar y cuenta con la ayuda de una asistente, gracias a la Ley de Dependencia, durante tres horas al día para las tareas más cotidianas. Pero eso no le ha impedido estudiar la carrera de Periodismo que está a punto de acabar, formar parte de la junta directiva de la Asociación de Lesionados Medulares de Málaga y contar sus vivencias en un emotivo blog Sintiendo la lluvia que le sirve como válvula de escape para expresar todo lo que ha ido acumulando dentro en estos años.
Sus retos no terminan ahí. Quiere montar su propia empresa de comunicación y hacer una página web que ayude a las personas con discapacidad "porque me he dado cuenta de que tienen una necesidad muy grande de comunicarse".
La vida le dio otra oportunidad que no está dispuesta a desperdiciar. Su lema es luchar mientras pueda, y su actitud, un modelo a seguir.
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