Wicked | Crítica
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XX Ciclo de Conciertos de Órgano. S. I. Catedral de Málaga. Fecha: 28 de mayo. Programa: Obras de Stanley, Mozart, Ocón, Saint-Saëns, Otaño, Lemare, Gámez, entre otros. Intérpretes: Coral Santa María de la Victoria y Adalberto Martínez Solaesa (órgano). Director de la coral: Manuel Gámez López. Aforo: Completo.
Nueva cita dentro del XX Ciclo de Órgano de la Catedral de Málaga que, bajo el patrocinio del Vicerrectorado de Cultura y Relaciones Institucionales de la Universidad de Málaga, se presentó en la dualidad de la Coral Santa María de la Victoria junto a las manos expertas de Adalberto Martínez Solaesa, organista titular de la catedral y director del ciclo. Una cita que igualmente rindió un sentido homenaje al Padre Manuel Gámez López, tanto a su trayectoria profesional en el ámbito musical como muy especialmente con motivo de la edición de su obra compositiva.El concierto comenzó con el Voluntary V en re mayor/menor de Stanley, presentada para órgano solo y que, en tempo correcto y preciso, proclamó lo claro de su discurso en fiel subrayado de su natural fraseo. La partitura además sirvió de marco a los aplausos espontáneos ante la aparición del homenajeado en calidad de director de la coral.
Prosiguió la velada en solución de continuidad entre el sonido compacto del Benedictus sit Deus de Mozart junto a la interesante concepción compositiva del Benigne Fac del Miserere de nuestro insigne Eduardo Ocón. Una consecución in crescendo que se prodigó con la notable matización de Velum temple del compositor y musicólogo jesuita Nemesio Otaño junto a la deliciosa pieza Andantino en Re b del inglés Edwin Henry Lemare, ambas interpretadas en solitario por coral y órgano respectivamente.
Uno de los momentos más interesantes e intensos se resolvió con la realización de dos partituras del Padre Gámez. Dos concepciones basadas en temas melódicos recurrentes y que hicieron de su Salve Regina y, en destacado lugar, su Salve Malagueña dos momentos de gran relevancia, con el especial realce en esta última en la voz de la solista María José Pérez.
Finalmente, y tras la Sinfonía en do mayor de D'Andrea en la brillante traducción de Martínez Solaesa, cerró el concierto junto al sempiterno Haendel con el Alleluia del oratorio El Mesías, con grandes ovaciones.
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