EL PUCHERO

Teresa Santos / Tsantos@malagahoy.es

García Caparrós

LLEVABA algo más de un mes en Málaga, aquel 4 de diciembre de 1977. Era alumna de prácticas en aquel periódico que hizo escuela, Sol de España. No podía valorar entonces la dimensión y trascendencia de aquella grandiosa manifestación, ni la importancia que podía tener que una emisora de radio retransmitiese en directo, por primera vez en España, el discurrir de aquella concentración humana de más de 200.000 personas pidiendo una autonomía de primera para Andalucía. Lo que ocurrió a las puertas de la Diputación lo contó en directo un compañero periodista, Rafael Rodríguez, que se había apostado en una terraza del edificio de La Equitativa prolongando el cable de un teléfono directo. Creo que acontecimientos como este marcaron mi vocación radiofónica. Radio Juventud de Málaga recibió el primer premio Pablo Iglesias a la libertad de expresión. Dentro de este medio de comunicación había grandes profesionales y al frente de todos ellos un hombre que propició la libertad en la radio, Juan Fernández Lozano, recientemente fallecido. Lo conocí un año después. Nunca olvidaré sus consejos: un periodista de raza jamás olvida su grabadora. Ser periodista es estar pendiente de lo que ocurre mientras se esté despierto.

Muchos debimos profundizar más en esa frase, la conmemoración de ayer lo demuestra. Nunca estuvimos suficientemente despiertos para seguir con más minuciosidad la investigación judicial de la muerte de Manuel José García Caparrós. Una investigación que fue sobreseída provisionalmente a los nueve años de iniciarse y en la que ha buceado Rosa Burgos, escritora y secretaria de juzgado. Nadie mejor que ella para desentrañar semejantes diligencias. Sabemos por ella que no pasaron por balística pruebas como la camisa o la cazadora que llevaba puesta Manuel José cuando le dispararon y que la ropa se le entregó sin más a su padre. Desde Izquierda Unida se pide que se reabra la investigación, pero parece evidente que para recurrir al Supremo harían falta nuevas pruebas, y ¿qué pruebas se pueden conseguir ahora si según la investigación de Rosa Burgos la bala de 9 milímetros corto que le penetró, se limpió con acetona? No hubo interés suficiente en descubrir la verdad o se tuvo miedo a que esa verdad levantara ampollas en sectores de otra época aún con mucho poder indirecto.

Desde luego, los jueces no estuvieron a la altura, pero tampoco los políticos que no pelearon entonces lo suficiente, ni los periodistas que hemos visto como cada año el 4 de diciembre se recuerda la figura de aquel joven asesinado pero olvidando lo que vivió su familia desde su muerte. La hermana pequeña de Manuel José lo ha repetido muchas veces, poco después murieron de pena, primero su padre, luego su madre. Ahora, 30 años después, la ley de la memoria histórica, puede intentar compensar tanto olvido.

Ayer, en la mesa redonda organizada por CCOO, quedó claro que aquella jornada quedó grabada en la mente de todos los que la vivieron. Quizá faltaba en la época la sensibilidad que hay hoy en nuestra sociedad con las víctimas. Sirva el recuerdo de todos para que una historia semejante jamás se repita.

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