La llamada que obra el milagro

Las Hermanitas de los Pobres vuelven a solicitar ayuda para llenar su almacén de productos de alimentación, higiene y limpieza de cara al verano La respuesta empieza a llegar a esta residencia de ancianos

Cristina Fernández Málaga

29 de junio 2016 - 01:00

Más de 60 residentes -la más mayor ya cumplió el 2 de junio 105 años- viven gracias al amparo y los cuidados de las Hermanitas de los Pobres, una orden que cuenta con siglo y medio de implantación en Málaga. Son ancianos, en su mayoría, con pensiones mínimas o no contributivas que no podrían permitirse otro lugar en el que pasar su vejez con una atención continua. Por ello, aunque colaboran en la medida de sus posibilidades, la casa siempre necesita de bienhechores que la sostengan. Pagar los sueldos de los empleados, los seguros sociales, el gas, la luz, las reparaciones... supone una inversión importante. Y si gastan en comprar alimentación, las cuentas no cuadran. Para que el almacén no se les quede vació de cara al verano, cuando suelen bajar las donaciones, las Hermanitas han vuelto a lanzar una llamada de ayuda. Y los malagueños están respondiendo.

La pasada semana, la cofradía del Rescate hizo entrega a la residencia de un palé de leche y dos de papel higiénico. "Ante el llamamiento que nos hicieron llegar de la falta de estos productos de primera necesidad, la cofradía no lo dudó y realizó una compra que hizo entrega personalmente nuestro hermano mayor Joaquín González junto con el albacea general Daniel Gil", explican desde la cofradía. Éste ha sido una de las muestras que han ido llegando a este edificio junto a la estación María Zambrano. "Una de las señoras que nos ayuda hizo la llamada en su grupo de amigos y ésta se fue extendiendo y están llegando muchas cosas", comenta la Madre Montserrat, responsable de la comunidad. "No está siendo tan espectacular como la otra vez, pero está llegando la ayuda. La gente ha respondido y se nota, de una forma más moderado, pero bien, para nosotras es suficiente", agrega.

Algunos en su coche particular o con el carro de un supermercado cercano, acercan hasta su aportación particular. "El Banco de Alimentos nos proporciona arroz, pasta, legumbres y leche, entre otras cosas, pero leche le servimos tres veces al día y gastamos muchísima", señala la responsable del centro. En su lista de necesidades abundan productos como magdalenas, mantequilla, queso, fruta en almíbar, azúcar, café, gelatina -que la toman muy bien los enfermos y refrescan mucho ahora en verano, como apunta la Madre Montserrat. De higiene y de limpieza también. "Necesitamos crema hidratante para los que están encamados, pañuelos y servilletas de papel, toallitas higiénicas, bolsas de basura, fregonas, bayetas, estropajos, fregasuelos, lejía y productos de lavandería", relata la encargada de llevar la marcha de la casa.

"Todo esto lo ahorramos para que así la casa pueda funcionar", apunta la Hermanita de los Pobres y subraya que para la compra de una familia no supone demasiado y para ellas, granito a granito, consiguen mantenerse. "Vamos saliendo gracias a Dios, llevamos 150 años y esto es un milagro diario, el goteo de solidaridad de la gente hay que darlo a conocer", considera la Madre Montserrat. También apunta que el excedente que no pueden gastar en la residencia lo comparten con otras entidades como el comedor social de Santo Domingo, los Ángeles Malagueños de la Noche o la casa que la congregación también tiene en Ronda.

El llamamiento de junio de 2014 a través de whatsapp fue tan abrumador que llenaron la despensa para todo un año y compartieron los productos perecederos con otros puntos de ayuda. Desde entonces estas solicitudes les hacen posible mantenerse. Eso sí, sin dejar de realizar la colecta porque "la casa tiene muy pocas entradas de dinero y la aportación de los ancianos es insuficiente para la marcha de todo", dicen las religiosas. Pero como sostienen, "cada uno tiene su misión" y el presente se va construyendo entre todos, entre carros de la compra, mensajes de whatsapp y cachitos de solidaridad con aquellos que merecen el mayor de los respetos.

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