"La identidad es algo que no necesita un psicólogo que la certifique"
El antropólogo Juan Gavilán cree que "no reconocer la identidad de un menor podría ser tipificado como delito"
Como observador, como estudioso, como ponente o profesor, Juan Gavilán Macías, catedrático de Filosofía y docente de Antropología del Centro Asociado de la UNED en Málaga, aporta una mirada poliédrica sobre la transexualidad pero cuya base es única, el respeto a la diversidad por encima de todo y la necesidad de dejar absoluta libertad al desarrollo de la personalidad y de la identidad de los menores.
"El DNI es muy importante, es un factor decisivo en el desarrollo de la personalidad, una persona no puede ir con una identidad dividida, trastocada, dañada", considera el catedrático a raíz del caso de Alexa, la menor transexual de 13 años a la que un juzgado denegó la posibilidad de tener su nombre femenino en el DNI. Las acciones que pudieran parecer más intrascendentes, "cualquier actividad que requiera identificación, acarrea dificultades que le hacen el día a día casi insoportable a estas personas", señala.
"Cada vez hay más aceptación, la sociedad es más abierta y la transfobia está empezando a producir rechazo", cree Gavilán, pero también destaca casos fortísimos de transfobia, como la agresión a Daniel Peinado en Granada. "Me contaban que en Madrid hay personas que salen "a la caza" de transexuales, la gracia está en agredirles, pegarles, amenazarles... Hay reacciones muy diversas, por una parte impera el desconocimiento y la falta de empatía por la lejanía, pero creo que cuando a las personas se les acerca el tema crean lo contrario, empatía, cariño y reconocimiento", agrega el catedrático.
Por ello, Gavilán asegura que "es absolutamente necesario en los colegios la educación en la diversidad y no hay nada en ningún currículum, ninguna referencia a la educación en la diversidad sexogenérica". Lo normal, como subraya el experto, es que las escuelas se centren en la educación del niño y de la niña y "se tienen que reconocer todos en estas dos categorías, esto es lo verdaderamente sangrante". Y añade que "el que vean como extraño, marginal, segregado a la niña virilizada, al niño feminizado, al niño transexual o al intersexual, provoca este rechazo. Hay que respetar la diversidad".
Para Gavilán, las asociaciones de familiares de menores transexuales produjeron un cambio histórico hace un par de años, que es el reconocimiento. "Abogan, luchan por el reconocimiento de sus hijos en función de su identidad asumida y esto ha supuesto un avance importantísimo en la defensa de los derechos humanos de los menores transexuales", dice. A partir de ahora, estima Gavilán, "es complicado que algún profesional pueda negarse a aceptar la identidad de un niño transexual y si lo hace va a ir en contra de la corriente histórica, de la sensibilidad en estos tiempos. Cualquier profesor, psicólogo, médico, juez que no reconozca los derechos del menor transexual, el derecho al desarrollo de su personalidad, está dañando seriamente la identidad de esa persona y en algún momento, ahora mismo no porque tienen la ley a su favor, incluso podrá ser reconocido como delito". El catedrático apuesta por la llegada de un momento en el que "no reconocer la identidad de un menor transexual pueda estar tipificado como delito en el Código Penal".
El profesor de Antropología también apunta a que "ya es raro que existan colegios que no acepten o no reconozcan a los niños transexuales" y señala la actualización que se da en facultades de Ciencias de la Educación como la de Málaga. "Se está dando el cambio en las escuelas y se tiene que dar en el resto de instituciones", comenta.
Sin embargo, hace tres cursos el colegio San Patricio no quiso reconocer la identidad femenina de la pequeña Gabriela y esto motivó su salida del colegio. El caso lo considera Gavilán como "una barbaridad que ya está casi descatalogada, no creo que vuelva a pasar nunca más. A la madre y la niña le hacían el vacío como a las brujas en la Edad Media todas las mañanas, se insinuaba que prácticamente había maltrato por parte de la madre por el reconocimiento de la identidad, eso fue horroroso, terrible".
Cuando trascendió la historia de Gabriela hubo voces que culparon a su familia de la transexualidad de la niña y Gavilán cree que "esto es absurdo" porque "los niños tienen una fuerza tremenda, piden, exigen y reclaman su identidad con una fuerza que cuesta mucho doblegar, de una forma vehemente y persistente". Y agrega que "cuando el niño deja de pedirlo es porque prácticamente ha sido vencido, es una derrota con el sufrimiento que eso incluye cuando lo que quieren es vivir conforme a su identidad".
"La identidad es algo que no necesita ningún psicólogo que la certifique", considera Gavilán y señala que "el problema que tiene la medicina con respecto a la transexualidad es su visión deformada de la realidad, en la medida en la que la entienden como una enfermedad y una patología. Y esa visión la han trasladado al resto de la sociedad". También sostiene el catedrático que "la medicina tiene que cambiar radicalmente el modelo de intervención con respecto a la transexualidad, no puede seguir considerando algo necesario el diagnóstico y la evaluación psicológica de la persona para someterla a un tratamiento hormonal".
"Hay una cuestión fundamental y es que falta una ley a nivel nacional paralela a la ley andaluza y a las de otras autonomías", destaca Gavilán. "Si no se reconoce la identidad de un niño se está vulnerando uno de los principios fundamentales que es el libre desarrollo de la personalidad y de la identidad", agrega.
El experto explica que la pieza clave para la felicidad del menor transexual es el acompañamiento de su familia, las mismas que han decidido decir no a la recomendación médica que aboga por la prudencia, la espera y la vivencia en la privacidad del hogar "para dejar que sus hijos asuman su identidad tal y como la sienten".
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