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La investigación del caso Ruth y José Bretón
El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, confirmó este lunes la noticia que el entorno de Ruth Ortiz temía desde hace diez meses: la vida de los pequeños Ruth y José se quebró el 8 de octubre del año pasado en la finca de Las Quemadillas. En una comparecencia en Madrid forzada por la evolución de los acontecimientos de las últimas 24 horas, el ministro corroboró que los restos que la Policía recogió en la parcela el pasado octubre se corresponden con los de dos niños de 6 y 2 años y no con los de animales, como la Policía Científica determinó en noviembre. El giro en la investigación, que toca a su fin, se produce gracias a dos informes redactados por dos expertos de reconocida solvencia internacional: el forense Francisco Etxeberria y el codirector del yacimiento arqueológico de Atapuerca, José María Bermúdez de Castro.
La Policía firmó el pasado 10 de noviembre un primer informe sobre los restos óseos recogidos en Las Quemadillas dos días después de la desaparición de los pequeños. Este estudio determinó que se trataba de huesos de "pequeños animales" y descartó que hubiera restos humanos. El ministro relató que, ante la contundencia de estas conclusiones, la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) abrió otras líneas de investigación para dar con el paradero de los menores. Tras meses de búsquedas y pesquisas infructuosas, la familia materna, disconforme con el resultado de la prueba en la hoguera, pidió permiso para que el forense Francisco Etxeberria, que se había ofrecido en la investigación, inspeccionara las muestras. El juez instructor, José Luis Rodríguez Lainz, autorizó las diligencias, cuyo resultado la acusación particular conoció el pasado 17 de agosto. Etxebarria, contradiciendo a la Policía, concluyó que las muestras pertenecían a "seres humanos inmaduros", sin llegar a concretar las edades.
El ministro desveló, basándose en este informe, que "la hoguera se manipuló con una placa de hierro que, en la práctica, se convirtió en un horno crematorio que pudo llegar a alcanzar los 800 grados centígrados". Esto es, Bretón habría planificado la manera de acabar con los dos niños sin dejar rastro. El informe es "bastante claro y demostrativo", aseguró Etxeberria, quien concluyó que el fuego se hizo a conciencia por alguien que sabía lo que hacía, pues a esa temperatura los huesos se incineran y es imposible que se conserve ADN con el que realizar una identificación genética. "Se trata de una muerte violenta de tipo homicida desde el punto de vista médico legal", dijo a El País. Otras fuentes consultadas por El Día apuntan a que se está investigando si Bretón troceó los cuerpos antes de quemarlos.
Etxeberria tuvo a su disposición los mismos restos examinados por la responsable de Antropología Forense de la Comisaría General de la Policía Científica: dos centenares de trozos de huesos de tamaño muy pequeño y nueve dientes, cuyo estado, debido a la combustión, impiden averiguar cómo se produjo la muerte o determinar el sexo.
Ante la contradicción del primer informe policial y el de Etxeberria, el ministro desveló que la Policía encargó un tercer estudio a José María Bermúdez de Castro, "uno de los mejores expertos del mundo en antropología dental". El científico aportó sus conclusiones el pasado día 22, con "grandes coincidencias" con el doctor Etxeberria. Los huesos se identifican, al menos, con los de un ser humano inmaduro de 6,22 años, precisamente la edad de la pequeña Ruth. El estudio tiene un margen de error de 43 días. El experto coincidió, además, en que la temperatura que alcanzó la hoguera se situó entre los 650 y los 800 grados, a lo que pudo contribuir -repitió el ministro- la utilización de una placa metálica.
Este tercer informe sirvió para despejar dudas: son informes "básicamente coincidentes entre sí, aunque no idénticos, y contradictorios con el primero", dijo Fernández Díaz, que este lunes por la mañana habló por teléfono con el juez instructor. Rodríguez Lainz ha ordenado nuevas diligencias para averiguar "la verdad de lo sucedido", dijo el ministro. Desde el pasado noviembre, los agentes de la UDEV han realizado "múltiples, muy intensas y muy variadas investigaciones", dijo Fernández Díaz, que aludió al rastreo del móvil de Bretón. Gracias a ello se obtuvo un número de teléfono de una empresa estadounidense de adopción de niños al que el imputado llamó en varias ocasiones. Estas líneas, sin embargo, no llegaron a aclarar el caso, lo que llevó a los agentes al punto de partida de la investigación: la hoguera que los agentes descubrieron la misma noche en que Bretón denunció la desaparición de sus hijos.
El ministro añadió que la filtración de los nuevos informes ha tenido lugar mientras la causa estaba bajo secreto de sumario, lo que "ha provocado el malestar de los investigadores puesto que puede perjudicar al caso". Fernández Díaz concluyó que el objetivo ahora es "aclarar las contradicciones pertinentes" con el fin de poner el punto y final a un caso "dramático" que -reconoció- "ha causado alarma social".
Francisco Etxeberria ha trabajado en procesos de identificación de algunos de los casos con más recorrido mediático de las últimas dos décadas. Profesor titular de Medicina legal en la Universidad del País Vasco y subdirector del Instituto Vasco de Criminología, el autor del informe de la acusación particular participó en la identificación de los restos de Lasa y Zabala, los dos jóvenes vascos secuestrados y torturados por los GAL, en 1995; en la comisión de derechos humanos que estudió los crímenes de Pinochet, y ha contribuido a la identificación de restos hallados en fosas comunes del franquismo. Su solvencia respalda su participación en un nuevo caso de máximo interés como de la desaparición de Ruth y José.
José María Bermúdez de Castro es codirector de los conocidos yacimientos del pleistoceno de Atapuerca. Reconocido con el Premio Príncipe Asturias de Investigación Científica y Técnica (1997 por sus actividades en el yacimiento burgalés, Bermúdez de Castro ha realizado el contrainforme de la Policía que también certifica, con una exactitud escalofriante, que los restos de huesos serían de los niños. Su dilatada carrera -sería imposible reflejar en este espacio todo el listado de premios y reconocimientos de su carrera profesional- ofrece la credibilidad propia de quien está acostumbrado a examinar restos óseos de hace miles de años, por eso dirige el Centro Nacional sobre la Evolución Humana.
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