San Francisco de Asís, casi 80 años de historia de la psiquiatría en Málaga

Junto con la comunidad terapéutica San Antonio cuenta con más de un centenar de trabajadores y un total de 185 camas

Dos médicos atienden a una paciente en una de las habitaciones.
Dos médicos atienden a una paciente en una de las habitaciones.
Elisa Moreno Málaga

13 de marzo 2014 - 01:00

Junto con la comunidad terapéutica San Antonio, el hospital psiquiátrico San Francisco de Asís cuenta con más de un centenar de trabajadores y un total de 185 camas. "Somos el hospital que mayor ratio de médicos por paciente tiene en psiquiatría y el único que tiene urgencias 24 horas", asegura José Miguel Granados, economista del centro. Entre médicos psiquiatras, psicólogos y enfermeras, así como un amplio volumen de ATS y auxiliares "debido a que este tipo de pacientes requieren de una atención personalizada y una vigilancia constante", la plantilla de profesionales la completa un grupo de trabajadores sociales. "Uno de los problemas que tiene el enfermo psiquiátrico es la falta de apoyo y la estigmatización social, faceta que cubren directamente estos profesionales", añadió.

El centro, un edificio construido a principios del siglo XX, se encuentra ubicado en un tranquilo barrio residencial de El Palo desde su fundación en 1935, año en el que Francisco de Linares y Vivar, pionero de la psiquiatría en Málaga, hizo realidad su propio proyecto de sanatorio psiquiátrico en la ciudad. Quien, además, colaboró en la implantación en los años 20 de los centros San Juan de Dios y Sagrado Corazón, que junto con San Francisco de Asís conforman los tres grandes hospitales psiquiátricos de la capital malagueña.

Teniendo siempre como fin la reincorporación del paciente a la vida familiar, social y laboral, el centro amplió sus servicios en 2004 con la puesta en marcha de la comunidad terapéutica San Antonio. "Se creó con el ánimo de que fuera un paso hacia el alta. Este último es un régimen semiabierto que requiere de una mayor autonomía y autodependencia del paciente", explicó Granados. A esta nueva comunidad, ubicada en la urbanización de Miraflores del Palo, se suman los numerosos espacios para el esparcimiento con los que cuentan los pacientes: piscina, sala común con televisión, cocina con distintos menús, su propia farmacia hospitalaria, jardines y hasta un gimnasio y pista de tenis en el que a través de diferentes programas de terapia ocupacional tratan de fomentar el deporte, la agilidad y la imaginación, además de talleres de dibujo o pintura, entre otros.

Por su parte, Franklin Leguizamón, psiquiatra del centro, argumenta que los trastornos bipolares son una de las patologías que más ha crecido en los últimos años. "Luego está la psicosis, entre ellas la esquizofrenia, que supone el 30% de las consultas. Junto con depresiones severas, trastornos de personalidad, ansiedad, ataques de pánico y adiciones son los diagnósticos que más estamos atendiendo", explica. La estancia media por paciente oscila entre uno y tres meses dependiendo la patología, permanencia que podría prolongarse en el caso de cuadros más severos. "Todos en algún momento de nuestra vida podemos tener una crisis. Las edades más propias para ver esto está entre los 15 y los 30 años. Un diagnóstico tardío podría provocar que las enfermedades psíquicas se vuelvan crónicas", añade. No obstante, Francisco de Linares, responsable de relaciones institucionales del hospital y la comunidad terapéutica, considera que se trata de una especialidad olvidada por las administraciones públicas. "El tiempo máximo que un paciente puede permanecer en los hospitales públicos no supera los 20 días, cuando realmente un enfermo de este tipo requiere de al menos tres meses", expresó. "Estos centros van a desaparecer y no hay sustitutos porque la pública no los quiere", apostilló.

Antonio de Linares, presidente del consejo de administración, recuerda que la psiquiatría es una ciencia enormemente moderna, "hace nada a un enfermo mental se le quemaba porque era un endemoniado, y en los manicomios se castigaba a los pacientes con inyecciones de amoniaco para que no se pudieran mover". Lo que aún persiste, aunque cada vez menos, es el estigma social. "Mi padre era psiquiatra y cuando era pequeño recuerdo que venían de noche a la consulta para no ser vistos. Aún hoy los enfermos se esconden y no quieren ser reconocidos", expresó. Como curiosidad, añadió que en este centro malagueño se realizó la primera práctica de electroshok en España, técnica que vuelve a estar de moda en EEUU.

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