Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
Difícil de encontrar un antecedente próximo que evidencia la total sintonía entre los dos dirigentes que representan a las dos instituciones políticas más importantes de la provincia: el Ayuntamiento de Málaga y la Diputación provincial, ambas, por cierto, con la Junta, propietarias del estadio de la Rosaleda.
Francisco de la Torre y Elías Bendodo, ahora que la corriente popular es favorable, han arremetido esta Semana Santa contra Al- Thani por el abandono al que ha sometido al Málaga C F. Algo ventajista, el jeque sólo lleva diez meses sin aparecer por la ciudad y su gestión desde Doha ha conducido directamente al equipo a Segunda División. Los miedos sobre el futuro del club son más que fundados. Pero, hasta que la Justicia se pronuncie en el pleito que la propiedad mantiene con la empresa Bluebay, Al- Thani es el dueño de la entidad deportiva y puede hacer con ella lo que le plazca. Así que las invitaciones de De la Torre y Bendodo a que el empresario catarí haga algo o facilite la llegada de nuevos compradores son simples brindis al sol.
No es fácil el oficio de político, sobre todo si las decisiones deben contentar a las masas, independientemente de que existan razones objetivas. En el fútbol hay poco raciocinio. Los medios de comunicación que le hacían la ola al jeque ahora, con la corriente favorable, lideran su caza. Una de las desventajas de ejercer el periodismo de camiseta. En los momentos de euforia, cualquier crítica o duda sobre las verdaderas intenciones de Al-Thani sólo merecían el reproche de muchos aficionados. A nadie le interesa buscar la verdad cuando el balón alimenta los sueños.
Maquetas de estadios con capacidad para 60.000 personas, puertos deportivos en Marbella y ofertas para que construyera todos los rascacielos posibles. Nadie en realidad conocía la fortuna real del nuevo Rey Midas, pero se decía que su caballo de carreras costaba más que fichar a Ronaldo. Y los políticos ajustaban sus agendas. Desde el alcalde al presidente de la Junta. Todos extendían la alfombra roja al inesperado benefactor llegado de oriente.
Casi ocho años después el castillo de naipes de Abdullah Bin-Nasser Al-Thani se ha derrumbado. Pero en realidad nunca se construyó. La única realidad es tras los cantos de sirena todos sus supuestos proyectos, tras culpar del fracaso a las instituciones, se esfumaron. Año tras año hizo caja con los mejores jugadores de la plantilla y el puzle final ya se ha visto en esta temporada. Un supino ridículo, previo a la vuelta a las catacumbas. Eso sí, la ciudad le ha entregado la única parcela virgen en la costa que estaba sin construir: Arraijanal. La futura Academia, el último comodín. Demasiado tarde para anunciar que, ahora, ya sí ha perdido el crédito.
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