Una estudiante regala un proyecto para eliminar el ruido del túnel de la Alcazaba

Propone eliminar el tráfico de un carril, concentrar y aislar el espacio peatonal, de modo que se pasaría de 80 a 40 decibelios.

La ingeniera técnica Inés Aragüez, máster en Ingeniería Acústica y en Instalaciones en la Edificación, y estudiante de ingeniería industrial superior.
La ingeniera técnica Inés Aragüez, máster en Ingeniería Acústica y en Instalaciones en la Edificación, y estudiante de ingeniería industrial superior.
Encarna Maldonado Málaga

05 de noviembre 2015 - 01:00

El túnel bajo la Alcazaba registra un ruido medio que oscila entre los 80 y 90 decibelios, niveles que superan en más de un 30% los límites tolerables y permitidos. En las franjas del día en las que la intensidad del tráfico es mayor, el ruido se dispara hasta los 100 decibelios, cuando el Decreto 6/2012 fija los objetivos de calidad acústica entre los 60 y 70 decibelios. Este asunto ha movido al Ayuntamiento a buscar un patrocinio que ha permitido que la empresa Aistec iniciara hace unas semanas un estudio dirigido a reducir el estruendo permanente.

Mientras la maquinaria administrativa echaba a andar la ingeniera de la Universidad de Málaga Inés Aragüez convertía su trabajo de fin de máster en Ingeniería Acústica en un proyecto para rebajar el ruido en el túnel a la mitad, de modo que arroje tasas aceptadas por la normativa y asumibles para los traseúntes.

El proyecto, que le ha valido una matrícula de honor en su máster y ha puesto a disposición del Ayuntamiento de Málaga de forma gratuita, plantea reducir de cuatro a tres los carriles abiertos al tráfico, concentrar el espacio peatonal en un único lateral, aislar ese corredor, que quedaría reservado para peatones y bicicletas como un eje alternativo para comunicar la zona centro y este de la ciudad, y convertirlo en un recinto de arte urbano. El coste total ascendería a 383.400 euros. Los niveles de ruido descenderían en 41 decibelios. Es decir, quedaría entre 40 y 45 .

La propuesta de Inés Aragües pasa dejar dos carriles al tráfico en dirección este y uno en dirección a la plaza de La Merced. En principio las mediciones de tráfico rodado diario permiten esta alternativa que, por otra parte, es también coherente con los planes municipales para peatonalizar la calle de la Victoria.

De ese modo quedaría disponible una franja de seis metros de ancho a lo largo reservada para peatones y ciclistas a lo largo de los 253 metros de longitud del túnel. Este espacio propone separarlo de la calzada por la que circulan los vehículos mediante un muro doble de ladrillo con material aislante en el centro. En la zona superior de este pasillo plantea un falso techo acústico y suelo flotante. De esa forma, el ruido se podrá mantener por debajo de los 60 decibelios y se evitarán también las vibraciones producidas por el paso de los coches. "No se conseguiría el silencio absoluto, pero tampoco existirá diferencia con el ruido existente en la plaza de La Merced. El peatón incluso podrá encontrar algo más silencioso el túnel que la plaza", subraya.

La ingeniera ha evitado en la solución contemplar elementos colgantes en el túnel. Ha buscado expresamente "no añadir peso a la estructura" para no agravar patologías previas. En este sentido alude a las fisuras que aparecieron en los años 90 en la Alcazaba, tras la construcción del túnel, así como la existencia de grietas por las que se filtra el agua hasta el interior de la cavidad. "Este proyecto incluso puede aliviar el peso del techo porque contempla un pilar contínuo desde el suelo" sobre el que descansar la bóveda.

La franja para uso peatonal y de bicicletas dispondría, por otra parte, de elementos de seguridad, evacuación, ventilación, iluminación y accesibilidad, así como puertas de emergencia y para "evitar el efecto pasillo" contará con ventanas hacia la zona de circulación. Finalmente destaca la bondad de esa solución porque convierte la zona peatonal en un área "libre de emisiones", porque no le alcanzarán los humos de los vehículos y contará con un sistema de ventilación independiente.

El valor añadido que ha pretendido imprimir en su proyecto reside en su vocación cultural. Considera que reducir el ruido y facilitar el uso peatonal convertirá el túnel de la Alcazaba en un eje esencial entre el centro y la zona este de Málaga. Puede funcionar como acceso alternativo para los transeúntes entre el puerto y el casco histórico e insertarse en las rutas turísticas. Desde este punto de vista, entiende que el pasillo podría funcionar como galería de arte urbano que encaje en el eje de los museos.

El origen de este proyecto reside en las prácticas curriculares obligatorias y gratuitas de tres meses que están obligados a realizar los estudiantes. Inés Aragüez las hizo en el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Málaga, bajo la tutoría del profesor de la Universidad de Málaga Enrique Nava y la técnica municipal Tatiana Cardador. Aprovechó el debate en torno a los ruidos del túnel y la búsqueda de soluciones para realizar el estudio que finalmente convirtió en su proyecto de fin de maestría. El estudio lo realizó entre los meses de junio y septiembre de este año y en este momento lo ha cedido a la ciudad de forma gratuita, al tiempo que ha hecho un llamamiento a organizaciones, jóvenes y artistas interesados en esta solución. Cualquier interesado puede contactar con la ingeniera en la dirección de correo electrónico tunelalcazaba@gmail.com.

Menor precio y mayor calidad

La propuesta técnica elegida por Inés Arangüez ofrece la mejor relación calidad precio. Frente a otras soluciones acústicas, es la que reduce más el ruido a un coste más asequible y la única que cumple con los objetivos propuestos en la normativa. El presupuesto global es de 383.400 euros y recortaría 41 decibelios, lo que sitúa la ratio en 9.301 euros por decibelio. Inés Aragüez ha estudiado otras alternativas y ha descubierto que aplicar asfalto fonoabsorbente costaría 27.800 euros y solo reduciría tres decibelios. El mortero proyectado eliminaría siete decibelios y supondría el desembolso de 25.800 euros, mientras que colocar paneles absorbentes dispararía el presupuesto a 553 euros y solo permitirían bajar cinco decibelios. Finalmente, las barreras de metacrilato solo bajarían el ruido un decibelio.

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