Andrés García Lorca recomienda valorar nuestro modelo productivo artesanal, también en acuicultura
La Voz Invitada
2022, reflexiones sobre la pesca. “Hay un mercado de especies sucedáneo que es un fraude en su uso culinario”. Luis Planas: "Mantener los recursos pesqueros implica asegurar la pervivencia del sector"
En el artículo anterior hacía una llamada de atención sobre el sector pesquero dado que se iniciaba el 2022 con la proclamación por Naciones Unidas del “Año Internacional de la Pesca y Acuicultura Artesanales” y que para Andalucía revestía una especial importancia cualitativa aunque a escala mundial su importancia cuantitativa es muy significativa, basta con saber que el 90% de los pescadores del mundo se dedican a esta modalidad de la actividad pesquera.
En nuestro territorio, Andalucía, la pesca artesanal es una actividad importante para el abastecimiento local e incluso trasciende este ámbito de mercado. Sus características básicas se encuadran en el uso pequeñas embarcaciones que despliegan su actividad cerca de la costa, con artes tradicionales y con períodos de duración no superiores a un día. Esta actividad constituye un factor de producción económica muy importante para el conjunto regional.
De otra parte, podemos significar la valoración de la acuicultura, que a nivel artesanal coincide con las prácticas tradicionales de la pesca en esteros y que hoy se ha ampliado a las granjas de mar, antiguas salinas explotadas como piscisfactorías, si bien no pueden tener la calidad de las obtenidas en los esteros naturales, dada la densidad de ejemplares por unidad de superficie, así como por la protección sanitaria y la alimentación que se exige para mantener este tipo de producciones. Lo mismo podemos decir de las piscifactorías en mar abierto.
En cualquier caso y desde una perspectiva de escala, la consideración de artesanal se puede ampliar a una concepción más amplia basada en el esfuerzo pesquero, pero siempre y cuando la actividad permita la renovación de las especies y evite la sobreexplotación.
No deja de ser cierto, que la regulación de la pesca y la ordenación de los recursos pesqueros en general, es una necesidad perentoria en ámbitos litorales a nivel mundial, donde más del 30% de las especies marinas se están pescando a un nivel insostenible, lo que hace pensar en unos desequilibrios biológicos de consecuencias incalculables, pero es que también, en nuestra costa andaluzas, se están dando esas circunstancias de sobrexplotación de determinadas especies, lo que es perfectamente comprobable y así lo ha determinado el conocimiento científico.
Proceso de ordenación pesquera
El problema está, en nuestro ámbito territorial, en todo el proceso de ordenación pesquera y de sus sistemas de control; pues no basta que los reglamentos tengan una base científica, a partir de estudios puntuales y estadísticas de muestreo, sino que deben tener muy en cuenta el conocimiento empírico de las comunidades de pescadores.
Esto último es posible estableciendo un sistema de indicadores de sostenibilidad pesquera, elaborados a partir de la participación social de las comunidades implicadas en esta actividad. Junto a este planteamiento, es necesario mejorar las regulaciones atendiendo a la especificidad geográfica y biológica de los ámbitos litorales, como es el caso de las características, morfológicas e hidrográficas de las cuencas y de los ecosistemas donde se instalan las distintas especies marinas, pues están relacionadas con la productividad biológica de las diferentes especies.
No podemos perder de vista que, esta reflexión sobre la actividad pesquera, debe de tener en cuenta una referencia a la actividad agraria en general y a la horticultura en particular, no solo porque los recursos pesqueros de terceros países se utilizan como instrumento de canje con nuestros productos hortícolas (peces por tomates), sino por ser actividades básicas y complementarias para la alimentación humana.
Ello nos obliga a plantearnos la necesidad de que el desarrollo pesquero tome como referencia el desarrollo agrícola alcanzado en nuestra tierra y para esto puede ser una baza la acuicultura, no solo de peces de aguas saladas, sino que también de agua dulce; en este sentido es interesante, no solo promover granjas piscícolas, es importante generar productos para la alimentación de las especies de aguas marinas y continentales como pueden ser las microalgas. En otro orden, es necesario promover la calidad organoléptica y sanitaria de los productos pesqueros y de la acuicultura para que estén acordes a los principios que garantizan dicha calidad en la producción agrícola.
Atención a nuestro modelo productivo pesquero y de acuicultura artesanal
Es claro que, la declaración de la ONU para este año, es la concienciación social sobre lo que está ocurriendo en este universo de la pesca con las extracciones masivas de peces, crustáceos y cefalópodos sin control, hay caladeros en Argentina que concentran a unas flotas enormes (en el caso de la China son casi 500 pesqueros más los buques de apoyo logístico) o los caladeros de África Occidental y Sudáfrica, sin olvidar la pesca selectiva como la del tiburón o la efectuada en aguas profundas que esquilman los fondos marinos.
Paralelamente se está desarrollando un mercado de especies sucedáneo y una acuicultura de producción masiva que son un auténtico fraude en su uso culinario.
Todo ello nos debe estimular a prestar una mejor atención a nuestro modelo productivo pesquero y de acuicultura artesanal, valorando su calidad y exigiendo a la vez, que los productos pesqueros que abastecen nuestros mercados procedentes del exterior, tenga un origen claro y sean producto de una pesca sostenible certificada.
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