Ceres inicia una campaña contra los transgénicos
la opinión invitada
La Confederación de Mujeres del Mundo Rural advierte que tienen consecuencias negativas
El concepto de soberanía alimentaria fue propuesto por la organización Vía Campesina en la Cumbre de la Alimentación de la FAO (1996), entendiéndose como el derecho de los pueblos a definir las propias políticas agroalimentarias y a proteger y regular su producción y su comercio agrícola interior para conseguir un desarrollo sostenible. La soberanía alimentaria es, en definitiva, el proceso para poder garantizar el derecho a la alimentación.
Actualmente, hay un estado de insatisfacción tanto por parte de los agricultores y agricultoras como por parte de la ciudadanía. Por un lado, los productores no encuentran un mercado estable y una rentabilidad para su actividad, mientras la sociedad demanda productos de calidad y una mayor información sobre el origen y el modelo de producción y transformación de los alimentos que consume.
Desde Ceres Andalucía, como asociación de mujeres del mundo rural, principalmente agricultoras y ganaderas, apostamos por un desarrollo sostenible desde un punto de vista económico y social, y consideramos la soberanía alimentaria una herramienta clave para alcanzarlo. Del mismo modo, entendemos que los ciudadanos deben tener toda la información sobre el origen de los productos para poder ejercer un consumo responsable.
La actividad agraria en Andalucía juega un papel fundamental en la economía de nuestra comunidad autónoma. Más del 50% del territorio corresponde a Superficie Agraria Útil. Nuestra región presenta una gran diversidad agrícola y ganadera y es líder en producción y superficie ecológica, con más de un millón de hectáreas. Este modelo se ve amenazado por la presencia de Organismos Genéticamente Modificados. Aunque la información es escasa, Andalucía cuenta actualmente con más de 10.000 hectáreas dedicadas al cultivo de maíz transgénico y a diversos ensayos experimentales.
Ceres Andalucía considera fundamental informar a la población sobre estos cultivos, para conocer las consecuencias que su uso puede conllevar. Los OGM son productos de la ingeniería genética que surgen al introducir genes de microorganismos, plantas o animales en otros seres distintos, con el objetivo de que adquieran una característica que es ajena a su naturaleza.
En la UE sólo está autorizado el cultivo de dos OGM, el maíz MON810 y la patata Amflora. España es el único país que cultiva transgénicos a gran escala, concretamente maíz, y una gran cantidad de ensayos se hacen al aire libre. En 2016 se estimaba que en nuestro país había una superficie de 130.000 hectáreas, especialmente en Aragón y Cataluña. Países como Austria, Alemania, Grecia, Polonia, Hungría o Francia, entre otros, han prohibido su cultivo o han introducido restricciones.
Desde Ceres Andalucía rechazamos los transgénicos por las consecuencias negativas que tienen en nuestro entorno y en la actividad agraria: incremento del uso de agroquímicos, aumento de resistencia de las plagas, desaparición de la biodiversidad, etc.
Rechazamos los transgénicos porque limitan el derecho a elegir de los agricultores que no quieren cultivar OGM, y dificulta o directamente imposibilita la existencia de cultivos ecológicos ante el riesgo más que probable de contaminación. La convivencia entre ambos es imposible.
Rechazamos los transgénicos porque no aumentan los rendimientos de las producciones agrícolas ni rebajan los costes de producción, antes al contrario: provocan una relación de dependencia del agricultor hacia las multinacionales que les venden las semillas y todos los complementos asociados.
Tampoco parece que tenga mucho sentido apostar por los transgénicos cuando los ciudadanos de Europa, que es el mercado prioritario de nuestros productos agrarios, los rechazan.
No existen pruebas sobre el impacto de los transgénicos en la salud, aunque cada vez hay más investigaciones independientes que señalan que pueden estar relacionados con la aparición de alergias y la generación de resistencias a los antibióticos. Por eso, pedimos que se aplique el principio de precaución, que respalda la adopción de medidas protectoras ante la sospecha fundada de que exista riesgo grave para la salud pública o el medio ambiente, aunque no haya prueba científica definitiva.
Por todo ello, hemos puesto en marcha una campaña de información y sensibilización sobre los transgénicos, que se ha desarrollado en todas las provincias andaluzas durante el mes de mayo, con el apoyo de la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales a través del Instituto Andaluz de la Mujer. En estos actos se ha entregado material informativo y se han llevado a cabo repartos de productos hortícolas para defender el consumo de cercanía y de temporada.
Y es que, frente al modelo de los transgénicos, Ceres Andalucía apuesta por crear vínculos de confianza entre productores y productoras y consumidores y consumidoras. Creemos que el punto de partida ha de ser la información y la sensibilización de la población, de modo que se promuevan aquellos modelos de producción medioambientalmente sostenibles que protejan y potencien la diversidad agrícola y ganadera. Pedimos a la ciudadanía que apueste por un consumo responsable, que mire las etiquetas y que priorice los productos frescos y artesanos, de cercanía, optando por las variedades locales y de temporada. Con esta elección, no sólo acceden a productos de calidad y en su momento óptimo de maduración, sino que contribuyen a fijar la población del medio rural, favoreciendo la actividad económica y el empleo
Queremos favorecer las relaciones entre el medio urbano y el medio rural, concienciando de la importancia de conservar un medio rural vivo a través de la promoción de principios sociales, económicos y medioambientales entre quienes producen y quienes consumen sus alimentos.
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