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Rafael Sánchez Saus
¿Réquiem por Muface?
la tribuna
ÚLTIMAMENTE escuchamos mucho hablar de la mediación, y se emplea en numerosas ocasiones como sinónimo de arbitraje, conciliación, pero, ¿que es realmente la mediación? La mediación familiar es un proceso voluntario que persigue la solución extrajudicial de los conflictos surgidos en distintos ámbitos, ya sea conflictos familiares, (divorcios, custodias de menores, herencias… ) conflictos civiles o mercantiles, en asuntos de deudas, interpretación de contratos, e incluso la mediación hipotecaria puede dar respuesta a los conflictos de desahucios, por desgracia tan frecuentes en nuestros días. También encontramos experiencias de mediación penal, donde es posible que la víctima encuentre un espacio donde sea escuchado (fuera del formalismo del proceso penal) y en la medida de lo posible sea reparado el daño sufrido, y por otro lado el infractor repare el daño ocasionado y ofrezca un perdón sincero a la víctima, pudiendo obtener beneficios en la pena impuesta.
En todas estas experiencias de mediación intervienen mediadores, uno o más profesionales cualificados, imparciales, y cuya finalidad es posibilitar vías de diálogo y la búsqueda en común del acuerdo.
Es importante resaltar de esta definición el papel del mediador, como persona imparcial y neutral, que no es protagonista del proceso de mediación, sino que son las partes en conflicto las que buscan una solución amistosa que satisfaga sus propios intereses y necesidades.
En relación a la mediación familiar, nos encontramos con mucha frecuencia con procesos judiciales donde los jueces aplicando las leyes toman decisiones judiciales que no dan soluciones que satisfagan realmente las necesidades de las partes en conflicto, y esto origina continuas reclamaciones por incumplimientos reiterados de los acuerdos aprobados en los Juzgados de Familia. Esto se debe a que a las partes se les imponen decisiones que no han asumido voluntariamente como las mejores para su caso particular.
Es decir, en los divorcios o procesos de custodia de menores, no se analizan en profundidad cuales son sus necesidades e intereses de todas las partes implicadas, y especialmente cuales son las necesidades de los menores, los principales perjudicados en los conflictos familiares. Por ello, nos estamos olvidando de la esencia de la familia, de la esencia de la pareja, que son ellos y no terceros ajenos (abogados, fiscales y jueces) los que tienen en sus manos el poder de hallar una solución a sus problemas.
Las negociaciones en una mediación pueden tener lugar cuando las partes en una disputa han reconocido su existencia, acuerdan la necesidad de resolverla y se comprometen activamente en un proceso diseñado para solucionar la misma.
Las parejas y las familias que acuden voluntariamente al servicio de mediación deben hacer un gran esfuerzo para entender las reglas de la mediación.
Hoy en día, podemos darnos cuenta del gran número de problemas que tienen que afrontar las familias: desempleo, separaciones, problemas de comunicación con los hijos, problemas de comunicación con la pareja, violencia doméstica. Y todo ello va paralelo a los cambios que se producen en nuestra sociedad y en la estructura familiar, dejando paso la familia extensa a la familia nuclear y la familia monoparental.
La mediación como proceso que facilita la comunicación entre personas que están en conflicto intenta mostrar un camino hacia la solución de los problemas familiares.
En demasiadas ocasiones, vemos a las partes más preocupadas en negociar en términos "ganar o perder", que se olvidan de las personas que sufren las consecuencias de esta negociación. La mediación desarrollada adecuadamente debe situarnos en un espacio de "ganar-ganar", todos ceden y todos ganan, en el que pueden lograrse soluciones con la creación de nuevo valor para ambas (lo que gana una no lo pierde la otra, sino que obtiene otra ganancia).
Nuestra sociedad muestra graves problemas de comunicación, de diálogo, que deja paso en demasiadas ocasiones a la violencia. Nos falta tiempo, nos falta un espacio y el lugar adecuado para hablar, escuchar, para entenderse. Poco a poco, como sociedad en continuo crecimiento hemos ganado independencia, autonomía, sabiduría, competitividad, pero hemos perdido en el camino algo importante, algo que sólo podemos apreciar en poblaciones pequeñas, los valores morales, la solidaridad, el compañerismos, la comprensión y el entendimiento.
La mediación debe ofrecerse a los ciudadanos como un espacio para que la comunicación fluya y se aparquen egoísmos y posiciones cerradas donde no cabe espacio para la empatía, es decir la capacidad de ponernos en el lugar del otro.
En conclusión, la mediación es un nuevo reto actualmente para la sociedad española y donde todos los profesionales estamos comprometidos en promover una nueva cultura donde la mediación se convierta en una actitud permanente de fomento de la escucha activa, ponerse en el lugar del otro y buscar con imaginación formas alternativas a la resolución de conflictos de toda índole.
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