"Lo que tenemos en la cabeza creo que va a ilusionar mucho"

Joan Plaza. Entrenador del Unicaja

El entrenador cajista hace balance de una temporada muy intensa que tuvo "un final de película" Ya imagina la próxima campaña y considera esencial "no perder esta buena ola"

"Lo que tenemos en la cabeza creo que va a ilusionar mucho"
"Lo que tenemos en la cabeza creo que va a ilusionar mucho"
José Manuel Olías Málaga

16 de junio 2014 - 05:02

A Joan Plaza (Barcelona, 1963) se le advierte contento por su primer año en el Unicaja. Hace balance, después de dejar reposados unos días la eliminación, en Málaga Hoy y transmite satisfacción, convicción y optimismo a la hora de mirar al futuro. No quiere que se desaproveche este viento favorable que su equipo ha generado, con un mes final en el que el mejor triunfo es haber contemplado un Carpena enfervorecido tras un trienio muy oscuro.

-Ayer hablaba con un amigo y me dijo que estaba cabreado con usted. "Se metió del tirón para el vestuario y ni se despidió de nosotros", me decía.

-Hubiera estado bien que alguien me hubiera avisado, sí. Pero acaba el partido y te vas derrotado por el cansancio y decepcionado por no competir en los últimos minutos. Me llegaron rápidamente las imágenes de esa noche y sí, claro debería haber estado allí. Merecían que les hubiera dado las gracias también.

-¿Esa espontaneidad de la vuelta al campo de su equipo entre los vítores del Carpena significa que se le ha recuperado?

-He repasado hoy mi primera ruede de prensa, en la que estuve junto a Manolo Rubia, Carlos Jiménez y el presidente. Quería saber si 11 meses después estábamos donde queríamos. Y estoy plenamente satisfecho de lo que dije entonces y de lo que ha acabado pasando. Recuperar al público era el reto más importante, más que ganar algo. Las últimas semanas han sido casi un final de película, excelente. Ese objetivo se ha cumplido. Quizá hemos enganchado a ese gente para el año que viene. Desde el club me dicen que mucha gente llamó para preguntar por el abono próximo. El club ha hecho un esfuerzo para abaratar el abono para el año que viene. Hemos perdido, pero siempre hemos dado la cara, asumiendo déficits de experiencia o presupuesto. Esa competitividad que está en lo alto de la pirámide de mis objetivos se ha conseguido. Ver ese ambiente fenomenal, que gente que estuvo cuando se ganaron títulos te digan que este equipo le haya recordado aquello... Y que por recuperar eso, por el himno, por los leds o por lo que sea lo ha disfrutado tanto es un halago a nuestro trabajo.

-Ahora eso que cultivarlo y regarlo. ¿Cómo?

-Con todos los estratos del club. Lo vengo comentado con todos en petit comité desde meses atrás. Hay que aprovechar esta ola, esta tendencia con la que hemos transmitido e ilusionado. Limar las cosas que se hayan hecho mal, a veces en aspectos ínfimos que parece que no importan pero sí tiene en cuenta la gente. A lo mejor, cosas como contar con gente histórica del club. Sería una torpeza por parte de todos si no aprovechamos esta buena onda que se ha generado.

-¿La idea del club que tenía antes de venir difiere mucho de la que ahora analiza?

-Siempre dije que callaré antes que mentir. Hay cosas mejorables que lo siguen siendo, desde cosas sencillas a estructuras o planteamientos. Hace varias semanas le dije a los jefes que se diseñe una idea clara de club para saber de qué vivimos o de qué morimos. ¿Queremos hacer crecer a jóvenes de casa? ¿Queremos estar en finales o Top 8?

-¿Detecta indefinición?

-Con mis ayudantes hablaba ayer de que todo lo hecho este año nos debe ayudar para que la política que hemos establecido sirva al club, que es por el bien del club. Estaré aquí uno, dos o no sé cuantos años más, pero me iré, como se irán jugadores o ayudantes. Lo que propongo es por el bien de la entidad. Si se han de dar pasos adelante debemos ser más duros en todo. Hay que clarificar las políticas, no dar bandazos. Se lo he dicho en privado a quien debo y por eso lo digo en público. Ex jugadores, ex entrenadores, periodistas reputados, gente que ame este club... Todos deben contribuir a diseñar lo que este club quiere ser. Soy muy distino a Repesa, Repesa es muy distino a Aíto y a Casimiro o Chus Mateo. No se puede fichar a 26 jugadores en tres años. Hay que planificar con consecuencia, hay que crear una línea. Este año habrá ayudado a recuperar, a nivel de calle, la fe de la gente, que se había perdido. Se ha visto un baloncesto plástico, divertido, duro, intenso. A nivel de pista se ha de mantener, a nivel de club se debe definir el qué, cómo se llevan las manijas.

