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Hablar del algodón nacional es hacerlo de Andalucía. En nuestro territorio se concentra el 98% del cultivo, con más de 65.000 hectáreas y una previsión de cosecha para esta campaña superior a las 200.000 toneladas.
La nuestra es una fibra de una calidad excepcional y muy apreciada por los mercados internacionales, principalmente por el asiático, donde predomina la industria textil. Sin embargo, el sector se ve obligado a transformarse ante retos como el cambio climático y la fuerte competitividad internacional, donde predomina la fibra genéticamente modificada.
En Europa, la prohibición de los conocidos cultivos transgénicos y los cambios normativos en el sector han convertido a los algodoneros españoles en unos supervivientes a nivel mundial al salvaguardar, a costa de unos márgenes más reducidos, un cultivo con un fuerte arraigo económico, social e histórico. Tanto es así que el empeño de los productores por mejorar el manejo del cultivo ha hecho de la fibra nacional un ejemplo de buen hacer fuera de nuestras fronteras.
Mucho antes de que el discurso medioambiental ocupara la agenda política de Europa, el sector algodonero andaluz entendió la necesidad de buscar una alternativa a los acolchados plásticos y a las variedades de ciclo largo, que no estaban soportando los ya por entonces latentes cambios en la climatología, lo que se traducía en una falta de rentabilidad.
Así, a partir de 2005, el plástico desapareció drásticamente y se dejó paso a las variedades de ciclo corto, más resistentes a los periodos de sequía, con menores necesidades hídricas y, por tanto, más rentables para los algodoneros y sostenible, tanto en el plano económico como en el ambiental.
De este modo, siguiendo la estela marcada por la rama productora, y con el convencimiento de que el futuro del sector de la fibra nacional pasa necesariamente por la investigación y la innovación, Coalsa, como principal desmotadora a nivel nacional con el 24% de la fibra, ha firmado un acuerdo de colaboración público-privada con el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa) en el que se comprometen a trabajar, a partir de la campaña 2020-2021, en la mejora del conocimiento de la adaptación agroclimática de variedades de algodón en Andalucía, en el marco del proyecto de trasferencia de tecnología y cooperación “Red de Experimentación Agraria de Andalucía de Cultivos Herbáceos Extensivos”.
El convenio también viene a dar respuesta al anhelo del sector cooperativo algodonero, integrado tanto por productores como por transformadores, de avanzar en el conocimiento de variedades adaptadas al interés mayoritario de los agricultores.
De hecho, Coalsa no se puede entender sin este modelo empresarial, dado que fue hace una década cuando las cooperativas desmotadoras del Valle del Guadalquivir, junto con Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, impulsaron su creación. Por ello, su participación en el acuerdo público-privado ofrece la garantía al sector de conocer en todo momento cuáles son las variedades más óptimas en cuanto a la calidad y productividad, a fin de alcanzar una mayor rentabilidad del sector algodonero andaluz.
El objetivo es obtener variedades que se adapten al clima y a las necesidades de la tierra en la que se cultiva, con buenos rendimientos y cumpliendo los requisitos de la industria textil. Para ello, se estudiará el comportamiento de aquellas fibras más cultivadas y otras nuevas en los campos de las cooperativas que pertenecen a Coalsa, donde los técnicos de I+D, con el soporte del equipo del Ifapa, evaluarán la adaptación de las variedades al suelo y clima de la región, así como su susceptibilidad a plagas y enfermedades. En este sentido, se hará especial hincapié en aquellas que siendo de ciclo corto tengan características cercanas a ciclos medio-largo, dado que son las más valoradas por la industria textil.
Además de atender los anhelos de los productores, con este proyecto se quiere seguir dando pasos en pro de un cultivo más sostenible. Desde hace años, el sector trabaja para ajustar el consumo de agua a las necesidades de la planta. Por ello, obtener variedades que requieran menos recursos hídricos, así como tratamientos fitosanitarios, es uno de los objetivos prioritarios de este convenio; motivo por el que los técnicos de las cooperativas prestarán especial atención durante la ejecución del proyecto a las necesidades de insumos de las semillas estudiadas.
El hecho de incidir en la búsqueda de variedades más sostenibles está estrechamente ligado a la línea de trabajo establecida por los algodoneros españoles y griegos para impulsar una marca de garantía europea, que reconozca el valor añadido de un cultivo que vela por la conservación del medio ambiente, así como del entorno económico y que garantiza las condiciones laborales de sus trabajadores.
A pesar de las singularidades de nuestro cultivo y del alto aprecio de los mercados internacionales a la fibra andaluza (en la última campaña compraron el 70% de la producción), las cotizaciones no reflejan en muchas ocasiones ese buen hacer.
Todo ello, unido a los retos comerciales y a la implicación de ciertos acuerdos entre países, como el previsible entre Estados Unidos y China, hace necesaria la cooperación de productores, industriales e investigadores al servicio del crecimiento y la mejora de la competitividad de la fibra andaluza y, por ende, española.
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