Lunes Santo de otoño

El Cautivo se reencuentra con su pueblo en una procesión histórica y renueva el 'título' de Señor de Málaga

J. A. Navarro Arias / Málaga

15 de noviembre 2009 - 01:00

El título honorífico de alcalde perpetuo igual era indigno para quien, por aclamación popular y sin ningún tipo de discusión, es Señor de Málaga. La cofradía de Jesús Cautivo culminó ayer los actos del 75 aniversario de su fundación con una procesión extraordinaria que presidió el Señor. Muy poca publicidad se había hecho del acontecimiento y menos repercusión mediática había tenido en proporción a su dimensión. Hay quien dudaba incluso de la respuesta de los malagueños. Pero cuando el Señor de la túnica blanca inicia su caminar, Málaga le sigue. Qué poder de atracción tiene la imagen que tallara José Martín Simón en 1938. Los vellos se ponen de punta al recordarlo, ayer fue un Lunes Santo de otoño.

Al alba, el barrio de la Trinidad aún dormía y el Señor esperaba entronizado, en la casa hermandad de la corporación, para reencontrarse con su pueblo. Los reposteros, mantones y colchas empezaban a poblar los primeros balcones. Calma chicha en el barrio, también en cada devoto de cualquier rincón de la ciudad. De la provincia, de donde sea... ayer Málaga se convirtió en una Meca de devociones. Seguro que también había herejes, por supuesto éstos también siguen al Señor de Málaga, que es de todos, incluso de los pecadores a los que muchos purpurados tachan de estar "en pecado mortal público".

Pero la fe del pueblo se mide a pie de calle, no en los despachos. Cúal es la explicación teológica que tiene escuchar a una vecina de la Trinidad, de porte humilde y castizo acento, decir: "¡Qué grande eres, Hijo!". Por qué cada bamboleo de esa túnica blanca literalmente es una plegaria. "Es emocionante ver cómo a cada paso hay gente con los ojos brillantes o llorando", explicaba un portador del submarino de la Trinidad que ayer se dejó su hombro bajo los metales del Señor de Málaga. "Olé el trinitario más guapo", susurraban dos jóvenes. "Mírale qué perfil", decía un adolescente a otro. "¡Viva el Cautivo!", se podía escuchar rotundo, sincero y firme en cada parada del trono. Es un trozo de madera, pero esa imagen conduce a miles de personas hasta Dios. Se llama fe, no tiene más explicación.

En una abarrotadísima Plaza del Obispo tuvo lugar una Celebración de la Palabra que presidió el obispo Jesús Catalá. En estos tiempos de laicismo imperante, según dicen, qué habrá pensado el prelado malagueño al ver lo que puede hacer en Málaga esta singular imagen. Difícil papeleta para la próxima corporación que se le ocurra organizar una procesión extraordinaria, pues lo de ayer no tiene parangón. Al ver tantas Medallas de la Ciudad y otras distinciones por ahí repartidas, cabe pensar que habría que inventar algo para el Cautivo, aunque lo de Señor de Málaga sí que es un título a perpetuidad.

Numerosos hermanos integraron el cortejo con cirios. Trinidad Sinfónica acompañó al Señor con un buen repertorio, aunque muda, hasta la Catedral. Y éste volvió, con unos sones clásicos, con su nueva banda de cornetas, de elegante uniformes inspirado en la cruz trinitaria. Buena puesta de largo. A la ida, el cortejo siguió por Compañía y Fajardo y el Señor por Cisneros, un contratiempo anecdótico. Lamentable el foco eléctrico a la cara de la imagen. Pero cualquier carencia lo llenaba su presencia. Distinta música a la ida y a la vuelta, pero el mismo caminar. Sublime. Distintas personas en cada esquina, pero la misma devoción. El Cautivo hizo posible un Lunes Santo de otoño.

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