La despensa marina

La cría de peces en cautividad supone un elevado coste para el pienso que se usa para alimentarlos y cuyo gasto se triplica en los meses de calor porque comen más

Lubinas de la granja de acuicultura del grupo Culmarex en Málaga.
Lubinas de la granja de acuicultura del grupo Culmarex en Málaga.
Raquel Garrido / Málaga

27 de abril 2009 - 01:00

Muchos ven en la acuicultura el futuro de la pesca como solución a la sobrexplotación de los caladeros y unos recursos pesqueros cada vez más esquilmados. Los cultivos de pescado y marisco desde luego garantizan la producción, pero tienen como contrapartida una dedicación casi absoluta y unos costes no fácilmente asequibles. En Málaga todavía es un sector algo estancado y sólo cinco instalaciones se dedican a la cría en cautividad de mejillones, lubinas y doradas.

Una de ellas está a sólo un kilómetro de la costa de Málaga, frente a la zona de El Palo, y a pesar de llevar poco tiempo es de las más rentables y de mayor producción de la provincia. Pertenece al grupo Culmarex, que lidera el sector en España, y sólo el año pasado produjo en su piscifactoría malagueña 600 toneladas de lubinas y dorada.

Es una de las pocas empresas dedicadas a la cría de pescado en cautividad que producen sus propios alevines para luego criarlos en alta mar. Lo hacen en Mallorca en unas instalaciones en tierra donde los alevines son criados en unos tanques de agua salada hasta que son aptos para iniciar su proceso de engorde. Pero eso no ocurre hasta que no alcanzan un peso de entre 18 y 25 gramos, en lo que tardan entre siete y ocho meses.

Es entonces, según explicó el gerente de la empresa, Tomás Hernández, cuando un barco las transporta directamente hasta las jaulas "para que no sufran estrés en el transporte".

En Málaga cuentan con doce jaulas, con capacidad para 280.000 peces en cada una. Ahora sólo se cultiva lubina porque aguanta mejor las frías temperaturas que el agua alcanza durante el invierno en esta zona.

Lo curioso de especies como la dorada y la lubina es que durante los meses de invierno, cuando el agua suele estar por debajo de los 16 grados, sólo comen para mantenerse y no engordan. Pero en verano cuando la temperatura sube hasta los 23 ó 24 grados hasta triplican su consumo de pienso.

En el caso del criadero malagueño de lubinas, por ejemplo, para alimentar a los más de 2,6 millones de ejemplares que hay en estos momentos hacen falta a diario unas dos toneladas y media de pienso en invierno y más de diez toneladas en la época estival. Comen una vez al día, excepto los más pequeños que necesitan hacerlo en dos veces.

Como sólo engordan en los meses de calor, suelen tardar unos 15 meses en alcanzar el peso comercial que ronda los 450 y los 500 gramos. Y eso desanima muchos inversores a iniciar la actividad.

El mantenimiento de las jaulas también es fundamental. Unos buzos profesionales vigilan cada día que las redes, y que llegan hasta los 20 metros de profundidad, están en perfectas condiciones y que no hay ninguna abertura por la que puedan salir los peces.

Unas 24 personas se encargan de estas instalaciones que en un futuro podrían seguir ampliándose, lo que obligaría a un importante desembolso que hasta que no pase la crisis actual ni se contempla. Ni los cultivos en el mar se libran.

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