El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
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Luces y sombras
DIFÍCIL disyuntiva si la ilusión que debe generar un proyecto de una envergadura casi desconocida para la provincia de Málaga se presenta al final como la especie invasora que aniquilará el modo de vida tradicional de una rica comarca como la de Antequera. Me refiero al anillo ferroviario que impulsa Adif y su tutor, el Ministerio de Fomento. Han elegido la planicie de esta vega agrícola como terreno propicio para construir un circuito de pruebas para Fórmulas 1 de los ferrocarriles. Un trazado que permitirá probar trenes que en el futuro cubrirán el trayecto Málaga-Madrid en una hora.
Un cinturón de ensayos único en Europa, ligado a un centro de investigación en el PTA que debe servir de vivero para atraer a la zona a todas las empresas directa o indirectamente vinculadas al sector del transporte.
He leído con detenimiento las alegaciones de Asaja en contra del proyecto. Creo que muchas de las consideraciones que expone son ciertas y que en la génesis de la idea se han podido cometer errores de bulto. Pero desapruebo la alternativa que proponen: "Llévense esto a otra parte y déjenos como estamos". El campo no es la panacea y su futuro será más incierto en cuando la Unión Europea cierre o reduzca ese cuantioso grifo de ayudas de la llamada Política Agraria Común, un sistema proteccionista de nuestra vida occidental frente a países menos desarrollados. Su peso económico en esta provincia tampoco es determinante y los jornales que genera son insuficientes para permitir siquiera que todos los trabajadores perciban un subsidio de paro con la cotización por esas peonadas.
El anillo no puede ser un enemigo mortal del campo. Hay que minimizar su impacto, aunque lo tendrá, y que conviva en la máxima superficie posible con esa importante labor agrícola. Hay que exigir un esfuerzo para permeabilizar lo máximo las comunicaciones, porque no hay barreras insalvables. Solidarizarnos con los expropiados. Que se pague un precio justo, porque el interés general es evidente. A riesgo de equivocarme, creo que estamos ante una gran oportunidad histórica para Málaga, ligada al campus de excelencia Andalucía Tech. Una alternativa seria para complementar un modelo productivo débil. Un anillo, no una soga.
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