Condenado un sargento de la Legión por extralimitación en el ejercicio del mando
La sentencia alude al arresto irregular de cinco soldados que se acababan de incorporar al Tercio Alejandro Farnesio en Ronda
Un sargento del Tercio Alejandro Farnesio 4º de la Legión, con sede en Ronda, ha sido condenado a un año, un mes y 16 días de prisión por un delito continuado de extralimitación en el ejercicio del mando, cometido al arrestar de forma irregular a cinco soldados. La sentencia se comunicó el pasado mes de septiembre por parte del Tribunal Militar Territorial, y ahora la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo ha rechazado el recurso de casación interpuesto por la defensa. El militar también deberá pagar 800 euros a cada uno de los afectados, señala el documento, al que ha tenido acceso este periódico. Mientras tanto, fue absuelto del delito de abuso de autoridad del que también fue acusado.
Los hechos se remontan al año 2009 cuando el sargento ejercía como instructor de la Unidad de Formación y Adaptación a la Legión (UFAL), dentro del Grupo de Reconocimiento de Caballería II, encargada de acoger y preparar a los militares de nuevo ingreso. Este puesto carecía de capacidad sancionadora, según la sentencia.
Sin embargo, durante los meses de abril y mayo el suboficial fue puesto al frente de esta unidad "con carácter accidental", al encontrarse fuera de Ronda su mando, algo que no lo privó de imponer un "arresto voluntario" de cuatro días a cinco de los aspirantes de la UFAL. Estos "arrestos voluntarios" son, al parecer, una práctica habitual que se caracteriza por carecer de procedimiento oficial. Los motivos esgrimidos, recoge la sentencia, habrían sido, en uno de los casos, por no saberse el Credo Legionario, y en los otros cuatro, "por el mero hecho de estar dispensados por el servicio médico de la unidad de realizar los ejercicios de instrucción" debido a lesiones de rodilla.
La sentencia da especial relevancia al caso de uno de los soldados, que se trasladó a Sevilla para someterse a unas pruebas médicas que se alargaron más de lo previsto. Cuando volvía en su vehículo a Ronda, se produjo una llamada telefónica en la que el suboficial condenado, tras contestar con un exabrupto al saludo reglamentario del soldado, le ordenó estar en el acuartelamiento en media hora, un plazo de tiempo imposible de cumplir debido a la distancia entre ambas localidades, lo que le habría supuesto un nuevo arresto.
Pero este no fue el último, ya que días más tarde volvió a ser penalizado por no realizar los ejercicios de instrucción correspondientes, pese a contar con una prórroga médica por sus problemas físicos.
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