El difícil camino hacia la libertad
Su vida ha estado marcada por el drama de un pueblo que lleva más de tres décadas sumido bajo la represión y el terror. Cuando apenas tenía 23 años unos policías marroquíes irrumpieron en plena madrugada en su casa donde vivía con su marido y sus cuatro hijos. Le taparon los ojos en presencia de su familia y se la llevaron a una cárcel donde fue retenida y torturada durante más de diez años por reivindicar la libertad y la garantía de los derechos humanos del pueblo saharaui.
Soukaina El Idrisi no puede contener las lágrimas al recordar todo lo que aconteció a partir de ese fatídico 15 de enero de 1981. Hasta que fue liberada el 2 de julio de 1991 no tuvo contacto con su familia y nadie supo si estaba viva o muerta ni a dónde se la habían llevado. Las autoridades marroquíes nunca reconocieron lo que ocurrió y sus hijos la llegaron a dar por muerta a los cuatro años de su desaparición ante la falta de noticias sobre su paradero.
Cuando salió de la cárcel, la vida que había dejado en su pueblo estaba completamente destruida. Lo más duro para ella fue enterarse de que su hija pequeña, que apenas tenía cinco meses cuando fue encarcelada, había muerto poco después debido a unas fiebres que no pudo superar.
Pero eso no la detuvo y continuó con su lucha para acabar con la represión, la tortura y la opresión del pueblo saharaui hasta que volvió a ser encarcelada en una prisión marroquí. La diferencia es que esta vez también se llevaron a su hijo de 16 años que "tuvo que ver cómo me insultaban y me maltrataban a diario durante 15 meses", contó emocionada.
Ayer estuvo en Málaga para dar a conocer su historia en una conferencia que ofreció en el Colegio de Abogados. Es la primera vez que sale de los territorios ocupados del Sáhara occidental. "Mis primeros días de libertad", como ella mismo definió.
Lo que más destacó es que por primera vez en mucho tiempo ha podido dormir tranquila durante toda la noche "sin pensar que ningún policía va a romper de pronto la puerta de la habitación del hotel".
Pero no es la libertad por la que esta activista saharaui se ha dedicado en cuerpo y en alma toda su vida. "Ninguna libertad fuera de mi tierra es completa", dijo Soukaina, una mujer que a sus 51 años se mantiene fiel a sus ideas y asegura que tiene "un compromiso con mi pueblo, mi conciencia y los compañeros que han desaparecido y cueste lo que cueste nadie va a conseguir pararme".
Vive en una continua persecución y no hay ni un solo día desde junio de 2006 en el que no tenga a tres coches de la policía marroquí en la puerta de su casa vigilando todos sus movimientos. Aún así, no está dispuesta a arrojar la toalla y confía en la resistencia y la voluntad del pueblo saharaui para lograr finalmente una solución a esta tragedia.
Está muy agradecida con el apoyo que las organizaciones internacionales están haciendo para lograr la liberalización del pueblo saharaui, pero también cree que "el mundo democrático tiene que desempeñar un papel aún más importante para presionar a Marruecos a que ponga fin al conflicto".
Aún disfrutará de unos días más en España antes de volver de nuevo a lo que esta activista saharaui denomina "la gran cárcel en la que vive su pueblo".
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