-Los mejores años de este club han estado vinculados a la figura de un entrenador con mucho poder, que rebasaba los límites de la pista. ¿Le gusta? ¿Le seduce ser una bandera?

-De lo que se trata es de no ser un actor. Si esas personas que llevaron las manijas fueron Sergio Scariolo o Boza Maljkovic... Pues yo soy yo. Soy muy distinto de ellos, pero creo que lo que queríamos era lo mismo. Soy prudente a la hora de plantear cambios, no soy más que un entrenador de los cuatro que han pasado en los últimos dos o tres años por aquí. Cuando eres una persona estable en un sitio igual puedes hacer algo más. Yo tenía que demostrar que podía pilotar esta nave y no sé si ahora me escucharán más o menos. Hay aspectos que no domino, aunque tenga nociones, como la dirección general, el marketing o lo que sea. No quiero imponer nada, simplemente sugerir, debatir o escuchar.

-¿Y cómo se ha sentido pilotando esa nave?

-Llega un momento en tu vida en el que no te das cuenta pero te has establecido tu propia filosofía de vida y de trabajo. Te sientes seguro de las armas que te dan. Éste era un reto muy bonito, pero tenía miedo. Habían pasado muchos entrenadores buenos, la masa social estaba descontenta... Al mismo tiempo yo tenía mucha seguridad en mi trabajo. Soy arisco, tosco y lo sé. Peleo por cambiarlo. Hay que vincular a un staff y que 13 jugadores olviden sus egos, tengo fe en que eso lo puedo conseguir, pero cada club es distinto. He visto que la gente cercana se ha ido acercando a las pautas que marcabas. La gente de oficina, la de prensa, los entrenadores, los médicos, los fisios... Creo que han entendido que yo no venía de paso. Me siento respetado y querido por ellos y creo que es recíproco.

-¿Le valen muchos de estos 13 jugadores para el año que viene?

-Lo ideal es cambiar los menos jugadores posibles. El criterio que hemos abordado hasta ahora ha sido examinar los jugadores que hemos tenido. Hay jugadores que hacen un rush final muy bueno de temporada, eso debemos ponerlo también sobre la mesa. De los 12, de Domas ya sabíamos que no seguiría, espero que sigan los máximos posibles. Prescindiendo de alguien o trayendo a alguien siempre para dar un paso más.

-¿Le ha cambiado la percepción de algún jugador en estos play off?

-Antes, ya en los dos últimos meses. Por mi forma de entrenar, aunque a veces consigues victorias al inicio, soy perfeccionista, pero trabajo en el hábito del jugador, no en el mecanismo. Procuro convencer al jugador de que es mejor pasar a una mano que a dos, que en una penetración es mejor pasarla picado que al pecho, que usen una mano para manotear y otra para negar. Mi trabajo es que esa información quede en su disco duro. Y ha salido en los dos últimos meses. Y sí, las dudas que tenía sobre algunos en Navidad se han ido disipadando.

-¿Cómo se transmite ese socialismo que fomenta, sin que nadie destaque por arriba ni se descuelgue?

-Es gente joven, que tiene unos agentes, unas parejas y hasta su propia línea deportiva. Hay mucha gente a su alrededor que les influye para que intenten ser fundamentales. Hay que controlar ese ego. Les dije a principios de temporada que ninguno de ellos estaría encabezando la lista de mejores en la ACB o Euroliga pero el equipo estaría muy cerca de los mejores. Esto, que suena a filosofía barata en verano, acabaron asumiéndolo y se encuentran a gusto. Vivimos del talento de los jugadores. Un día saldrá el de uno y otro día el de otro, pero nos vamos a alegrar por igual.

-La Euroliga parece que es el tren del que no hay que apearse bajo ningún concepto. ¿Siente que igual en Málaga no se valora adecuadamente lo que es competir ahí?

