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María Barranco | Actriz
En la gala de los Premios Goya, María Barranco (Málaga, 1961) entregará el galardón a la Mejor Actriz de Reparto. En esa categoría la malagueña tiene dos: uno, por Las edades de Lulú y otro, por Mujeres al borde de un ataque de nervios. "Se lo quisiera dar a Julieta Serrano, la verdad. Si es así le voy a besar los pies porque es una gran dama del teatro y del cine", comenta la actriz, que se ha propuesto para este 2020 dejar de ser "una analfabeta digital". En el Contenedor Cultural de la UMA y en La Térmica, Barranco ha participado en actividades paralelas a la ceremonia con las que la ciudad ha calentado motores. "Creo que va a ser la noche de Pedro", vaticina. Y ella estará allí para verlo de cerca.
-¿Cómo ha vivido todo esto de los Goya en Málaga?
-Que los Goya se celebren en Málaga es un honor para mí como malagueña. Es la ciudad de cine, aquí se celebra el Festival y me hace mucha ilusión. Estoy feliz. Para mí no es una gala más porque se celebra aquí, me llega más.
-¿Andalucía se está creyendo su potencial en la industria del cine o es un espejismo?
-No creo que sea un espejismo, es tan solo el principio de una gran amistad, como diría Billy Wilder. Es el comienzo de una andadura que ya se está asentando y espero que con el cambio de Gobierno se potencie esto más, porque es su deber.
-Supongo que todo ha cambiado mucho desde sus comienzos junto a Antonio Banderas... ¿Cómo recuerda esos inicios?
-Los recuerdo con mucho cariño porque éramos muy jóvenes y todo eran risas, todo estaba bien, teníamos mucha energía, muchas ganas de comernos el mundo, mucha inconsciencia también. Siempre me había gustado bailar, expresarme, hacer imitaciones, pero el hecho de descubrir el teatro supuso que se me abriera una ventana tremenda. Aprendí muchísimas cosas, conocí a gente maravillosa, tuve profesores que nos dieron mucho cariño, fue una época muy divertida en la que teníamos tiempo para todo. Eso sí, luego había que irse a Madrid.
-¿Cree que cualquier tiempo pasado fue mejor o valora más su presente?
-El tiempo es el de ahora, totalmente. El tiempo pasado ha sido estupendo y me considero una persona muy afortunada porque he tenido muchas oportunidades. He sido tocada por una varita, he tenido suerte. Pero me siento en esto como el primer día. Este pellizco no se me quita. Voy a entregar un Goya y de pensarlo sólo me pongo nerviosa. La ilusión no se me ha quitado y creo siempre que todo lo mejor está por venir.
-¿Cómo llevó eso de ser una chica Almodóvar? ¿El título pesa o abre puertas?
-El título es lo más bonito que te puede pasar en la vida, me quedó divino, esa banda, ríete de miss Universo. Me coronó de por vida y es algo que no podré pagarle, siento una gratitud inmensa. Me cambió la vida de la noche a la mañana y eso se tradujo en trabajo, en que otros directores quisieran contar conmigo. Ahora con la edad me pueden seguir llamando "señora Almodóvar".
-¿El cine es su elemento?
-El cine me vuelve loca, para mí es como un orgasmo. Me encanta rodar. Yo siempre digo que a los actores nos pagan por mentir y cuanto mejor mientas más te pagan, más te quieren, más te desean. Yo miento también en el teatro y en la tele. Últimamente estoy haciendo más teatro. Voy a tener la oportunidad de hacer un texto por primera vez que me ha escrito a medida el dramaturgo Alberto Conejero. Estoy como loca por comérmelo. Las tablas también me gustan mucho.
-¿Qué le atrae del teatro?
-El calor del público y, sobre todo, que cuando sales al escenario la que mandas eres tú. Y mandar está muy bien también. También me encanta cortar el bacalao. Estoy muy contenta con esta función, que será ya para septiembre, y que se llama La gran despedida. En el cine voy a rodar en marzo con Chus Gutiérrez la película Ya descansaremos cuando estemos muertas.
-¿Qué supone la madurez para una actriz?
-Queda mal echarse piropos una misma, pero me veo como los vinos que maduran con el tiempo y son más buenos. Veo que los años me sientan bien. A medida que pasa el tiempo una tiene más responsabilidad. Antes te tirabas de cabeza, no tenías miedo de nada, y ahora la responsabilidad pesa. Pero se gana en sabiduría. Hay que valorar la sabiduría y esto lo tiene la gente mayor, a pesar de que es a la que apartamos del camino. Pues no deberíamos, ellos son los que tienen que enseñar cómo vivir.
-¿La versatilidad es una clave en este oficio?
-Creo que esto es como un abanico y a medida que vas creciendo se va abriendo para verse tu gama de colores. A mí cuando me han dicho que estoy encasillada en la comedia yo respondo que bendito encasillamiento. La comedia me parece un género maravilloso y no todo el mundo lo sabe hacer.
-Se observa un ligero cambio, pero ¿siguen faltando papeles femeninos de entidad?
-Todavía nos falta muchísimo, no solamente en el cine, sino en todos los ámbitos. Desgraciadamente, tenemos víctimas de violencia de género un día sí y otro no. Eso sí, llevamos unos 8 de marzo que se me saltan las lágrimas, hemos sido referente mundial y veo que ese techo de cristal lo estamos resquebrajando cada vez más. El cine también está cambiando, aunque falta. Pero cada vez más mujeres directoras, guionistas, que es muy importante para contar ese universo femenino. También directoras de fotografía, operadoras de cámara... hay más mujeres incorporadas en los equipos y eso hace que las actrices tengamos más posibilidades de estar en esas historias.
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