El consumo de cocaína decae pero proliferan nuevas drogas de imitación

Alertan de la aparición de sustancias comercializadas como sales de baño · La demanda de tratamientos de desintoxicación se ha incrementado un 20% este año

Celina Clavijo Malaga

16 de septiembre 2013 - 01:00

El análisis del mercado de las drogas se complica por la aparición de nuevos estupefacientes. Se trata de sustancias camufladas, es decir, productos químicos no controlados por el derecho internacional y diseñados para que emulen los efectos de las drogas ilegales ya conocidas. La mayor propagación, indicó a este periódico el director del Centro Provincial de Drogodependencias de la Diputación de Málaga, Juan Jesús Ruiz, se ha constatado en el caso de las denominadas legal highs (literalmente subidón legal).

Una sustancia que se comercializa en internet disfrazada como sales de baño, lo que permite a las empresas distribuidoras eludir los controles sanitarios y el peso de la ley. Se desconocen sus efectos a corto, medio y largo plazo, pero su consumo se está extendiendo progresivamente. De hecho, el 5% de los jóvenes españoles de entre 14 y 24 años reconoce haber consumido alguna vez este tipo de droga, según el último Eurobarómetro.

"Es un porcentaje significativo porque resultan muy potentes y suponen un riesgo para la salud. Surgen por la facilidad para acceder a ellas y por la falta de control que tienen, a diferencia de las drogas tradicionales, que son más predecibles", explicó el responsable del centro de drogodepencias, quien observa diferencias en cuanto a las tendencias. Así, se refirió al estudio Andaluces ante las drogas realizado por la Junta de Andalucía, cuyos resultados arrojan que en los últimos años se ha producido un incremento generalizado en el consumo de drogas, excepto en el caso de la cocaína y los tranquilizantes, que por el contrario han caído. El cannabis, sin embargo, se ha convertido en la sustancia más consumida.

Pero no solo el compuesto de cristales que emula a las sales relajantes musculares se está abriendo paso en el mercado de las drogas imitativas. La mefredona, conocida como miau-miau, también lo está consiguiendo. En internet suele anunciarse como abono para plantas y sus efectos secundarios son reveladores: coloración azulada o morada de los miembros, un posible estrechamiento de la aorta, sudoración abundante y taquicardia destacan entre los más relevantes. En su caso, puede generar al consumidor incluso una mayor dependencia que otras sustancias, dado que los resultados son menos duraderos.

El Informe Mundial sobre las Drogas de 2013, publicado el pasado mes de junio por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Omudd), refleja que a finales de 2009 se detectaron en todo el mundo 166 nuevos estupefacientes de este tipo, mientras que a mediados de 2012 ya se contabilizaban 251, lo que se traduce en un aumento de más del 50% en apenas tres años.

La demanda de tratamientos de desintoxicación ha experimentado en los últimos dos años un incremento del 20% en los cuatro centros de drogodepencias con los que cuenta la Diputación, según detalló su director. Pero además, en lo que va de ejercicio, el aumento ha sido del 11% respecto al anterior. "Estamos percibiendo que la droga que más incide entre los jóvenes es el alcohol. Hay que insistir en actividades de prevención porque la percepción de su riesgo es escasa", precisó el portavoz de la entidad.

Asimismo, el desempleo y la inestabilidad económica están generando, en palabras del presidente de la Federación Malagueña de Asociaciones de Drogodependencia, José Blanco, "recaídas en el consumo y vuelta a los inicios", que derivan a su vez en "sobrecargas de los dispositivos públicos y privados de atención". "Muchos de los pacientes reinsertados han sido los primeros en salir del mercado laboral y sufrir los efectos de la crisis ya que fueron los últimos en acceder a él. Están recayendo en la droga al no ver salida", aseveró Blanco, convencido de que "todo lo que sea no tener una actividad que ocupe al individuo provoca un comportamiento patológico que puede derivar en adicciones y delincuencia".

Unas 3.700 personas, según los datos aportados por el responsable de la federación, se encuentran actualmente recibiendo tratamiento en las asociaciones de la provincia de Málaga. El 50% de los casos corresponde al consumo de alcohol mezclado con cannabis, un 10% se refiere a la cocaína y el resto a las nuevas drogas que están proliferando.

Precisamente, el consumo simultáneo de varias sustancias, especialmente la combinación de medicamentos de venta con receta -como sedantes y tranquilizantes- junto a sustancias ilícitas, es otro de los aspectos que recoge el informe elaborado por la ONU. Una situación que ha llegado hasta los centros privados, como es el caso de Andasol, especializado en tratamientos de adicciones a drogas a través de terapias y crecimiento emocional. "Debido a la crisis, el consumo de cocaína está derivando en alcohol mezclado con psicofármacos, lo que produce graves problemas para la salud", recalcó Olga García Cano, la directora, quien alertó de que se está "minimizando la percepción del riesgo en el consumo de cannabis, que multiplica por diez los efectos cancerígenos del tabaco".

En el caso de Andasol, se sigue manteniendo el perfil del drogodependiente, que responde a un empresario profesional con cierto poder adquisitivo que consume cocaína y alcohol, el cual suele estar siempre presente, según matizó la responsable del centro, "como puerta de entrada al resto de sustancias". También son frecuentes los casos de señoras amas de casa que consumen alcohol y psicofármacos para dormir y/o evadirse de su realidad.

El primer objetivo que Andasol se propone durante el tratamiento a los pacientes es la desintoxicación, de forma que se elimine el síndrome de abstinencia. Una vez controlada esa dependencia física, los profesionales se centran en la psicología a través de terapias en grupo. La deshabituación es el paso previo a la rehabilitación, que supone que el adicto adopte nuevos hábitos y estilos de vida. El último objetivo se refiere al manejo de las emociones, para que así el paciente sea capaz de afrontar los problemas sin necesidad de recurrir a ningún tipo de sustancia psicoactiva. "El tratamiento para el alta terapeútica es de unos dos años y medio. Se trata de que el individuo aprenda a vivir con su enfermedad mental", subrayó la directora del centro Andasol.

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