-Es fundamental. He vivido fuera, en Lituania, y sigues viendo que la ACB es la organización mejor montada en Europa, con todos nuestros problemas. La Euroliga es pujante, va a seguir creciendo. Es muy importante para nosotros que la gente nos ayude en días entre semana como en esta fase final. "Antes de que te vayas vas a ver el metro funcionar", me decían el otro día. Espero que sí, que todo sean facilidades para ver al equipo. Las teles, los patrocinadores... Van a lo que crece más, que es la Euroliga. La ACB es fuerte, pero la Euroliga es una competición continental y el Unicaja lleva una década entre los 16 mejores, eso es un aval enorme. Que el club lo asuma, el aficionado lo entienda y que nosotros lo potenciemos, llegando más lejos que se pueda. La Euroliga es el futuro.

-Ha estado en los clubes quizá más importantes de España y Lituania. ¿Cómo importa el baloncesto en Málaga?

-Respetando mucho a lo que ha hecho el fútbol aquí en los últimos años, en Málaga hay cabida para los dos deportes de sobra. Si algo se conoce de Málaga deportivamente en los últimos 25 años es el baloncesto. La gente puede estar disgustada con los resultados o la política del club, pero Málaga es un referente a nivel de baloncesto. Debemos mejorar nuestra relación con el fútbol, con el balonmano y con todo deporte. Todos nos podemos valer de todos.

-¿Y como ciudad qué le parece?

-Tengo una imagen muy positiva. He estado a gusto aunque no haya vivido mucho la calle. Recibimos cariño y también tristeza con la Copa. Es una ciudad rica para seguir conociendo. A mí que me gusta escribir detecto que es una ciudad rica de rincones, instantes, momentos, con gente abierta y tolerante. El mar ayuda... Es un gran lugar para vivir, entiendo que mucha gente de otros países decida acabar su vida aquí.

-Dice que habla siempre, incluso viaja ex profeso para tener un encuentro, con todo aquel jugador que ficha para su equipo. ¿Han existido ya esos encuentros para el año que viene?

-Sí me he interesado por saber la situación de algunos de ellos. Antes de plantear algún fichaje me interesa saber qué piensa su ex entrenador, ex compañeros que yo haya entrenado, conocer su situación personal... Si un jugador cambia cada año de equipo, aunque sea muy bueno, igual no es la mejor señal. Mira, yo iba a las ligas de verano de la NBA, estuve allí 10 años, con un cuadernito muy cutre de cuadraditos para captar sensaciones de jugadores. Y había scouts de la NBA que definían si cada jugador tenía mirada de tigre, león o de jirafa.

-¿Tigre y león?

-A veces alguien es menos indolente de lo que parece. Ahora que vemos las finales de la NBA, estamos viendo en los Spurs a Kawhi Leonard, que es una fiera que parece dormida. Pero normalmente el lenguaje corporal transmite, cuando alguien se protege los brazos o se pone la mano en la boca denota timidez. Me interesa conocer todo eso antes de decirle a la dirección deportiva que yo iría por éste o por aquel jugador. Hablar con alguno no, saben al 100% del Unicaja, pero sí averigüé procederes de los que nos pueden interesar.

-¿Le ilusiona lo que tiene en la cabeza para el año que viene? ¿Va a ilusionar?

-Creo que sí y creo que mucho. Creo que sí y creo que mucho [repite dos veces]. Ahora te tienes que sentar con presidente, gerente y directores técnicos y quiero que todos aporten su idea para el año que viene. La idea que yo tengo es ilusionante para un entrenador, para el aficionado y para el baloncesto español y europeo. Una consecuencia de hacer las cosas bien es que jugadores que no pensabas que se plantearan venir a Málaga te demuestren su predisposición, agentes que no tenían este lugar en cuenta lo ven como una plataforma. Hay mucha gente a la que le apetece venir aquí. Aunque, claro, esto es como los melones, hasta que no abres no lo calas. Yo creo que la plantilla que ahora intuímos puede ser bonita, muy bonita.

-¿Cuál es su actividad veraniega?

