Amaral: tocar o no tocar

La banda zaragozana, gran esperanza blanca del rock español, llega hoy a la Sala París 15 con todas las entradas vendidas para presentar su último disco, 'Hacia lo salvaje', el más atípico y directo de su trayectoria

Imagen promocional de Amaral: lo importante es pasarlo bien.
Imagen promocional de Amaral: lo importante es pasarlo bien.
Pablo Bujalance / Málaga

29 de octubre 2011 - 05:00

Se puede considerar una declaración de intenciones. Amaral presentó en Málaga sus dos discos anteriores a Hacia lo salvaje, titulados Pájaros en la cabeza (2005) y Gato negro / Dragón rojo (2008), con otros tantos conciertos celebrados respectivamente en el Palacio de los Deportes Martín Carpena y el Auditorio Municipal, con aforos capaces de reunir a 10.000 personas, y con gran éxito de entrada en ambos casos. Hoy, la banda zaragozana presenta Hacia lo salvaje, que salió a la venta el pasado 27 de septiembre, en la Sala París 15, en el polígono San Luis, que es una de las más grandes en su género de toda España (puede albergar a 3.500 personas) pero no deja de ser lo que es, una sala para conciertos de rock en un polígono industrial. Como se esperaba, y según la tónica general de la gira, Amaral ha agotado las entradas para su noche malagueña, que arrancará a partir de las 21:00 y en la que participará como telonero el grupo Cyan, pero sin duda el cambio de formato resulta representativo de lo que el proyecto de Juan Aguirre y Eva Amaral quiere ser: exactamente eso, un grupo de rock.

Algo comentaron ya al respecto cuando estuvieron en la misma París 15 el mes pasado para apadrinar la nueva temporada del recinto y mostraron su predilección por las salas no sólo como escuela, sino como espacio para desarrollar una carrera como la suya. Los fans, de cualquier forma, podrán disfrutar hoy de Amaral en un ambiente como el que hacía mucho, mucho tiempo que no adoptaban, lo que no deja de tener su lectura romántica, ya que durante los 90, cuando no eran precisamente conocidos, Aguirre y Amaral actuaron con frecuencia en diversos pueblos de la provincia de Málaga (especialmente en la Axarquía) para los más variopintos festivales y celebraciones.

Hacia lo salvaje fue promocionado desde antes de su salida a la venta como un álbum más guitarrero que sus predecesores. Lo cierto es que se trata del trabajo más atípico de Amaral, adaptado al sano formato guitarra / bajo / batería (sin aproximaciones a los arreglos más elaborados de Pájaros en la cabeza ni a las tentativas con sintetizadores de Gato negro / Dragón rojo) y que aunque mantiene la luminosidad de los estribillos marca de la casa carece, al mismo tiempo, de los hits incuestionables en una primera pegada de los que sí gozaban sus anteriores entregas. Se trata, por tanto, de un álbum que aspira a un recorrido más largo y que exige más de una escucha al seguidor incansable, aunque, seguramente, llamará a las puertas de los corazones de muchos que hasta ahora no habían prestado demasiada atención al grupo. De cualquier forma, a pesar de esta querencia menos inmediata (posible signo de madurez y también de independencia: Amaral se estrena también en la autoproducción con Hacia lo salvaje desde su nuevo sello, Antártida), el disco, grabado en Madrid y mezclado en Nueva York, ha alcanzado de sobra los primeros puestos de las listas de ventas que tan habituales son ya para Amaral.

Precisamente, Hacia lo salvaje viene a echar más leña al fuego del debate sobre la presunta adscripción de Amaral al panorama indie español. No es una cuestión baladí: el número del presente mes de la revista Rolling Stone, que publicó una elogiosa crítica del disco, dedicó un reportaje entero al asunto. Lo cierto es que el grupo se ha arrimado en numerosas ocasiones a este calor, con episodios como su EP de versiones de grupos granadinos (entre ellos Los Planetas y Lori Meyers) y apariciones estelares de Eva Amaral junto a bandas como los también granadinos Lagartija Nick. En una orilla bien distinta se encuentran sus colaboraciones con Moby y la participación de Peter Buck, guitarrista de REM, en Gato negro / Dragón rojo. Sin embargo, por encima de estas consideraciones a las que se les puede buscar las cosquillas facilidad (también Los Planetas y otros grupos unánimemente considerados indies han visto sus últimos discos entre los más vendidos), Amaral sostiene la tradición más viva del rock español y hoy viene a demostrarlo. Que Dios reparta suerte.

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