Contra Córdoba

PARECE que por fin hay movimiento en torno a la candidatura de Málaga para la Capitalidad Cultural de Málaga en 2016. A pesar de la confusión sobre quién diantre va a redactar el proyecto (que si Paul Chevillard, luego la empresa Ingenia Qed con un presupuesto de 100.000 euros, luego ésta contrata a Fernando Huici; parece que el informe que entregó el francés hace unos días no ha satisfecho a los promotores de la iniciativa), el anuncio de la puesta en marcha de la Fundación ha surtido efecto y ésta, aun sin estar legalmente constituida, ya ha recibido más de 200 propuestas ciudadanas. Es una buena noticia. Lo que no me acaba de gustar es el modo en que la connotación de competencia entre ciudades se acentúa conforme avanzan los plazos. No creo que sea una política inteligente. En el caso de Córdoba, que desde el principio ha sido considerada competidora directa de Málaga (categoría dudosa y arbitraria), las valoraciones que se hacían y se hacen desde la candidatura malagueña, con el alcalde y Miguel Briones a la cabeza, tienden a menospreciar su proyecto por considerarlo basado en el patrimonio histórico, algo que, dicen, no interesa demasiado a los árbitros europeos. Yo no estaría tan seguro. El patrimonio histórico constituye un recurso ideal para crear cultura contemporánea, algo en lo que Málaga no se ha mostrado precisamente hábil. Alguna vez he escuchado a Briones tachar la Noche blanca del flamenco cordobesa de costumbrista, pero a mí, la verdad, me interesa más que la de Málaga por su singularidad, porque no es un molde adaptado. Sería fantástico, ya que no pudo ser la candidatura única (la promesa de apoyo mutuo en caso de que una de las dos gane es un mero pastiche), colaborar desde Málaga con un ciclo como Cosmopoética, que ha logrado implicar a toda Córdoba en un asunto tan poco comercial como la poesía. Yo siento la cultura cordobesa como propia, igual que la malagueña. Si hay que competir, pido tablas.