Un espejismo por pantano
La presa de Montejaque roza el cien por cien de capacidad aunque dentro de unos días el caudal desaparecerá por las grietas que presenta esta infraestructura abandonada
Olvidado por el paso del tiempo, el pantano de Montejaque sigue siendo una obra sin acabar. A pesar de ello, en los años de abundantes lluvias vuelve a aparecer lleno de agua como si se tratase de un espejismo, que, paradójicamente, desaparecerá con la llegada del sol y el buen tiempo. Unas semanas de ausencia de lluvias serán suficientes para que sus aguas vayan desapareciendo de forma disimulada. No obstante, en estos días aquellos que pasen por la zona podrán ver el pantano casi lleno, como les hubiese gustado a sus promotores verlo durante todo el año.
Fue uno de los grandes proyectos hidroeléctricos de la empresa Sevillana de Electricidad, que inicio los estudios para su construcción en 1917, terminando como un gran fracaso al ser abandonado en 1947 ante la imposibilidad de retener las aguas. Todo ello, con la tragedia de la Guerra Civil como testigo de esta majestuosa obra inacabada. Durante el tiempo que duró la contienda nacional se mantuvo el interés por acabar el pantano y se tienen fechadas diferentes misivas entre técnicos españoles y suizos para tratar de encontrar soluciones.
En su afán por no fracasar en su intento de finalizar el proyecto encargado, los técnicos de la obra realizaron numerosas modificaciones y actuaciones sobre las grietas, llegando a actuar en el interior de la propia cueva del Gato, donde construyeron caminos, instalaron iluminación y dejaron numerosos rastros de su presencia que todavía hoy son apreciables con acercarse a la entrada de la misma por la zona de Hundidero, la más próxima a la presa. La construcción de este camino llegó a hacer posible pasar de Hundidero a Gato con total normalidad, en lo que hoy es un recorrido apto únicamente para los especialistas en espeleología. Para ello fue necesario construir un camino de casi 5 kilómetros de longitud.
Todo fue en vano y las características geológicas del conocido como complejo Hundidero, por el que discurre el río Guadares y forma la conocida cueva del Gato, terminaron por vencer a todos los avances tecnológicos referentes a la construcción de presas, aunque se llegó a contratar a una empresa sueca especializada en inyectar hormigón para tapar las grietas por las que se filtraba el agua almacenada
Ahora, muchos vecinos de Montejaque han mirado hacia el pantano, donde no se recuerda una crecida tan importante desde hace unos 15 años, aunque los mayores de la localidad recuerda cómo hace unos 50 años también se vio otra gran crecida del pantano, llegando casi a los límites de la presa y muy cercano a los aliviaderos que nunca han llegado a entrar en servicio. La propia naturaleza se está encargando con el paso de los años de ir borrando cualquier vestigio de la gigantesca obra, aunque todavía se puede apreciar el muro principal, el aliviadero, y algunos muros de las casas utilizadas como oficinas y las previstas para el funcionamiento del complejo hidroeléctrico que tendría que haber reforzado a las centrales eléctricas existentes de Las Buitreras y Corchero.
Hoy estos pocos restos se han convertido en un valor añadido para los visitantes del complejo Hundidero-Gato, cuyo camino de acceso permite llegar hasta las puertas de las instalaciones que permanecen en pie, incluso, los más arriesgados pasan las entradas y no se resisten a dar un paseo sobre la pared principal de la presa. Posteriormente, los vecinos de Montejaque han dado utilidad agrícola a los ricos sedimentos que ha dejado el agua, y en los años de sequía era habitual que se cultivase la vega del pantano en parcelas y huertos de pequeñas dimensiones, por los que se pagaba una pequeña renta a la empresa propietaria del terreno que delimita el pantano.
Hoy, el pantano se ha convertido en un problema para los agricultores de la zona, al quedar los caminos de acceso a sus fincas cortados por las aguas del pantano. "No podemos hacer nada, tenemos que esperar a que el agua baje para recoger la aceituna", señalaba ayer uno de los afectados. También recuerda que en alguna ocasión ha sido necesario recurrir a pequeñas embarcaciones para suministrar víveres a personas que han quedado al otro lado del inmenso lago sin posibilidad de salir de sus casas.
También hay algún melancólico al que le gustaría ver terminada algún día la obra y poderle dar una utilidad turística que suponga una nuevo atractivo para uno de los municipios donde más se ha desarrollado el turismo rural. En el otro lado se encuentran los más pesimistas, que temen que algún día la presa termine cediendo a la presión del agua embalsada, 23 millones de litros cúbicos en su mayor cota, y provoque importantes inundaciones en la vega del Guadiaro, donde desemboca el cauce del río Guadares a través de Hundidero-Gato.
También te puede interesar
Lo último