El malagueño de edad media es el que posee un vocabulario más rico

Un estudio pionero realizado por la Universidad de Málaga analiza la competencia léxica en toda la ciudad · No es tan determinante el tiempo de estudios como el interés por el conocimiento en la etapa posterior

El tipo de contacto que se tiene con los medios de comunicación y las lecturas influyen en la riqueza de vocabulario.
El tipo de contacto que se tiene con los medios de comunicación y las lecturas influyen en la riqueza de vocabulario.
Rocío Armas / Málaga

01 de agosto 2010 - 05:00

Los universitarios no tienen por qué tener un léxico más rico que el resto de la población. Al menos no todos. Un estudio pionero realizado por la Universidad de Málaga determina que en la mitad del ciclo vital, el malagueño posee una riqueza de vocabulario mayor que la generación más joven (menos de 35 años) o que la mayor (más de 55). Los artífices de este informe, los filólogos Antonio Manuel Ávila y Juan Andrés Villena, han concluido que, entre los estudiantes de nivel superior, la edad sí que desempeña un papel "esencial" en la competencia léxica. Esto quiere decir que los hablantes instruidos nacidos aproximadamente entre 1960 y 1980 demuestran poseer un caudal de palabras más abundante y diversificado que sus compañeros más jóvenes o mayores.

"Las diferencias son amplias y están estadísticamente fundadas. La explicación podría estar en los planes educacionales", comenta Villena, coautor del libro Variación social del léxico disponible en la ciudad de Málaga. La novedad sobre la que se asienta esta investigación es que hasta la fecha se había estudiado la disponibilidad léxica en la población escolar -ambos lingüistas lo hicieron hace cuatro años con los preuniversitarios- pero no en los hablantes de una ciudad entera.

La información se ha llevado a cabo entre 2005 y 2009 a partir de una muestra de 72 informantes -"sobrepasa la media de los estudios de sociolingüística", afirma Ávila-, divididos por edad (de 20 a 34, de 35 a 54 y de 55 en adelante), sexo, y nivel educativo (estudios primarios, secundarios y universitarios).

Otra de las conclusiones más significativas es que, contra la visión tradicional, la desigualdad educacional no determina inexorablemente la ampliación del vocabulario. En el estudio del léxico se rompe. No es tan determinante el número de años que una persona estudia como lo que hace para enriquecerse cultural y léxicamente cuando ya ha terminado los estudios. "El tipo de contacto que tiene con los medios de comunicación, su interés por el aprendizaje, las lecturas, etc", añade Villena. "En igualdad de condiciones quienes han desarrollado esa tendencia tienen más competencia léxica, e incluso quienes no tienen nivel universitario pero se han interesado por el conocimiento acaban adquiriendo una competencia que puede superar al universitario", subraya el investigador. El dato es significativo, señala, porque rompe con la hipótesis clásica sobre los límites del código elaborado, y el restringido o formado por recursos propios del lenguaje vulgar. "El hecho de nacer en una familia desfavorecida no te condena a un nivel de competencia léxica menor", sostiene Villena. "La escuela debería ser uno de los procedimientos para romper ese círculo y no funciona. Quizás habría que revisarlo", añade.

Una de las variables que con más fuerza determina la disponibilidad lingüística del malagueño es la familia, y más concretamente, la figura de la madre. "No es que el nivel educacional de la madre sea decisivo, pero si crea un contexto en la familia que favorece no sólo que el niño estudie en la universidad sino que transmite la costumbre de la lectura o el cariño por el conocimiento", explica Villena. En los estudios sociológicos normalmente es el estatus del padre el que más influye en el hijo "pero lingüísticamente es la madre, y por extensión quienes se dedican a cuidar al niño sea cual sea su sexo, el factor que más influye sobre la conformación de la competencia lingüística de una persona" .

El informe revela cómo la fuerza de los lazos sociales influye negativamente en la competencia léxica. Cuanto más unido está el individuo a su red social y se abre menos al mundo menor riqueza de vocabulario tiene. Por contra, "cuando se acerca a más gente empieza a recibir fuentes muy variadas y eso hace que su capacidad léxica se enriquezca", matiza Ávila.

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