Emigrantes muy cualificados

Médicos, biólogos y otros profesionales con doctorados buscan oportunidades laborales y estabilidad en otros países La mayoría coinciden en que se sienten más valorados que en España Lo más duro, dicen, es vivir sin la familia, los amigos y el sol

Leonor García Málaga

13 de julio 2013 - 01:00

A mediados del siglo pasado, los emigrantes huían de la miseria de los pueblos, apenas si tenían la Primaria e iban a hacer trabajos poco cualificados en fábricas centroeuropeas. La emigración actual es de médicos, biólogos y un sinfín de profesionales con títulos de doctor que se quedaron en paro por la crisis o se hartaron de la precariedad laboral. Málaga, Andalucía y España están "perdiendo una generación entera de trabajadores cualificados", advierte Manuel Felices, de 42 años, cirujano que se fue de esta provincia para trabajar en un hospital de Göteborg (Suecia). Y hace un llamamiento: "En manos de todos -políticos, colegios profesionales y pacientes- está el parar esta sangría de profesionales".

Como muchos de los que han emigrado, se siente más valorado allí que en España. Pese a que echa de menos a la familia y los amigos, pone en la balanza lo bueno que le ofrece Suecia: "La posibilidad de crecer, aprender y subespecializarte. Los medios docentes a nuestra disposición son incomparables a los que hay en Andalucía. Los contratos son fijos y las guardias como máximo de 12 horas, junto a algo más de tres meses de vacaciones". Dice que no tiene pensamiento de volver y que incluso con su mujer baraja crear una familia, aprovechando las ventajas para conciliar la vida laboral y familiar que les da Suecia.

Otro médico, Gustavo Reque, ha emigrado a Dubai, en los Emiratos Árabes". Tenía una clínica familiar en Marbella, pero también optó por emigrar. Especialista en medicina deportiva, tratamiento del dolor y osteopatía, trabaja en una consulta privada de medicina deportiva en Dubai. Dice que sintió "vértigo" al marcharse a un país tan lejano y que los trámites administrativos para que le acompañe su familia son complejos: "El compromiso laboral es de dos años, con un sueldo donde la mayor parte depende de productividad; que nadie piense que en Dubai se regala el dinero". Relata que las condiciones laborales en España le hicieron mirar al exterior y que fue entonces cuando descubrió "un sinfín de oportunidades a nivel mundial".

Carolina Fernández es la más joven emigrante de este reportaje. Tiene 24 años y estudió Magisterio. Da clases de español para extranjeros en Essen (Alemania). No sabe cuándo habrá condiciones laborales en España como para poder volver. "Creo que me quedan algunos años en Alemania", sospecha. En la balanza pone lo bueno de hacer una experiencia profesional y aprender idiomas y lo malo del clima. "Alemania tiene dos estaciones; la del tren y el invierno", bromea.

Carolina Hoyo, de 35 años, también trabaja en Essen. Doctora en Biología, fue investigadora en el Hospital Civil. Ahora, en el Hospital Universitario de Essen intenta descubrir los mecanismos fisiológicos y moleculares que inducen a la depresión profunda. "Lo que está sucediendo en España es un drama a todos los niveles. En cuando a la ciencia, cuando por fin nuestro país estaba siendo considerado a nivel mundial por su producción científica, los recortes y la mala gestión nos están haciendo retroceder extremadamente rápido hacia la Edad Media científica", lamenta. Critica que profesionales altamente cualificados se vean forzados a emigrar para producir ciencia y tecnología en otros países y los que se quedan, a luchar contra la precariedad. Carolina investigaba y su marido trabajaba en energías renovables. "Ambos perdimos la base de nuestro sustento en un corto espacio de tiempo", cuenta. Como otros profesionales aclara que la emigración no es un camino de rosas. Por el choque cultural y la barrera idiomática, entre otras cosas. Por ello, se sumó a la Sociedad de Científicos Españoles en la República Federal de Alemania y participa en la elaboración de una guía para los recién llegados a ese país. Cuando se le pregunta sobre su regreso, señala: "Muy a mi pesar y según el panorama económico y laboral actual de España, por el momento no tengo pensamiento de volver".

