Nadie es perfecto
El horno no funciona es el cuaderno de viaje de quien no viaja. Su autora, Camille Vannier (París, 1984), llegó a Barcelona en 2004 y, según reza la contraportada del libro, habita desde entonces el mismo piso de la calle Aulèstia i Pijoan, en el barrio de Gracia, un piso de habitaciones compartidas por el que han circulado 15 inquilinos, además de ella. Así es que donde el viajero anota los lugares y monumentos visitados, la autora comparte con el lector el testimonio de un estatismo. Si el primero se maravilla de las costumbres exóticas de los nativos y se trae a casa un trocito del viaje, la segunda juega a que es ella la nativa y que los que pasan en sucesión imparable son otros, cada uno con su trocito de casa extranjera dejado en la repisa, sobre el horno, que no funciona.
Claro está que en ese juego de inversión de papeles Vannier es una feliz impostora, pero su retrato es sencillo y honesto, tan naif y anodino como lo es una vida de paso, lo que concede todo el protagonismo a las imágenes. Las ilustraciones de El horno no funciona le traen a uno a la cabeza estéticas como la del Anders Nilsen de Monologues for the Coming Plague, pero nada de su poética, y también aquellos otros dibujos que salpicaban de tanto en tanto la revista Madriz -los de Javier de Juan, por ejemplo-, frescos y despreocupados, que tienen su reflejo en este censo de los pequeños detalles que nos circundan: el envoltorio del tabaco de liar Pueblo, el bote de café de la marca Día, los lápices de Ikea, etc.
Premio Junceda 2011 de la Asociación Profesional de Ilustradores de Cataluña en la categoría de cómic, el experimento de Vannier es una disolución sobresaturada de dibujos y letras, una experiencia estética mestiza cuyo relato principal aparece resumido ya en la primera página: "Nadie es perfecto". Aquí van retratados 16 nadie.
Camille Vannier. Sins Entido. 104 páginas, 14,25 euros
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