La capital de Justiniano en Occidente

Entre los años 552 y 615, tras la derrota del rey godo Agila, Málaga vivió un breve pero espléndido periodo de dominación bizantina, dentro de los planes de Constantinopla para la reinstauración del Imperio Romano

El emperador Justiniano, junto a su corte, representado en un mosaico de San Vital de Rávena (Italia) del siglo VI.
El emperador Justiniano, junto a su corte, representado en un mosaico de San Vital de Rávena (Italia) del siglo VI.
Pablo Bujalance / Málaga

09 de diciembre 2007 - 02:50

Hoy puede parecer una quimera absurda, pero, a su manera, Málaga fue en su día la capital de España. Entre los años 552 y 615 la plaza pasó a formar parte del Imperio Bizantino merced a la conquista de Justiniano; se trata de un periodo breve y todavía poco estudiado, pero de importancia decisiva por cuanto puso a la ciudad por primera vez en plena conexión con el Mediterráneo oriental, en un anticipo de lo que sería después la Málaga musulmana. Los hechos fueron narrados por el historiador Procopio, contemporáneo de Justiniano (527-565), y constituyen uno de los episodios clave en el devenir de Málaga, coronada como potencia económica de primer orden ya bajo el mandato de Roma. La entrada en juego de Bizancio se quedó en lo que no pudo ser y no fue, pero el germen de una ciudad orientalizada quedó injertado y floreció después a la sombra del Islam.

Sin dar muchos rodeos, puede afirmarse que la aparición de la Málaga bizantina fue una consecuencia de la subida al trono de Hispania del rey godo Agila en 549. El origen estrictamente visigodo del monarca provocó la rebeldía de numerosas ciudades de la antigua provincia Bética, como Córdoba (donde se celebró la primera batalla en la que fue derrotado Agila, quien huyó posteriormente a Mérida), Sevilla y Málaga. Éstas hicieron frente común a las órdenes del noble Atanagildo contra Agila, y es aquí donde la Historia presenta dos hipótesis diferentes: la que defiende que fue el rey legítimo el que solicitó la ayuda de los bizantinos (asentados ya en el norte de África) y la que sostiene que la petición partió de los emisarios de Atanagildo. Sea como fuere, Justiniano envió sus tropas comandadas por Liberio en el verano de 552 y aprovechó la división visigoda para hacerse con el gobierno de buena parte de la Hispania de la época, hasta dominar una extensión prolongada desde el sur de la Península hasta Levante y Baleares; mientras, Agila moría asesinado en Mérida en 555 y Atanagildo se ceñía la corona, aunque con medio territorio perdido. La primera ciudad plenamente conquistada por Bizancio y convertida en capital de la nueva provincia del imperio, Spania, sería Málaga.

La ciudad entró a formar parte del Imperio Bizantino, conocido también como Imperio Romano de Oriente, en pleno apogeo del mismo. Tras el traslado de la capital del Imperio Romano a Constantinopla (hoy Estambul) en 330 a cargo de Constantino El Grande y la fundación propiamente dicha en 476 tras la caída del último emperador romano de Occidente, Rómulo Augústulo, a manos de los vándalos, Justiniano ejerció su poder de emperador de manera ambiciosa y proyectó una Bizancio hegemónica como nuevo Imperio Romano en todo el mundo conocido. Con militares legendarios como Belisario, Justiniano anexionó toda Italia, la antigua provincia romana de África (desde Egipto hasta Marruecos) y los territorios ibéricos reunidos en la provincia de Spania. Bajo su mandato se levantó la Catedral de Santa Sofía, el mayor templo cristiano del mundo hasta la construcción de San Pedro del Vaticano, transformado en mezquita tras la invasión del Imperio Otomano en 1453 y hoy convertido en museo. La muerte de Justiniano sumergió a Bizancio en una época oscura de la que nunca se reparó.

La Málaga bizantina, capital del Imperio de Justiniano en Occidente, terminó en 615, cuando el rey Sisebuto la recuperó para los godos. Su influencia como puerto estratégico en plena alianza con Oriente la catapultó a un esplendor de la que aún hoy es deudora.

stats