La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
el prisma
CUESTA trabajo no simpatizar de alguna forma con los integrantes del Movimiento 15-M. Con trabajo o sin él, a cualquiera le entran ganas de estampar sus zapatos contra el escaparate de su sucursal bancaria, de plantarse en mitad de la plaza a gritar basta, de expresar su hartazgo de alguna forma que no sea la de no ir a votar el próximo domingo o votar el blanco.
Es mentira que los partidos reaccionen ante la alta abstención, que se den por aludidos. Los vote mucha o poca gente, el único momento en que la partitocracia que gobierna, cual dictadura, este país, simula ser sensible a las necesidades y demandas de los ciudadanos es en las campañas electorales. A partir del lunes se acabaron los Centrados en ti, Juntos hacemos Málaga, Dale la vuelta a Málaga, Contigo es posible y demás mensajes vacíos que llenan estos días ciudades y pueblos. Es sencillamente mentira. Si a los partidos les interesara de verdad la democracia, dejarían de ser pequeñas sectas dedicadas a la promoción de sus miembros, aprobarían listas abiertas, las primarias obligatorias y el voto cada cuatro años no equivaldría a un cheque en blanco. Pero el sistema no está podrido sólo por los políticos. La corrupción moral afecta a toda la sociedad.
¿Acaso no es necesaria también una profunda revolución en los demás estamentos? ¿Pueden estar satisfechos de su labor los sindicatos, sumarse a estas protestas como si la rebelión no fuera también contra ellos? ¿Tienen derecho a quejarse las organizaciones empresariales, que se han repartido en comandita con las organizaciones sindicales miles de millones de euros en fondos de formación, con escandaloso lucro de muchos mal llamados "emprendedores"? Que levante la mano el empresario que no viva de una u otra forma del mamoneo de la teta pública. ¿Podemos sinceramente los medios de comunicación tener el cinismo de editorializar sobre la necesidad de cambios sin que esos pasen también por nosotros? ¿A quién sirven las radios, las teles, los periódicos, a la sociedad o a las instituciones y los partidos que los gobiernan? No, por favor, no respondan.
El cambio es más necesario que nunca. No es tolerable que muchos se hayan hecho millonarios con la crisis, que los hipotecados paguemos a cuarenta años las fortunas de los especuladores, que no haya trabajo para quien pasa años preparándose, que los funcionarios sean intocables, incluso los que no quieren trabajar. Pero más que acampando en la calle, la primera rebelión empieza en uno mismo. En revisar su conducta y ver si no está defraudando, de alguna forma, a los demás. De nada vale tener otro mayo del 68 para que una generación tenga derecho a las malas prácticas de la anterior. El rearme moral, la revolución, empieza en casa.
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