-Hay entrenadores que son capaces de hacer sus cosas, correr, oxigenarse o viajar durante la temporada. Yo acabo los partidos exhausto y las temporadas muerto. Soy un privilegiado y no entiendo otra cosa que dar el 100% de mí. Ahora nos reuniremos con los jefes y marcaremos las pautas a seguir. Una vez decidamos que vamos en esta u otra dirección, pues ir a hablar con los jugadores, como estamos aquí ahora, cara a cara para que nadie se sienta engañado. La historia te va dando un perfil, quien venga sabe qué criterios utilizas. En cualquier caso prefiero mirar a los ojos y que nunca se sienta engañado el jugador. En todo este año no ha habido problemas con ningún jugador porque no ha habido una mentira.

-¿Ese día que convocó a las 8 de la mañana a la plantilla tras perder con el Joventut fue el momento más duro?

-Has de recordarle a la gente que trabaja no sólo para su salario y sus familias, sino para una masa social. Una o dos veces al año hay que recordarle que a la gente que va a verte le cuesta una parte importante de sus sueldos. Alguna vez hay que zarandearlos. Pretendía levantarlos temprano y que durara una hora y media o dos, pero hubo un debate largo con los jugadores y se alargó más de cuatro horas. No creo mucho en los castigos, apenas ha habido multas, no creo en las flexiones o en subir escaleras. Pero también ello implica asumir y decir las cosas. Fue llamativo aquello, pero hubo momentos más tristes como la Copa, en un momento en el que estaba creciendo y se defraudó a la gente. La Copa, si hubiera pasado meses más tarde o el año que viene, hubiera sido distinto.

-¿Le dolió más lo de la Copa o la derrota de Estambul que dejó al equipo sin 'Top 8'?

-Los entrenadores a veces somos vendedores de humo. Yo necesito un tiempo para conseguir unos retos. Al aficionado no le vengas con milongas, en una Copa en casa el aficionado quería ganarla. Lo de Estambul, doliéndome, era parte del proceso. Quiero lo que me merezco. Málaga requiere volver a competir con los mejores otra vez. No se puede pasar de ser novenos a ser finalistas en un año. A mí me gustaría ser Brad Pitt y no lo soy. Costaba más de explicar, pasar del noveno a ser finalistas o jugar un Top 8 o una semifinal de la Copa del Rey... Ahora se requiere que se consolide. Debemos consolidar lo hecho este año. Iremos a degüello si se presenta algo, pero el asunto es consolidar. Hemos ganado posiciones y un respeto. No tengo ni el glamour ni nada para hacer que cambie esto de un día para otro.

-Quería que se acortara la distancia de Los Guindos al Carpena. ¿Se ha conseguido?

-Queda trabajo por hacer, todos debemos poner de nuestra parte. Logré que algunos jugadores fueran a los comedores donde comen los de la cantera. Algunos entrenadores de la base podrían venir de forma más frecuente, todo entrenamiento está abierto al personal del club. El Barça hacía una cosa muy bonita hace años, cada equipo de base tenía el nombre de un jugador del primer equipo. Como si Urtasun fuera el padrino del junior A, Caner-Medley el del infantil o algo así. Tenían la obligación de ir una vez al mes a ver jugar o entrenar al equipo. Hay muchas ideas, pero lo primero que yo tenía que hacer era demostrar cosas en la cancha.

-¿Y el trato con su equipo de trabajo?

-Ha sido espectacular. El recibimiento en general fue frío, habían pasado cuatro entrenadores en dos años. ¿Por qué iban a creer en ti? Algunos llevan 15-16 años y tú eres un recién llegado. Ahora la comunión es fantástica porque los has involucrado al 100% en lo que haces. Como ser humano puedo ser un imbécil, pero como entrenador escuchas a todo el que tiene más conocimientos. A veces en la charla prepartido echo a hablar al utillero, me interesa saber qué piensa. Todos están involucrados y participativos. Pocas veces he encontraro un staff tan receptivo. Podemos hacer cosas bonitas.

-Y usted, ¿llegó con pies de plomo?

-Soy como soy, no quieres acabarte de creer lo que te está pasando. Empecé en el 77 y las cosas no llegaron hasta muchos años después, no quiero que esto se rompa. Yo estaba en Badalona y venía gente que no tenía la sensibilidad de entender adónde venía. ¿Yo frío? Hombre, venía de Kaunas (risas). Una gran nave como Unicaja, con tantos entrenadores buenos que no habían tenido éxito, era para replantearse a qué venías. Con tranquilidad y máxima humildad vienes a descubrirte tu trabajo, que debe ser colectivo. 10 meses después puedo decir que me encuentro muy cómodo con ellos.

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