Gianni García, de 34 años, otro doctor en Biología por la Universidad de Málaga (UMA) que se ha tenido que marchar al extranjero para buscarse la vida. En Málaga trabajó como investigador en la UMA. Ahora lo hace en la Swedish University of Agricultural Sciences. Investiga el papel de los mastocitos -células del sistema autoinmune- en ciertas infecciones y en la artritis. Entre lo mejor de Suecia pone que su trabajo es valorado. Entre lo peor, y no es original, la distancia de los seres queridos, el frío y la comida. Admite que ha contactado con algún grupo de investigación en Málaga para volver, pero aclara que su regreso está condicionado porque encuentre financiación para sus proyectos.

Patricia Chaves, también doctora en Biología, lleva en Suecia más de dos años y prevé completar 2013. Trabajó como investigadora en Málaga. Ahora está en el Laboratorio de Células Madre de la Universidad de Lund. "En España y especialmente en Málaga es muy complicado encontrar una oferta de trabajo y las que se ofrecen son con sueldos por debajo del mínimo español para un doctor. Por lo que escucho de mis compañeros [en España], se sigue reduciendo personal y jornadas laborales. Además, no hay atisbos de mejora".

Hace unas semanas, el Colegio de Médicos ofrecía una rueda de prensa para alertar de la hemorragia de facultativos que está sufriendo la provincia. Aportaba el testimonio de María Toro, que hace unas semanas hacía las maletas para irse a Suecia. Y el de Juan Toral, que ya se ha ido a Canarias y que cuando se le acabe el contrato emigra a Chile. La falta de convocatorias públicas de empleo y la precariedad, advertían desde la entidad colegial, están empujando a muchos profesionales a la emigración cuando se prevé que faltarán especialistas a la vuelta de unos pocos años. Doscientos médicos han emigrado en apenas dos años para buscar trabajo fuera de las fronteras españolas.

Elisa Matas, de 37 años, no es médico, sino doctora en Biología. También trabajó como investigadora en Málaga, pero ha acabado en el Netherlands Cáncer Institut de Amsterdam (Holanda). Estudia el mecanismo por el cual, en algunos casos, se produce la regresión espontánea de un tipo de tumor infantil. Su equipo ha identificado una proteína que podría ser la causa de ese retroceso y de la curación de los demás. Su "aventura holandesa" comenzó en 2009. Reconoce que su debut como emigrante fue duro. El choque cultural, el mal nivel de inglés y el clima húmedo, gris y frío no se lo pusieron fácil. "No voy a negar que el principio fue duro. Porque uno tiende a comparar lo que encuentra nuevo con lo que se deja atrás y no hay color. Eso me hacía añorar mucho a mi país". Pero ya, después de cuatro años, empieza a ver el lado positivo. "Además de haber más oferta laboral, los salarios son más altos que en España. Mi salario actual dobla el que recibía en España lo que me permite disfrutar de una mayor calidad de vida". En este tiempo ha descubierto que el sistema de salud en los Países Bajos es deficiente, que hay muchas ayudas para los profesionales que llegan -desde apoyo para la mudanza hasta para pintar la casa- y que los investigadores están mejor valorados que en España. "Trabajar aquí está siendo una experiencia profesional muy enriquecedora porque te permite crecer como científica; dispones de instalaciones y equipos de los que no disponemos en España o son escasos. Animo a cualquier científico español a la aventura de salir de nuestro país. Es toda una experiencia". Pero como malagueña, padece el clima holandés. "Pasamos del invierno al otoño y del otoño al invierno. El son brilla en contadas ocasiones y cuando lo hace, es con menos intensidad. Algo que parece una tontería, pero que afecta al estado de ánimo". Además, recuerda, reduce las posibilidades del ocio al aire libre, como tomar una cerveza o un café en una terraza. Piensa volver "algún día, con la maleta llena de experiencia". Pero de momento, reconoce que es difícil vivir lejos de la familia, de los amigos y "ver crecer a los sobrinos a través del Skype".

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