"Hemos cambiado más los adultos que los niños"

ángel jareño. Entrenador de baloncesto

Tras 40 años en los banquillos, el técnico reflexiona en 'Baloncesto para educar' sobre la deriva en la etapa de formación

Fue ayudante de George Karl, Clifford Luyk, Sergio Scariolo y Zeljko Obradovic

Ángel Jareño, entrenador de baloncesto.
Ángel Jareño, entrenador de baloncesto. / M. H.
J. M. Olías

21 de abril 2018 - 01:33

Málaga/ángel González Jareño (Madrid, 1960) entrenó en todas las categorías del baloncesto español, en las profesionales y en la base. En un año sabático de los banquillos ha decido plasmar sus ideas acumuladas durante 40 años en los banquillos, desde que en 1977 empezara, en Baloncesto para educar. Hace una reflexión de hacia dónde ha ido el baloncesto educativo, la confusión de las líneas que separan la formación y el mundo profesional. Subyace una crítica a los padres y entrenadores más que a los niños. Ha sido entrenador ayudante de Clifford Luyk, George Karl, Zeljko Obradovic o Sergio Scariolo. Esta semana estuvo en Málaga, donde veranea desde hace muchos años, para presentar su libro y habló con MálagaHoy. Scariolo le acompañó en la presentación del libro.

-¿Qué pretende recoger en su libro?

-Mi libro lo que hace es aprovechar mi experiencia en todos los estamentos el baloncesto nacional. He entrenado desde los más pequeños de 7-8 años hasta la ACB, participé en algún título de Euroliga. He pasado por LEB Oro, Plata, EBA, por selecciones españolas, por el proyecto Siglo XXI... Me ha dado una perspectiva y una capacidad para poder opinar sobre lo que veo.

-¿Y qué concluye?

-El baloncesto de formación se ha ido yendo hacia el lado profesional y del rendimiento y ha perdido sus señas de identidad. Sólo pretendo dar mi opinión modestamente de lo que me percato. Hay cosas mejorables y creo que sería necesario recuperar esa verdadera formación. El libro es una ayuda para el que comienza y el que está entrenando en una opinión permanente. El entrenador está muy solo. A mí me pusieron en el camino, recuerdo que fue Ignacio Pinedo el que me ayudó, lo intento hacer modestamente igual.

-Pinedo fue un maestro del baloncesto que entrenó al Caja de Ronda. Usted le relevó en el banquillo del Madrid en una situación trágica.

-Sí, fue durante una final de la Copa Korac contra el Clear de Cantú. Él influyó mucho en mi formación.

-¿Ha cambiado mucho el niño desde empezó a entrenar en 1977?

-Yo creo que los pequeños siempre han sido pequeños, sus influencias son diferentes, tienen unas inquietudes que cambian. Pero en el niño que se acerca al baloncesto, independientemente de que antes jugara con una Game Boy, ahora una Play Station o con el móvil, la diferencia es muy pequeña. Ha cambiado la sociedad, pero el niño llega al deporte para divertirse y pasárselo bien. Eso pasa ahora, hace 10 y cinco años y pasará igual en 10. Sí creo que los adultos que estamos en su entorno hacemos que todo cambie de manera radical. Los padres tienen un nivel mayor o menor de esa influecnia. Pero también los entrenadores que estamos con ellos y les marcamos muchos. El niño debe ser el gran beneficiado de lo que hagamos. En muchos casos los adultos no pensamos en ello.

-¿Es culpa de la competitividad?

-Yo no le echaría la culpa a la competición. Cuando hablo de enseñar y educar en el libro, hablo de excelencia deportiva y de la persona. No hablo de milongas, no me olvido de la faceta deportiva. Hay que tratar de lograr que cada niño que tengas dé el 100%, es un valor más del entrenamiento, pero siempre sin olvidarnos de las personas a nuestro cargo. Lo importante es el proceso, no el resultado. Ponemos mucho énfasis en el resultado. Los niños en la competición se comparan, ponen al 100% las cosas que hemos enseñado, eso no es malo, en absoluto, pero no podemos quedarnos sólo con eso. Realmente, es todo en conjunto.

-Hoy en día el padre está muy presente casi en cada entrenamiento, en cada partido.

-Una parte que influye mucho es que nos hemos ido al lado profesional del deporte. Los propios entrenadores, lejos de pensar a en quién estamos entrenando, nos centramos en algo superior. Bebemos de entenadores de ACB, gente que da clinics. Nos hablan de conceptos profesionales y trasladamos mucho de ese baloncesto a los pequeños. Y son baloncestos diferentes. Los padres no son ajenos a ello, beben mucho del ambiente de los partidos profesionales y adultos y también lo trasladamos a los pequeños.

-¿Cómo se puede enderezar?

-Debemos trabajar entrenadores y padres porque todos deberíamos de querer el desarrollo integral del niño. Cuando llevamos la competición mal entendida, las gradas del mundo adulto a la del partido de base, mezclamos algo con muy difícil encaje en el deporte de pequeños. Nos olvidamos de la formación. Dejo muy claro en el libro que los niños son los grandes protagonistas. Nos equivocamos con padres y entrenadores que se creen los más importantes. Es la importancia del entorno, que el club, la familia o el colegio entiendan que lo más importante son ellos. Que tienen que trabajar en equipo. Y entender que están inmersos en un proceso evolutivo. No es lo mismo entrenar a un niño de 10 que a otro de 16 o de 18. No son lo mismo. No hacemos esfuerzo en ellos. El objetivo es formar, no ganar. Es poner énfasis en el proceso y no en los resultados. Con esos puntos creo que se tiene acotada la formación. Lo que no esté ahí ya es otra cosa, seguramente ni mejor ni peor, pero no es baloncesto de formación.

-Ha entrenado con Karl, Obradovic, Scariolo... Ellos, entrenadores de élite, ¿también piensan en la formació?

-Hemos hablado en menos ocasiones del tema de la formación, lógicamente, porque en ese momento tratas de deporte profesional. Pero si hablas con Zeljko tiene esa misma idea de formación, de lo importante que es, que lo que quedan son las personas. Con todos ellos con los que he estado, cuando nosotros fichábamos mirábamos siempre a los niveles en que estábamos la calidad del jugador. Pero todos, siempre, preguntábamos cómo es un jugador como persona, cómo funciona en el vestuario, cuál es su actitud, Si te das cuenta, hasta en los niveles más profesionales la importancia que tiene el aspecto personal es máxima. Si es importante ahí da idea de lo importante que es la persona. El común denominador de los entrenadores de máximo nivel con los que he estado sabe la importancia de tener un buen vestuario. A veces tienes muy buenos jugadores pero no tiene un equipo. Igual porque falló la formación.

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