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El mapa original de la ciudad tiene en el entorno de Alcazabilla una suerte de kilómetro cero. Su subsuelo esconde evidencias de un pasado que la arqueología se encarga de traer al presente. En los extramuros de este perímetro, un equipo de seis arqueólogos, comandados por Alejandro Pérez-Malumbres ha estado trabajando desde el pasado noviembre sobre la huella que fenicios, romanos y árabes dejaron a su paso. En los números 57, 59 y 61 de calle Granada (bajo las obras de construcción de un hotel) han hallado un Hércules de bronce de 12 centímetros datado en el siglo I a.C., junto a miles de restos de cerámica, vidrio, huesos y material vinculado a la industria pesquera.
A pesar de sus dimensiones, el buen estado de conservación de la figura herculiana permite apreciar sus detalles y dos de los atributos originales: la piel de león de Nemea y la maza correspondiente. "Es curioso que en el templo de Hércules de Cádiz no había iconografía alguna, tan sólo las dos columnas, parece ser que en época romana aparecen estos símbolos, como las inscripciones de hércules gaditanus en monedas", explica Pérez-Malumbres. La figura se encuentra ya depositada en el Museo Provincial de Málaga, donde irán a parar el resto de piezas una vez concluya la limpieza e inventariado de las mismas.
El trabajo de campo se ha desarrollado en dos fases, sobre una superficie de 313 metros cuadrados y una profundidad de 4,5 metros por debajo del nivel actual. La presencia del nivel freático (agua), habitual en cualquier cata realizada en el centro de Málaga, ha sido especialmente abundante en este sector, complicando la intervención. Además, por calle Granada discurría un antiguo cauce de río que formó allí una pequeña vaguada.
Como señala el arqueólogo, en los niveles púnicos se han encontrado muchas gravas y restos de ánforas vacías que, colocadas en batería, se empleaban como sistema de drenaje o evacuación de aguas. "La cerámica aísla muy bien la humedad, pero la mayoría de piezas de este tipo se encuentran en la península italiana, en la costa francesa, en la bahía de Cádiz y en el puerto romano de Irún, en Málaga no es tan habitual", subraya.
Los niveles más antiguos documentados en la intervención y asociados a muros y fosas datan de los siglos II-I a.C. "Se trata de una época de transición entre la población púnica de origen fenicio y la llegada del poder romano", detalla. De ahí la convivencia de cerámica campaniense (italiana de barniz negro) con inscripciones en alfabeto neopúnico, ánforas itálicas de vino con cuencos y recipientes para salazón de pescado de tradición fenicia.
El hallazgo de piezas desechadas por defectos en su cocción hace pensar la existencia de una industria de producción de salazones "muy cerca de calle Granada", sostiene Pérez-Malumbres. En el sector meridional, los técnicos han descubierto cinco piletas de garum.
Entre los hallazgos que más han sorprendido a los arqueólogos está la superposición de muros del altoimperio romano sobre algunos anteriores "encontrados a niveles muy altos, apenas a un metro de profundidad", destaca Pérez-Malumbre. Un hecho que hace suponer el uso prolongado de estos muros por encima de los musulmanes posteriores "arrasados por obras", e incluso de otras estructuras parietales del siglo XVII "apoyadas sobre muros romanos", añade el experto.
Algunos sectores de los siete excavados han destapado cinco enterramientos ya de rito cristiano y, por debajo de ellos, otras tantas incineraciones. Tras una fase de abandono de la zona "utilizada como escombrera"- matiza el arqueólogo- se ha documentado una época omeya con abundantes restos cerámicos, incluidos los del testar de un alfar, donde se arrojaban los desechos de fábrica.
Ya en el siglo X (califal) la intervención ha destapado otro conjunto de muros (unos siete) asociados a pozos de extracción de aguas. "Pudiera corresponder a un lugar de abastecimiento de aguas público, quizás la obra pía de algún personaje de la época", sugiere Pérez-Malumbres. Las catas han sacado a relucir además algunos epífisis (extremos de hueso) de ganado bovino cortados a sierra para emplearlos como bisagras con las que encajar cajas. "En el imperio romano desaparecieron", apunta.
La mayor producción de vidrio data de etapas avanzadas del Imperio Romano. En los trabajos de calle Granada se han encontrado no sólo restos de vidrio en bloques, sino gotas caídas durante su manipulación "que da indicios de que cerca había un horno vidriero", remarca el arqueólogo.
El promotor de la obra, Salsa Inmobiliaria ha costeado en su totalidad las tareas arqueológicas incluida la fase actual de catalogación de las piezas a la que los arqueólogos dedicarán los próximos tres meses.
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