Cuestión de actitud (0-2)

Liga Santander

Un Málaga más sereno, con más hambre, pero con poco juego desarbola a una Real Sociedad sin argumentos

Roberto sigue dando tranquilidad

La salvación, a cuatro puntos

Las imágenes del Real Sociedad-Málaga
Celebración del primer gol / Efe
Miguel Á. Gutiérrez

10 de diciembre 2017 - 11:15

Era el día. Estaba marcado en rojo en el calendario ese día 10, pero más que los próximos 18 (Betis) o 21 (Alavés), el 10 había dejado el papel resentido de las veces que se redondeó con el bolígrafo. Se pedía reacción, no importaba el cómo, sólo que de San Sebastián volviera el equipo con tres puntos que no bajaran la moral de una afición afligida. Y así fue.

Se armó el equipo de lo único que es inadmisible e intolerable la carencia, la actitud. Porque de aptitud igual el equipo anda escaso, pocos quilates en sus botas; pero la actitud es algo imperioso y necesario para un conjunto al que se le ha negado la suerte. Y ésta, aunque no lo parezca, también se fabrica. La fe de Keko en el robo previo al penalti que provocó Gerónimo Rulli sobre Bastón es producto de esa actitud indispensable que se materializa en figuras como las del extremo, ayer de lo más intensos y productivos, aunque fuera a base de presión y robo. El partido viró drásticamente tras ese 0-1.

Antes de esa primera acción favorable, el Málaga había sido un solar. Un equipo desértico al que el balón le duraba un suspiro y que era igual de consistente que un flan. Dos cabezazos de Oyarzabal e Íñigo, solos en el área, evidenciaban los nervios habituales y los problemas del Málaga para achicar y mantener las marcas. Por suerte, esa suerte, se iban fuera.

No existió el Málaga en esos primeros 20 minutos. Incapaz de hilvanar una jugada de más de cuatro toques -sólo se le recuerda una de larga duración-. Se repetían miedos, errores y sensaciones en las que el equipo mostraba sus debilidades. Pero el fútbol es esto, tan caprichoso como inesperado, que solamente necesita un chispazo para voltear la moneda.

La reacción del equipo y la posterior compostura que sí manifestó llegó con el sacrificio y entrega de un Keko Gontán que no termina de producir con el balón en los pies pero que sí crea puentes hacia el gol sin él a base de trabajo, justificando una vez más su titularidad por encima del talento de otros. De su presión hasta línea de fondo ante Íñigo Martínez llegó la primera pena máxima que decretó Del Cerro Grande. El madrileño fuerza el error del central y el balón cae en los pies de Borja Bastón, listo para encarar a Rulli. El meta, gambeteado por el delantero, comete falta y el árbitro, tras dar la ley de la ventaja, pita penalti. Recio cedió los galones al delantero, que no falló y logró su segundo tanto en 11 partidos.

El Málaga cambió, no fue una gran transformación pero el gol reforzó la moral y las creencias de los jugadores. Centraron sus esfuerzos en mantener el resultado y se soltaron en cada contra. Con una cuota muy inferior de presión, Peñaranda logró el segundo poco después del primero, pero el árbitro pitó falta para los vascos tras un forcejeo con Íñigo, anulándolo.

El Málaga se resguardó bien. Juntó líneas por dentro y dejó espacios en los costados -no fue la mejor tarde de Rosales ni Diego González-. Los balones laterales eran bien repelidos entre Baysse y Luis. Con esa premisa segura atrás, la presión alta tuvo su fruto. Fueron varios los robos en los alrededores del área de Rulli, frecuentemente protagonizados por Keko, que hicieron producir al Málaga. Y con el Chory de director de orquesta llegaron las ocasiones.

Con el pasito atrás del equipo en la segunda mitad, Willian José tuvo la más clara del partido, pero la estrelló en el poste. El Málaga no desaprovechó la segunda que tuvo. Una mano del delantero brasileño en el área provocó el segundo lanzamiento desde los once metros. De nuevo Bastón, pero esta vez despejó Rulli, aunque el argentino no pudo hacer nada ante Chory Castro, más rápido que nadie para hacer el 0-2.

La Real intentó la machada, pero Roberto sigue siendo el mejor aval de los blanquiazules, que se asientan con el arco a cero por segunda jornada consecutiva. Primera victoria a domicilio para un Málaga que ve la luz al final del túnel del descenso, aunque aún lejana. Hay motivos para sonreír.

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