Ciedes dibuja un plan Guadalmedina valorado en 150 millones y en tres fases
La propuesta huye del embovedado ante la necesidad de garantizar un caudal de 600 metros cúbicos Los técnicos rebajan los muros en la parte intermedia y prevén varios puentes-plaza
El proyecto de actuación sobre el cauce urbano del río Guadalmedina en el que vienen trabajando desde hace meses la Fundación Ciedes podría requerir de una inversión de unos 150 millones de euros. La suma, a la que habrían de responder las diferentes administraciones públicas implicadas en la intervención, se corresponden con las actuaciones que habría que materializar sobre la traza del río en materia hidráulica, al objeto de garantizar en todo momento un caudal de 600 metros cúbicos por segundo (avenida con un periodo de retorno de 10.000 años), urbanística y de movilidad.
El coste va en la línea de lo marcado por algunas de las propuestas de actuación que concurrieron al concurso de ideas convocado por Ciedes. Como elemento a favor, los responsables del ente destacan la posibilidad de dividir por fases la intervención, lo que permitiría alargar durante varios ejercicios el aporte presupuestario para la obra. No obstante, inciden en que el objetivo es rebajar en lo posible la inversión.
Si bien por el momento la propuesta no está culminada en su totalidad, sí se disponen de una primera fase correspondiente a la alternativa hidráulica, con un coste aproximado de 20 millones de euros. La misma condiciona de manera severa el posible aprovechamiento ciudadano del cauce, dado que las exigencias emitidas por la Junta de Andalucía, como administración responsable en esta materia, obliga a que el río tenga las condiciones adecuadas para responder en cualquier momento a una avenida de 600 metros cúbicos por segundo.
Ello, tomando en consideración las características del cauce, acota de manera clara un proyecto más ambicioso desde el punto de vista urbanístico. Es por ello que en Ciedes se huye de manera clara de cualquier propuesta de embovedado del cauce, tesis alejada de la que históricamente ha defendido el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre. "No hablamos de embovedado; seguimos la línea marcada en las propuestas de los equipos que participaron en el concurso internacional de ideas", explica la gerente de Ciedes, María del Carmen García.
De los 16 equipos que participaron en esa convocatoria, de mediados de 2012, sólo una planteaba la cubrición del río. "Lo que buscamos es eliminar muros, abrirlo lo más posible para que el ciudadano pueda acceder al cauce", insiste García, que ante el planteamiento de que el río lleve agua todo el año, subraya la dificultad de que ello tenga lugar. "Lo que nos dicen desde la autoridad hidráulica es que es una zona en la que todo el año no puede haber agua, porque el clima no da para ello", añade. Incluso, en el supuesto de que se contemplasen presas a lo largo del río para garantizar ese agua, la gerente alude a la posibilidad de que se produjesen problemas ya vividos en la desembocadura, como malos olores o proliferación de mosquitos.
Por el contrario, la gran mayoría de ideas ponía sobre la mesa la creación de "puentes plaza" mediante los que conectar las dos márgenes del Guadalmedina. La idea es recogida por Ciedes en la fase de urbanización, dando de este modo, además, encaje a lo ya marcado en el avance del Pepri del Centro histórico. En el documento, los técnicos de la Gerencia de Urbanismo dibujan dos de estas estructuras: una enlazaría la calle Ventura Rodríguez con la calle Don Rodrigo y con Ollerías; otra, conectaría la calle Trinidad y la calle San Rafael y Postigo de Arance. Esta última se concibe como una especie de plaza puente sobre el río.
Ciedes divide la traza urbana del Guadalmedina, desde la presa del Limonero hasta su desembocadura, en tres escenarios de actuación. El primera de ellas, desde el enlace con el río hasta el puente de la Aurora; el segundo, desde la Aurora hasta el puente de Armiñán; y el tercero, desde Armiñán hasta la parte más alta.
"El primero de los tramos debe tener un tratamiento distinto, se trata de la parte más estrecha", explica la gerente de la fundación. La obligación de garantizar una capacidad hidráulica mínima, hace que las acciones que se analicen sean de menor envergadura. García alude a la posibilidad de implantar alguna instalación deportiva en el cauce.
En el siguiente tramo el reto es rebajar al máximo los muros de hormigón laterales, que en algunos casos llegan a ser de dos metros. "La idea es que podemos dejarlos en unos 50 centímetros", añade. "Si conseguimos quitar los muros, porque hay que mantener los 600 metros cúbicos, una opción sería inclinar taludes y que los mismos sean ajardinados", explica. Ello obligaría, en caso de una gran avenida, a asumir la necesidad de su restauración a posteriori.
La parte que más opciones de actuación permite es la que discurre entre el puente de Armiñán y la parte inicial del cauce. "Por sus características se podrían hacer muchas cosas, porque hay espacio más que suficiente para los 600 metros cúbicos", señala García. En concreto habla de la posibilidad de crear pequeños taludes, de arreglar los caminos, de hacer huertos urbanos, zonas de estancia y pasarelas. Incluso, a modo de ejemplo indica que si hay posibilidad lo ideal sería trabajar de forma directa con los vecinos de los barrios cercanos y con los colectivos para saber qué querrían hacer ellos en esa zona del río.
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