Rafael Rodríguez Prieto

También somos griegos

la tribuna

01 de julio 2011 - 01:00

DÍAS y horas tristes para la democracia en Europa. La situación a la que nos enfrentamos puede asemejarse a la emergencia de los totalitarismos en los años treinta del pasado siglo. Las manifestaciones y el contexto son diferentes, pero los efectos sobre la democracia pueden ser parecidos. La historia demuestra que el liberalismo resuelve sus crisis con el totalitarismo.

La UE, junto con el FMI y las grandes corporaciones, que presionan con gran éxito en las instituciones europeas, han suspendido el Gobierno representativo en Grecia. No se puede mantener un mínimo de rigor y aceptar como democrático un país en el que sus ciudadanos no pueden decidir sobre asuntos trascendentales. La UE ha dinamitado el Parlamento griego con un plan injusto e ineficaz. Grecia habrá aceptado, pero los griegos no.

Injusto e ineficaz porque una vez más pagan los que no tienen responsabilidades importantes en la situación creada y porque, de seguir por esta senda, Grecia jamás saldrá de la crisis. Se convertirá en el heroinómano que necesita cada vez más dosis de la droga que lo mata. El castigo a las rentas medias y bajas limitará el consumo, con lo que la gente y el Estado se endeudarán cada vez más. ¿No decían lo mismo en el primer rescate? Errar es humano, pero persistir en el error es de banqueros y de políticos serviles. Y es que los bancos son los únicos beneficiarios de estas recetas. Es decir, aquellos que son de los mayores responsables del problema son beneficiados descaradamente con la presunta resolución del mismo.

Las agencias de calificación de riesgo, en connivencia dolosa con los bancos, aumentan de manera artificial el riesgo, con lo que el diferencial de la deuda sube y "los mercados" exigen más y más sacrificios a los ciudadanos. Al mismo tiempo, los bancos reciben préstamos del Banco Central Europeo al 1% de interés, para comprar deuda de los estados de la que sacan unos intereses de entre un 7% y un 13%. Eso sí: el Banco Central Europeo no puede prestar a los estados, sólo a los bancos que tienden la soga sobre los servicios públicos. Las corporaciones comprarán a precio de saldo empresas públicas privatizadas y ocuparán el lugar del Estado en servicios públicos como la sanidad o la educación. Grecia terminará endeudándose para pagar los intereses de su deuda. ¿Les suena?

Esto es como si en EEUU, después del crack del 29, en vez de salir de la crisis con medidas de expansión del gasto público, que posibilitaron el aumento de la demanda interna y de los puestos de trabajo, hubieran puesto en marcha el tipo de recetas ya fracasadas en los años 90 en América Latina. Las mismas, por cierto, que quiere imponer la UE a Grecia. ¿Ha parado la emigración latinoamericana a EEUU o Europa? No. En estos estados la concentración de la riqueza ha aumentado y la vida para las clases medias y bajas ha empeorado.

Comienza a oírse un mensaje racista por Europa para justificar todo. PIGS, vagos, etc. Acusan a los ciudadanos de vivir por "encima de sus posibilidades", mientras todos los indicadores muestran el irresistible crecimiento de la renta de los ricos en detrimento del resto de los ciudadanos. Los precios suben y los salarios se estancan o bajan. Estados como Portugal, Grecia o España tienen unos estados del bienestar muy inferiores al resto de los países de la UE. Entre otras cosas, porque en estos estados las rentas altas pagan infinitamente menos impuestos que en otros como Suecia. Así, recaudar, como se pone de manifiesto últimamente desde la Agencia Tributaria, se convierte en una quimera.

Todo el peso termina recayendo en la clase media que cada día se empobrece más, limitando el consumo y, cuando no le queda más remedio, endeudándose con unos intereses abusivos. Eso sí: que no le falte dinero del contribuyente a los bancos. ¿Qué clase de justicia es ésta donde a los culpables no sólo se les exonera de cualquier responsabilidad, sino además se les premia? Salvo milagro, España será intervenida oficialmente. El totalitarismo ya no se nos muestra como un señor bajito con bigote, sino con el lustre que aporta la última corbata de Armani. No se escuchan grandilocuentes discursos o desfiles triunfales. Sólo la machacona y cansina repetición de los mismos mensajes neoliberales procedentes de la mayoría de los departamentos de economía de las universidades, dedicados a justificar la dictadura de los muy ricos. Al debate de ideas oponen el dogma; al razonamiento y contextualización de los problemas, su estadística disfrazada de matemática.

Gramsci dijo que la crisis es el periodo en que lo viejo se está muriendo y lo nuevo está aún por nacer. Los ciudadanos podemos y debemos cambiar esta situación. El 15-M es una base para hacerlo.

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