"Yo sólo quería separarme"
Ruptura de familias
El padre separado al que un tribunal le dice que no duplique los juguetes y zonas de estudio de sus hijos y que gane más dinero para que los niños no pierdan confort relata su desamparo durante la batalla judicial
Dice que es un padre en apuros. Decidió separarse hace algo más de año y medio. Desde entonces, ha sido acusado y absuelto de malos tratos, tuvo que abandonar su casa en menos de 24 horas, recoger su ropa en bolsas de basura acompañado por la Policía, tiene dos sentencias que considera contrarias a sus intereses, ha estado 72 días sin ver a sus hijos, ha recusado a una magistrada, ha presentado una queja en el Consejo General del Poder Judicial, ha acudido al Tribunal Supremo, ha formulado un recurso extraordinario por infracción procesal y ya piensa acudir al Tribunal Constitucional.
Y lo peor, explica, es que se siente desamparado. Por eso no quiere que su nombre se conozca. Ni siquiera las iniciales. El último golpe que ha encajado ha sido una sentencia de la Sección Sexta de la Audiencia de Málaga. Había pedido compartir la custodia de sus dos hijos con la madre. Por si el tribunal le decía que no, había planteado una alternativa: estar con los menores además de los fines de semana alternos, una tarde con su respectiva noche cada dos semanas.
La sala le dijo no a todo. Y lo que peor ha encajado, es que en vez de recibir una respuesta jurídica, ha recibido "una respuesta de pescadera". Se le deniega la custodia compartida porque lo normal es que se otorgue solo cuando la piden las dos partes y los padres, además, no tienen buena relación a estas alturas del naufragio.
El tribunal tampoco se aviene a dejar que los niños duerman una noche, en semanas alternas, en la casa del padre. Cree que sería una custodia compartida encubierta. Ahora sólo está con los niños los fines de semana que le corresponden y dos días, en semanas alternas, desde las 17.00 a 19.30. "Es tan poco tiempo que acabo siendo un chófer llevándolos y trayéndolos. No me permite tener una relación normal, hacer cosas con ellos, como visitar a los abuelos".
Los magistrados apuntan que los niños "como las personas mayores, precisan de una estabilidad en cuanto a su dormitorio, su mesa de estudio y sus juguetes y enseres particulares, que no pueden ser duplicados en casa del otro progenitor". "¿Visto así, es que yo no puedo hacer los deberes con mis hijos en mi casa. Es que no van a poder jugar conmigo?". "¿Qué tendrá que ver los juguetes que tengan o dejen de tener en mi casa?". A esto es lo que llama "una respuesta de pescadera".
Para colmo, el tribunal le da un severo tirón de orejas al recomendarle trabajar más, "intensificar su trabajo", para que sus hijos no pierdan confort. Para este hombre, ampliar el tiempo que está con sus hijos no es ganar munición en la batalla conyugal, sino mantener la vida y la relación que tenían antes de separarse. "Yo no he sido un padre que llegaba a casa a las nueve y media de la noche. No. Era el que cocinaba en casa, les he llevado a la guardería, les he enseñado... Y, sobre todo, mis hijos quieren estar conmigo".
Se queja de que ningún juez haya querido oír a los niños. Ni el Juzgado de Violencia número 1 ni, después, la Audiencia. Está convencido que a sus nueve años los niños son lo suficientemente "maduros" como para sentarse delante de un tribunal y decir cuándo y cómo quieren estar con el padre o con la madre.
A lo largo de esta batalla de desgaste, este padre afirma que lo que ha aprendido es que los hombres "somos potenciales maltratadores y cajeros automáticos". De esta forma, recuerda que al inicio del proceso de separación fue denunciado por maltrato y, aún cuando fue absuelto, "el estigma" ha quedado. "Sólo hay que ver cómo me miran en la puerta del colegio". Ahora un juzgado instruye un procedimiento por presunta denuncia falsa contra su ex pareja.
También cree que sus derechos han sido sistemáticamente arrollados. "Al ser denunciado, el Juzgado de Violencia dictó medidas urgentes para un mes. Pero pasado este tiempo estuve sin ver a mis hijos 72 días seguidos. No tenía a dónde acudir". Pidió al juzgado que se ejecutaran las medidas cautelares [régimen de visitas y pensión] pero tardó un mes. Reiteró su petición y la juez dictó un auto requiriendo a la madre que dejara a los niños ver al padre.
Presentó una queja en el Consejo General del Poder Judicial por esa dilación que fue rechazada, decisión ahora recurrida ante el Tribunal Supremo.
Al tiempo, recurrió las medidas cautelares ante la Audiencia, reclamando la custodia compartida o una pernocta cada dos semanas con rebaja de la pensión de 1.500 a 600 euros mensuales, pero observó que una magistrada del tribunal era conocida de la familia. Entonces la recusó. La juez fue sustituida al atribuirse la secretaria judicial un error, y ese mismo tribunal ha sido el que le ha mandado a trabajar más.
Ya ha presentado un recurso extraordinario ante el Tribunal Superior de Justicia (TSJA) porque considera que sus derechos han sido vulnerados. "Yo sólo quería separarme", se lamenta.
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