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Carmen Pérez
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La cabeza de Lavoisier
John preguntó a su padre: "Y si no se pueden ver, ¿cómo sabemos que están ahí?". A lo que William respondió, dirigiendo la mirada hacia unas pisadas en la arena: "¿Ves a alguien?" El pequeño negó con la cabeza. "Y, sin embargo, sabemos que ha estado aquí", concluyó el padre.
Cuentan que la conversación anterior la mantuvo el astrónomo William Herschel con su (aún pequeño) hijo John, en uno de sus largos paseos por la orilla de la playa. En una de esas excursiones, durante el amanecer del siglo XIX, el padre comentó al hijo cómo, según el científico Michell, algunas estrellas quizá fueran invisibles.
Desde que, en 1783, John Michell enviara una carta al físico Henry Cavendish planteando la posibilidad de que una estrella se tragase su propia luz si tuviera la gravedad suficiente para ello, ha habido mucha especulación dentro y fuera de la ciencia sobre los agujeros negros. Efectivamente, si este tipo de estrella colapsada bajo su propia gravedad, atrapa su luz, ¿cómo sabemos que existe? William Herschel tenía razón: un agujero negro, como alguien que pasea por la arena de la playa, también deja huella. Este tipo de cuerpos tan masivos perturbaría a las estrellas circundantes, por ejemplo. Aún así, el mismísimo Einstein no creía en su existencia (ya probada), y es que la densidad mínima de una estrella convertida en agujero negro sería el equivalente a comprimir toda la masa del planeta Tierra en una canica de poco más de un centímetro y medio de diámetro.
Stephen Hawking desarrolló estos conceptos con un enfoque moderno, llegando a mitad de los años setenta a la conclusión de que, por un efecto cuántico, un agujero negro debería emitir radiación (radiación de Hawking). Así que, si el físico británico tenía razón, los agujeros negros se evaporan paulatinamente pudiendo desencadenar una explosión final. Después de todo, si esto finalmente se comprueba algún día, como decía el propio Hawking: los agujeros negros son más bien grises. Además de esta revolucionaria idea, el genial científico también desarrolló, junto a otros, la Teoría del Big Bang. Según Hawking, el tiempo tuvo un inicio hace 13.700 millones de años y también podría tener un final en los agujeros negros. Su obra publicada en 1988 Una breve historia del tiempo ha vendido más de diez millones de ejemplares en todo el planeta (¡un libro sobre ciencia!), algo inaudito y difícilmente reproducible.
Para saber más sobre la persona y sus ideas, el martes 8 de Mayo a las 19:30, en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés, Francis Villatoro (Universidad de Málaga) y Enrique Borja (Universidad de Córdoba) ofrecerán una conferencia sobre la vida y obra del célebre cosmólogo. La ponencia, financiada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), está organizada por la Academia Malagueña de Ciencias, Encuentros con la Ciencia, la Sociedad Malagueña de Astronomía y el Centro de Ciencia Principia.
Stephen Hawking falleció el pasado 14 de Marzo, sí, pero al contrario que en los agujeros negros, su tiempo no terminó ahí.
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