Los diez proyectos de Nunca Jamás
Promesas incumplidas, obras eternas, iniciativas atascadas en el limbo de la confrontación entre administraciones y partidos. La lista de las diez grandes actuaciones que tiene pendientes Málaga desde tiempo inmemorial. Algunas han empezado pero no se sabe cuándo y cómo acabarán, otras siguen siendo una promesa incumplida. Javier Gómez se lo toma en clave de humor para no llorar
Málaga/2.- El tren de la Costa del Sol.- Ya en los años 70 el Gobierno empezó a hablar de la necesidad de construir un tren litoral, que finalmente se quedó en Fuengirola. Posiblemente sea la obra más cara y estructurante a acometer en la provincia. Pero siempre el tren se ha quedado esperando en el andén de las promesas y nunca ha terminado de arrancar. En las elecciones del año 2000, Manuel Chaves lo convirtió en su principal promesa electoral en Málaga. Lo mismo ocurrió en la cita electoral de 2004. Desde entonces se han dado pasos administrativos, se ha realizado algún proyecto técnico, pero de las obras, nada de nada. Hace casi un año que está pendiente de adjudicarse el primer tramo, en Mijas. Pero parece que tampoco se iniciarán los trabajos en 2009. Los presupuestos andaluces apenas consignan 8 millones de euros de una obra que en su conjunto costará 4.500.
3.- El saneamiento integral. Un buen ejemplo de lo que significa el adjetivo urgente en español. En uno de los últimos Consejos de Ministros de Felipe González, en 1995, el Gobierno declaró de urgencia y prioritarias las obras del saneamiento integral de la Costa del Sol. El plan debía acabar con la bochornosa estampa que se da cada verano de las aguas de la playa llenas de natas fecales, que no quedan precisamente bien en las fotos y en la memoria de los millones de turistas que nos visitan. Trece años y varias depuradoras después, las natas siguen siendo prácticamente las mismas, muchas de las instalaciones proyectadas se han quedado pequeñas nada más inaugurarse y aún faltan plantas en el Valle del Guadalhorce, Nerja, Torrox.
4.- El plan del puerto. Está en marcha y las obras acabarán en alrededor de un año. Pero nadie está convencido de que este proyecto sea el definitivo. El plan del Puerto, planteado por primera vez en los años 80 por Pedro Aparicio y aprobado por unanimidad, quién lo diría, por el Ayuntamiento en 1995, ha conseguido lo imposible a lo largo de su dilatada trayectoria y sus múltiples facetas: poner de acuerdo a la ciudad en su contra. Multicines aquí o allá, silo sí o silo no, auditorios fuera, la reforma de los muelles 1 y 2 acabará casi como dijo un eterno rebelde: “donde otros ponen Guggenheims nosotros cines y pizzerías”. No habrá cines, pero sí bares y palmeras, muchas palmeras. Sin picudo.
5.- El plan Guadalmedina. “Esta no es obra de una ciudad, sino de un rey”, escribió un ingeniero militar a Felipe V. La relación de Málaga con su río semiseco nunca ha sido fácil. Mortales riadas esporádicas, un feo cauce desaprovechado... Pasaron dos siglos y medio y en los años 80 se construyó la presa del Limonero sobre la del Agujero de principios de siglo, y en los 90 se acometió un lavado de cara a los tramos más urbanos del río que no hicieron sino empeorar su aspecto y crear una pequeña e inútil dársena de agua maloliente en su desembocadura. En plena campaña electoral, la ex alcaldesa Celia Villalobos se sacó de la chistera un proyecto para embovedar el cauce urbano y meterle carriles y hasta su línea de metro, desviar el río hacia el Peñón del Cuervo para reducir riesgos de avenidas, y repoblar su cuenca. Todo costaba 82.000 millones de pesetas y nunca más se supo, salvo de la pequeña reforestación ornamental llevada a cabo de la que hemos hablado antes. Hace un par de años los socialistas se avinieron a discutir la necesidad de hacer algo con el río con el Ayuntamiento, y quedaron en que los técnicos del CEDEX hicieran unos ensayos que aún no han terminado. En los presupuestos sigue sin haber partidas concretas y tampoco una idea clara de lo que se quiere hacer. El río que nos separa no es la obra de un rey. Más bien de una interminable dinastía.
