La conquista de la abstracción

El Museo Ruso abrirá al público el 22 de febrero su exposición dedicada al pintor y la relación con su país, con 74 piezas entre las que se cuentan obras de otros artistas

Kandinsky y Schönberg, con sus esposas, Nina y Gertrud, en una estampa veraniega.
Kandinsky y Schönberg, con sus esposas, Nina y Gertrud, en una estampa veraniega.
Pablo Bujalance

15 de enero 2017 - 02:06

Málaga/La influencia de Vasili Kandinsky (Moscú, 1866 - Neuilly-sur-Sein, París, 1944) en el arte universal ha sido tan descomunal que a menudo su condición rusa se considera meramente accidental, una noción que sus años vividos en Alemania y Francia contribuyeron a reforzar aún en vida del pintor. Sin embargo, Rusia, o lo que en su día se llamó las Rusias, resultaron determinantes en su intuición estética, mucho más allá de los paisajes de sus primeros años. Kandinsky parió la abstracción y con ella regaló a su siglo una nueva manera de mirar al mundo, una superación de los límites de la representación que puso boca abajo y para siempre el arte y que obligó a los suyos a ampliar el foco: supo reclamar todas las miradas en un tiempo que prefería tener los ojos cerrados y cambió de manera radical la imagen que el hombre tenía de sí mismo, en una invención a la altura de la que proyectó Shakespeare tres siglos antes. Pero Kandinsky llegó a la abstracción desde Rusia, desde sus territorios inhóspitos, su compleja y brutal historia y sus dimensiones inasibles. Si es cierto que sin Europa la abstracción nunca habría prosperado, no lo es menos que sin Rusia ni siquiera lo habría intentado. Por eso, la exposición que el Museo de Arte Ruso de San Petersburgo en Málaga inaugurará el próximo 21 de febrero (con apertura al público el día siguiente) se adentrará en los vínculos que unieron para siempre a Kandinsky y la Rusia a la que perteneció. La propuesta sucederá en el programa de muestras temporales del Museo Ruso a la de Marc Chagall y se presentará a la vez que la nueva colección anual del centro, dedicada a los Romanov.

Y es que Rusia fue siempre una cuestión presente para Kandinsky mucho más allá de su Moscú natal. Ante todo, por antecedentes biográficos: su familia paterna procedía de una dinastía de la nobleza mongola y de hecho su padre nació en una región de Siberia próxima a Mongolia. Ya en la Universidad de Moscú, además de Derecho y Economía, Kandinsky se hizo etnógrafo, con lo que emprendió numerosos viajes a lo largo y ancho de Rusia en busca de tradiciones, expresiones folclóricas y rasgos populares. El pintor sacó provecho artístico de estas exploraciones con sus primeros paisajes, pero lo cierto es que todo el acervo adquirido resultó fundamental para el lenguaje posteriormente puesto en juego en la abstracción. De esta forma, la muestra que podrá verse en Málaga hasta el verano se adentrará especialmente en los años de formación de Kandinsky en una contextualización inédita. Tal y como explicó ayer a este periódico el director del Museo Ruso, José María Luna, la exposición reunirá un total de 74 piezas (procedentes en su mayor parte del Museo de Arte Ruso de San Petersburgo), de las que unas 25 serán obras del propio Kandinsky, entre ellas "algunos paisajes de sus primeros años, pero también algunos de sus óleos abstractos más importantes, realizados entre 1917 y 1920", además de xilografías, grabados y hasta cristales pintados; el resto del contenido de la muestra se corresponderá con elementos propios de la contextualización rusa: grabados populares, cuadros de otros artistas contemporáneos como Roerich (a quien Luna desea convertir en protagonista de alguna exposición futura del Museo Ruso) e iconos de los siglos XVI y XVII, que ejercieron una enorme influencia en Kandinsky. Así, la exposición incluirá la representación del extraño San Jorge y el dragón que realizó el pintor en 1936 junto a antiguos iconos que presentan la misma escena popular, entre los que no es difícil advertir trasvases de inspiración.

