El OAKA pone el tope (69-60)

Euroliga

El Unicaja se rinde tras competir durante 25 minutos ante el Panathinaikos. Diamantidis gobernó el partido a su antojo. El equipo ya está eliminado matemáticamente del torneo.

El OAKA pone el tope (69-60)
El OAKA pone el tope (69-60)
José Manuel Olías

03 de abril 2014 - 21:57

El Unicaja escribió su epitafio europeo en esta campaña en el OAKA. Si había que morir era buen lugar para hacerlo, ante un hexacampeón europeo como el Panathinaikos (69-60) y en una cancha dura y legendaria. En el fondo la Euroliga, la competición, colocó ayer al Unicaja en su tope natural, seguramente no está entre los ocho mejores equipos del continente, menos con la plaga de lesiones que ha sufrido en un instante capital de la competición. El partido que realizó Caner-Medley, al que se le alaba la voluntad de ayudar ,pero restó más que sumó, es un botón de esa inferioridad amplificada por los problemas físicos.

Un dignísimo Top 16, por momentos notable, se acabó competitivamente en Atenas, en un agujero negro en el tercer cuarto del que no supo escapar el cuadro de Joan Plaza, al que cuatro derrotas consecutivas han dejado en la calle cuando quizás se pensó que pudo llegar más lejos. El transcurrir de los encuentros clarificó que la derrota en Estambul fue determinante. Las posibilidades de victoria en la secuencia posterior con Barcelona, Olympiacos y Panathinaikos no existieron. Estos tres equipos y el sobresaliente Olimpia de Milán estarán en el Top 8.

Se puede pensar que éste es un PAO pobretón al que se le pudo meter mano. Se pensaba, de hecho, en el minuto 25 de partido, cuando se empataba (37-37) después de una labor de hormiga que duró 20 minutos para remontar un mal inicio. Pero quien minusvalore a un equipo en el que juega Dimitris Diamantidis no tiene ni idea de este deporte, aunque sea el peor PAO de este siglo. Con 33 años, el mago de Kastoria aún tiene baloncesto para imantar y dominar partidos en su competición fetiche, en la que ha construido su leyenda. El partido se jugó siempre, salvo algún momento puntual, en los parámetros que quiso el zurdo griego. Plaza le colocó diferentes defensores, pero en esta clase de encuentros la diferencia la marcan jugadores como él. Afortunadamente, hay un resquicio aún para el talento. 13 puntos, los del número de su camiseta que un día colgará del OAKA, seis asistencias, cuatro rebotes, ocho faltas recibidas, 31 de valoración... Los número sólo ofrecen una aproximación al dominio que ejerció 3D (Dimitris, Diamantidis, Defensa) en los dos lados de la pista. Decidió como lo que es, un crack con difícil comparación en Europa.

Finalizó, pues, la participación cajista con opciones reales, quedan un partido de broche el viernes ante el Milán, intrascendente. El objetivo ahora es amarrar completamente la licencia para años venideros, por donde pasa la pervivencia en la superélite del Unicaja. Son años interesantes y de inflexión. En momentos puntuales, no obstante, se soñó ayer con que era posible. Empezó el Unicaja por arriba (2-6) con un Fran poderoso, viviendo del rebote de ataque (10, uno por minuto, en el primer cuarto). Pero dominar los rechaces vale si se puede correr en los defensivos o si se mete después en los ofensivos. Sólo servía para disminuir, algo es algo, la cantidad de ataques del Panathinaikos, que no era malo porque los griegos, hasta que la defensa malagueña se ajustó, generaban ventajas para anotar cerca del aro con relativa sencillez. No desde lejos (4/23 entre los dos equipos al descanso), pero sí en situaciones propicias cerca de la canasta. Diamantidis mecía la cuna, palabras mayores. La respuesta del PAO fue un parcial de 14-1, tras el cual Plaza pidió tiempo muerto. Atasco ofensivo, a veces por una deficiente circulación y a veces por una falta de precisión preocupante, desde lejos y desde cerca.

El equipo de Alvertis ponía ladrillos de distancia (19-12 al final del primer cuarto, 24-12, tope, tras canasta de Batiste) y el Unicaja no veía aro. Hasta 0/10 llegó a lucir en su porcentaje de triples. Y ahí emergió Toolson, con dos consecutivos, para cambiarle el aire al encuentro. Meter desde fuera es comprar oxígeno y espacios. El norteamericano encontró monedas para abrir el partido. Se notaba también la vuelta de Fran Vázquez, capital defensivamente en duelos de este calado, para fortificar el aro propio. Muy buenos minutos de Domas Sabonis, que mejoraba a un Caner-Medley al que se le veía indeciso a la hora de encarar el aro. Y un partido abierto al descanso (33-28).

Stimac empató (37-37), pero alcanzada esa meta volante después de remontar pacientemente durante 20 minutos, tres de desaplicación permitieron un parcial de 10-0 para el PAO, con Diamantidis al comando. Tanto nadar y escalar para perder ahí el tren. Poco que reprochar al Unicaja, con sus limitaciones y defectos casi siempre competitivo. Pero con lesiones y sin plenitud ésta es la realidad del equipo. Su lugar natural en el continente. Que no es poco.

FICHA TÉCNICA:

PANATHINAIKOS: Ukic (7), Diamantidis (13), Maciulis (5), Fotsis (4) y Lasme (10) -cinco inicial-; Curry (8), Batiste (3), Mavrokefalidis (3), Gist (6), Bramos (8), y Wright (2).

UNICAJA: Calloway, Dragic (6), Kuzminskas (2), Caner-Medley (1) y Vázquez (8) -cinco inicial-; Stimac (12), Urtasun (3), Suárez (7), Granger (8), Toolson (6) y Sabonis (7)

PARCIALES: 19-12, 14-16, 22-13, 14-19.

ÁRBITROS: Belosevic (SER), Rocha (POR), Javor (ESL). Eliminado por faltas Mavrokefalidis.

PABELLÓN: OAKA. 13.200 espectadores.

stats