6.- El Teatro Romano. Están locos estos malagueños, pensarían nuestros ancestros del Imperio de saber el tiempo que se lleva empleado en la rehabilitación del Teatro Romano y el parque arqueológico de Alcazabilla. Las obras tenían que estar listas hacia 1992, y aunque si bien es cierto que cada vez que se levanta un piedra aparecen restos de gran valor, también resulta innegable que la eficacia administrativa no ha brillado en este proyecto. Todavía queda pendiente la reforma de la calle, pero con las cofradías hemos topado. Sin duda los romanos fueron más diligentes al construirlo.
7.-El cinturón verde. El Plan de Defensa Forestal de Málaga contra las inundaciones no era otra cosa que continuar con la repoblación forestal que dio lugar a Los Montes de Málaga en la primera mitad del siglo XX, y multiplicar por seis la superficie boscosa de 4.900 hectáreas con las que ahora cuenta el parque natural. De esta forma se protegería mejor a la ciudad de las avenidas y riadas de los peligrosos arroyos y ramblas de su corona montañosa. La Junta y el Gobierno central, en tiempos del PP, se tiraron varios años arrojándose los trastos para no acometer el plan por culpa de una financiación europea que no llegó. Y cuando la extinta Confederación Hidrográfica hizo algo, fue el ridículo: se dedicó a plantar especies ornamentales cerca del Limonero que se secaron a los pocos meses por falta de mantenimiento. Sólo se ha actuado, y mal, en unas 1.000 hectáreas y el resto del plan ha muerto por inanición. Ahora que la Junta también controla la Cuenca Mediterránea andaluza, ha postergado cualquier iniciativa al respecto. 8.- Baños del Carmen y puerto del Morlaco.
Otro proyecto clásico, una de esas actuaciones paralizadas que se quedan antiguas antes de empezar. El Ayuntamiento lleva la friolera de casi tres décadas intentado regenerar esta zona privilegiada de la ciudad, que para muchos está inmejorable con ese aspecto decadente. La eterna pelea legal con unos astilleros que hoy se expropian y mañana no, y la negativa de la Junta a siquiera estudiar la construcción allí de un puerto deportivo prometen alargar el asunto hasta mediados de siglo. Y mientras tanto, todos tan contentos dándose un baño 9.- El auditorio. Ubicaciones se han barajado muchas: El llano frente a la Comisaría provincial, la esquina de oro del Puerto, la plataforma de San Andrés. Málaga lleva casi treinta años compuesta y sin auditorio, una carencia grave que saca los colores a la candidatura a la capitalidad cultural europea frente a cualquier pueblo de mediano tamaño. El Ayuntamiento perdió más de cuatro años decidiendo si quería un equipamiento para ópera o para conciertos, la ciudad pasó uno de los bochornos más grandes de su historia con el fiasco de la visita fugaz de Frank Gehry al Puerto en 2001, y las administraciones han tardado más de un lustro en ponerse de acuerdo para la financiación del equipamiento, algo rácana, por cierto. El diseño, tras ganar en enero de 2008 un concurso de ideas algo descafeinado y de menos proyección internacional de la anunciada durante décadas, corresponde a Federico Soriano y Agustín Benedicto. Hasta otoño de 2009 no se prevé el inicio de las obras, promesa de la que, a tenor de los antecedentes, hay que desconfiar. Los contenedores del Puerto competirán en resonancia con el edificio.
10.- La carretera del Arco y el Vial distribuidor. Dos de las grandes obras anunciadas por la Junta en la provincia para “compensar” las inversiones en Sevilla con motivo de la Expo. La primera consistía en crear un anillo exterior que uniera los dos municipios más grandes de la provincia, capitales de sus comarcas, sin tener que pasar por la capital. Marbella y Vélez a menos de una hora de distancia y evitando atascos innecesarios. Tras acometer varios tramos, Obras Públicas acabó desechando el proyecto entre Casabermeja y el Valle del Guadalhorce. En cuanto al vial distribuidor, la autovía que debe conectar los polígonos, el PTA y el aeropuerto, al pobre director de la tecnópolis, Felipe Romera, le han salido canas clamando por su necesidad imperiosa. Este año hay por fin 11 millones de euros en los presupuestos de la Junta para iniciar la obra. Hasta que acabe habrá que seguir aguantado con paciencia los atascos en la autovía del Guadalhorce.
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