El padre de Alba te enseña a programar
El catedrático de Inteligencia Artificial Francisco Vico crea una plataforma para enseñar computación de forma subliminal a los niños mientras estudian otras materias
El catedrático de Inteligencia Artificial de la Universidad de Málaga Francisco Vico ha creado una plataforma destinada a inyectar de forma subliminal el pensamiento computacional y la programación en los niños. La herramienta, denominada Toolbox, ha sido testada durante el último curso con alumnos de cuarto de Secundaria del instituto Emilio Prados. Los resultados se presentan el miércoles en la quinta edición del Congreso Español de Informática con el objetivo de que a partir de ahora cualquier profesor de cualquier materia y centro pueda utilizar esta plataforma, de acceso gratuito, para la enseñanza de su asignatura, proceso que, de paso, introducirá a sus estudiantes en la programación de una forma natural.
Vico, en línea con la más pura tradición quijotesca, ha creado Toolbox a iniciativa propia, en su tiempo libre y con sus recursos personales. La idea fue fruto de la necesidad y en cierta medida de la frustración. El catedrático pertenece a la generación spectrum, aquella que de adolescente cayó en las redes de la computación fascinada por los mundos que abrían unos equipos que ahora no alcanzan ni la consideración de cacharros. "No podía parar de programar", recuerda, a pesar de las limitaciones que le ofrecía el Basic, un lenguaje "horroroso" pero que en realidad supuso la eclosión de la informática. Esa pasión ha tratado de inyectársela a sus hijas con el convencimiento de que ahora, con los recursos actuales y su tutela, sería muchísimo más fascinante. Argumenta que la programación para las generaciones jóvenes solo es equivalente a la necesidad de hablar inglés. "Estados Unidos celebra en los colegios el Hour of Code, Obama va a los centros para programar con los niños, y colocan carteles en los que aparece Mark Zuckerberg [fundador de Facebook] advirtiendo que aquel que no aprenda a programar será un ignorante", subraya para poner de relieve el esfuerzo que se hace en otros países para promover la computación.
Pertrechado de razones científicas y emocionales se sentó hace cuatro años con Alba, su hija mayor que entonces tenía 12 años, para enseñarle a programar. "Fracasé", confiesa. Movido por su impulso científico buscó las razones. Un artículo del cofundador de Google Sergey Brin le abrió los ojos: "Afirmaba que en nuestra época abrías un ordenador y solo podías programar". En cambio, los equipos actuales están concebidos para convertir al usuario en un mero consumidor, no en un creador. "Tenemos ordenadores más potentes, más recursos e infinidad de posibilidades para aprender, y sin embargo, la programación no engancha de la misma manera. Los equipos actuales no tienen accesibles las herramientas básicas para programar". Una vez definido el diagnóstico, se animó a buscar por sus medios una solución que pone a disposición de la comunidad escolar de forma totalmente gratuita.
Primero creó la plataforma y después aprovechó que Antonio Herranz, su antiguo profesor de Física en el instituto de Lucena (Córdoba) donde estudió, enseña ahora en el Emilio Prados para proponer su proyecto en el instituto. Durante el curso pasado, con la complicidad y el compromiso de Francisco Jiménez, informático de formación y profesor de Matemáticas del centro, exploró cómo se puede utilizar en el aula la programación convertida en un instrumento del aprendizaje.
"Yo le puedo decir a un alumno que el mínimo común múltiplo de dos números es el resultado de multiplicar todos los factores primos comunes y no comunes elevados a la mayor potencia. El niño puede aprenderlo igual que se aprende una receta de cocina. Puede aplicarlo y hacer bien el cálculo pero no comprenderá la relación entre los números. Sin embargo, a través de la programación sí se consigue ese objetivo. Este es el pensamiento computacional", explica.
La plataforma está diseñada en principio para la enseñanza de las matemáticas, física, biología y lengua, aunque es ampliable a cualquier asignatura con la ventaja añadida de que no es necesario que el profesor sea un experto para poder utilizarla en su asignatura. Funciona a partir de un pen drive que convierte cualquier ordenador de las aulas informáticas de los centros en un equipo básico de programación donde no se puede hacer otra cosa más que programar porque consta exclusivamente de un editor de textos y un entorno de comandos de fácil manejo.
Los profesores tienen a su disposición un repositorio con una serie de ejercicios de diferentes materias para que los realicen los alumnos. Tienen la posibilidad de adaptar a sus necesidades e intereses esos ejercicios, así como de introducir otros nuevos. El objetivo aparente es el aprendizaje de cada materia. El estudiante se enfrenta a un problema de matemáticas o a un ejercicio de ortografía, por ejemplo, y debe resolverlo utilizando esa pantalla, en vez de en su libreta. Sin embargo, la finalidad oculta y subliminal que persigue es que los alumnos "programen de forma natural, sin darse cuenta, igual que aprenden a hablar".
La experiencia con los estudiantes de cuarto de ESO del instituto Emilio Prados bajo la dirección del profesor Francisco Jiménez, ha permitido comprobar que se cumplen los objetivos: "Los niños se familiarizan con las estructuras informáticas y el entorno de programación de forma simple y amigable, sin barreras de acceso. Aprenden a pensar de forma computacional y a explorar sus materias con una herramienta ilimitada".
Francisco Vico se ha comprometido a enviar gratis a cada profesor interesado "un pen drive por colegio y niño". Los interesados solo tienen que solicitarlo a través del siguiente enlace de internet: j.mp/ToolboX.
La iniciativa, con vocación de ejercer de "caja de herramientas" para la formación y la evolución personal, responde a la cultura open source. Se ha creado en código abierto y se pone a disposición de la comunidad educativa sin ánimo de lucro. Frente al programa Scracht, creado también para fomentar la programación entre los niños por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), institución considerada una de las cinco mejores universidades del mundo, Vico afirma que Toolbox introduce a los alumnos en la programación de una forma más real. Scracht, pese a sus múltiples bondades, deja al programador un margen de maniobra y creación mucho más estrecho que esta herramienta.
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