A la espera de la partida por el Auditorio

De la Torre tiene en su mano la posibilidad de presionar al Puerto con la herramienta del plan especial

Imagen del puerto desde el monte de Gibralfaro.
Imagen del puerto desde el monte de Gibralfaro.
S. Sánchez Málaga

30 de abril 2014 - 01:00

La relación puerto-ciudad es históricamente un encuentro con tensiones indisimulables. En un solo escenario físico, el Ayuntamiento pugna por ocupar el mayor espacio posible para extender la conquista de los vecinos mientras la Autoridad Portuaria hace lo propio buscando hacerse fuerte y preservar sus dominios intramuros. Es el sino de las tres últimas décadas, en las que la actualidad de la capital de la Costa del Sol es irreconocible sin las fricciones de las dos instituciones.

La última muesca en este interminable listado tiene en la parcela reservada para la construcción fallida del Auditorio su gran protagonista, un terreno, de 31.000 metros cuadrados de superficie, que el alcalde, Francisco de la Torre, quiere recuperar para la ciudad con el único fin de que el moribundo proyecto cultural mantenga viva su llama. Y ello a pesar de la apuesta del Gobierno central por eliminar el consorcio interadministrativo creado, justamente, para desarrollar esta infraestructura en la plataforma de El Bulto.

El anhelo del regidor del PP choca con las posibles previsiones que, desde que la pastilla revierta a su patrimonio, podrá hacer el presidente del espacio portuario, Paulino Plata, lastrado de manera más que pesada por la losa que entierra las cuentas del organismo que dirige. Tan es así que la convicción en el seno del puerto es que de apostarse por la entrega de estas poco más de tres hectáreas al Consistorio deberá hacerse previo pago de alguna cantidad económica, algo a lo que, de momento se niega el equipo de gobierno del PP, que apela a un acuerdo de 2004 por el que el Puerto se comprometió a dar los terrenos al Ayuntamiento sin coste alguno.

Con estas piezas sobre la mesa, como ya ocurriera hace pocos meses con el Cubo de la esquina de oro y la negativa municipal a pagar canon alguno por su cesión, el Puerto y el Ayuntamiento afrontan una nueva partida a cara de póquer. A diferencia de lo que sucede en el juego real, en este caso las cartas están al descubierto, son más que conocidas por las dos partes. Pero, ¿quién tiene la baza ganadora?

En el escenario portuaria sea cree firmemente que la legislación actual ampara una posible exigencia económica en caso de que De la Torre insista en hacerse con el terreno. Y aunque la convicción es elevada, el propio Plata ya apuntó a este periódico que quiere contar con un informe de la Abogacía del Estado que fije las bases ciertas en un asunto de esta delicadeza. El as que puede esgrimir Plata tiene forma, de un lado, de dictamen jurídico y, de otro, la supresión de vestigio alguno del órgano sobre el que se cimentaron las bases del auditorio.

Pero su oponente en esta confrontación tiene un comodín de indudable peso: la llave para abrir o cerrar cualquier modificación del Plan Especial del Puerto, con la trascendencia que ello tiene sobre cualquier apuesta presente o futura dentro del espacio portuario. La relevancia de la herramienta es tal que la Autoridad Portuaria necesita del visto bueno de la Gerencia de Urbanismo para, por ejemplo, extender la alfombra sobre la que asentar la supuesta iniciativa privada para construcción un acuario y una noria panorámica en la zona de La Farola.

Siendo ésta la última operación en planear sobre el despacho de Plata, no es la única. Otra de las operaciones a medio y largo plazo de cuantas la Autoridad Portuaria tiene en cartera es el hotel en los suelos ganados al mar tras la construcción del dique de Levante. Conforme a la actual calificación de la parcela no es posible contemplar un establecimiento hotelero, siendo necesario, antes, realizar una modificación del planeamiento portuario. Trámite en el que es indispensable el Consistorio.

Y aunque el alcalde desvinculaba su deseo por recibir el suelo del Auditorio a coste cero de las negociaciones sobre el establecimiento hotelero, no son pocas las voces próximas al Puerto que apuntan a que puede convertirse en un elemento de presión por su parte. "El Ayuntamiento puede hacerle la vida imposible al Puerto", llega a comentar una fuente próxima a la institución. Un lamento que se deja ver, por ejemplo, en que el tiempo máximo en el que el semáforo instalado en la salida de los autobuses en Alameda de Colón sea de apenas nueve segundos, lo que afecta de manera considerable al tránsito por el interior del recinto.

Las palabras públicas del regidor entran en conflicto con lo que sus técnicos expresaron el pasado Martes Santo, cuando se vieron las caras con una delegación del Puerto en la que, entre otros asuntos, se habló del terreno del Auditorio. En el encuentro, según fuentes bien informadas del mismo, los representantes municipales expresaron el interés del Ayuntamiento por hacerse con la parcela a cambio de aumentar la edificabilidad permitida en el Plan Especial del Puerto.

Queda por ver hasta dónde se tensa la cuerda una vez los 31.000 metros de suelo reviertan a la Autoridad Portuario, previsiblemente, el próximo 9 de mayo. Será en ese momento cuando las dos instituciones implicadas empiecen a hacer juego.

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