La muestra revisará en una sección especial la relación de Kandinsky y Arnold Schönberg

Además de estos elementos, el Espacio 3 del museo ubicado en Tabacalera (el mismo que acogió la exhibición dedicada a la influencia del Quijote en el arte ruso) presentará una sección especial dedicada a la relación que mantuvo Kandinsky con el compositor Arnold Schönberg (Viena, 1874 - Los Ángeles, 1951), una de las comuniones artísticas más representativas y significativas de las vanguardias. Tal y como recordó Luna, la abstracción de Kandinsky y el dodecafonismo de Schoenberg bebían de las mismas fuentes, perseguían los mismos objetivos y, en suma, ejercían de traducción mutua desde el lienzo a la partitura y viceversa, como soportes ofrecidos para la misma experiencia (una experiencia que, en cualquier caso, aspiraba a trascender la realidad, no sin querencias espirituales). Este apartado incluirá correspondencias, manuscritos, objetos personales y diversos elementos que permitirán al visitante ahondar en semejante cima de inspiración compartida. Baste recordar las palabras que Kandinsky dejó por escrito en su tratado De lo espiritual en el arte: "Schönberg presiente claramente que la libertad total, medio necesario en el que ha de desenvolverse el arte, no puede ser absoluta. A cada época le corresponde un nivel determinado de esta libertad, y ni la fuerza más genial podrá escapar de sus límites. Pero este determinado nivel ha de ser alcanzado, y de hecho se llega a él ¡a pesar de todas las resistencias que se le opongan! También Schönberg intenta agotar esta libertad, y en su camino hacia la necesidad interior ha descubierto ya verdaderas fuentes de nueva belleza. La música de Schönberg nos introduce en un nuevo terreno, en el que las vivencias musicales no son ya acústicas, sino puramente anímicas. Es el comienzo de la música del futuro". El futuro para ambos creadores pasaba necesariamente, por tanto, por un tamiz espiritual: la nueva mirada a la realidad correspondía a un hombre también nuevo, capaz de liberarse de las cadenas materiales y elevarse sobre el dictamen de sus sentidos. Semejante revolución tuvo una respuesta concreta por parte de los totalitarismos del pasado siglo; en las biografías de Kandinsky y Schoenberg, el exilio y la anidación surcan cauces ilustrativamente trenzados y correspondidos.

Mientras tanto, la exposición Marc Chagall y sus contemporáneos rusos y la colección Las cuatro estaciones permanecerán en el Museo Ruso hasta el 5 de febrero. Cuenta atrás para los rezagados.

Jawlensky, otro miembro de El Jinete Azul, llegará en otoño

La exposición de Kandinsky llegará a su término con el final del verano y para entonces, como adelantó ayer a Málaga Hoy el director del equipamiento, José María Luna, el museo propondrá una suerte de línea de continuidad con el protagonista de su siguiente exposición temporal. El artista escogido para la transición es Alexei von Jawlensky (Torzhok, Rusia, 1867 - Wiesbaden, Alemania, 1941), referente del expresionismo ruso en una trayectoria que establece no pocos paralelismos con su contemporáneo Kandinsky. Al igual que el considerado padre del arte abstracto, Jawlensky desarrolló gran parte de su carrera en Alemania y allí coincidió con el mismo Kandinsky en el grupo El Jinete Azul, el colectivo que forjó para la posteridad los códigos expresionistas y del que también formaron parte August Macke, Gabriele Münter, Marianne von Werefkin y Paul Klee. Sin alcanzar el genio visionario de Kandinsky, Jawlensky forjó una aventura estética que dejó una profunda semilla en las vanguardias europeas: su expresionismo creció parco en formas pero con un tratamiento del color rico y cargado de intenciones, relacionado tanto con el fauvismo como con el arte popular ruso, con el que Jawlensky mantuvo siempre un fecundo diálogo. El estallido de la Primera Guerra Mundial dejó en el artista una profunda huella: a partir de entonces, a tenor de un evidente pesimismo, los colores fueron desapareciendo y el expresionismo de Jawlensky se hizo más sombrío y taciturno. Sin embargo, en el devastado paisaje alemán posterior a la contienda el pintor incorporó buena parte de los presupuestos del cubismo y contribuyó en gran medida a la divulgación del mismo en su país natal. La conexión picassiana en Rusia tiene en Jawlensky un agente providencial.

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