Perfil: Pizarro, el 'fontanero' más leal de Chaves
Pizarro fue clave para combatir la 'pinza', mantener ocho años de pacto con el PA y cerrar el cobro de la deuda histórica
Fue el pasado 27 de febrero, víspera del Día de Andalucía. En el Palacio de Congresos de Cádiz, en un acto público del PSOE en el que también tomaron la palabra Alfredo Pérez Rubalcaba y Francisco González Cabaña, el siempre tranquilo Luis Pizarro subió al escenario y dejó a todos con la boca abierta. Nada de mesura, nada de palabras bonitas y nada de recomendaciones a la militancia. Aquel día Pizarro optó por una arenga sin contemplaciones y por un ataque por tierra, mar y aire contra su adversario de toda la vida: la derecha. Tanto sorprendió en su intervención que el propio Cabaña le preguntó luego en voz alta: "¿Qué has desayunado hoy, Luis?".
Este cambio inesperado sorprendió aún más porque vino a producirse justo cuando Luis Pizarro, el último reducto del histórico clan de Alcalá, carecía por primera vez en muchas décadas de cargo orgánico de relevancia en el PSOE andaluz.
Nacido en Alcalá de los Gazules hace 63 años, Luis Pizarro entró en política activa en 1979, cuando obtuvo su acta como concejal en el Ayuntamiento de Cádiz tras las primeras municipales. Después de un enfrentamiento con el entonces alcalde, Carlos Díaz, el partido le buscó una salida en 1986 en unos de los puestos de salida de la candidatura socialista a las elecciones andaluzas de aquel año. Fue ahí donde se inició una carrera fulgurante en la que se haría un nombre en el organigrama del PSOE andaluz, en especial desde que en 1994 entrara con en la dirección regional del partido, primero como secretario de Organización y luego como vicesecretario general siempre a la sombra de su amigo Manuel Chaves.
Perfecto conocedor de las entrañas del socialismo andaluz tras 25 años de parlamentario autonómico, Pizarro fue uno de los principales artífices de que sus siglas de toda la vida lograran superar los años de la famosa pinza entre el PP e IU (1994-1996) para luego dar estabilidad a un pacto con el PA en la Junta que se prolongó durante ocho años.
Estos logros internos le llevaron en el año 2000 -siempre junto a Chaves- a cruzar Despeñaperros para liderar la gestora federal constituida tras la dimisión de Joaquín Almunia como secretario general después de la debacle socialista en aquellas elecciones generales. Desde este puesto oscuro pero eficaz, ambos prepararon con éxito el famoso congreso en el que un desconocido José Luis Rodríguez Zapatero se convirtió en el nuevo líder del PSOE.
La carrera política de Pizarro vivió su momento más triste a finales de 2006 con la inesperada desaparición del otro referente indiscutible del clan de Alcalá, Alfonso Perales, que más que su primo era su compañero del alma. Si uno (Luis) era el cerebro de este embrión del socialismo gaditano y andaluz, el otro (Alfonso) era la cara. Y con su pérdida, Pizarro se replanteó su trayectoria. Tanto que en 2008 aceptó el enésimo ofrecimiento de Chaves para entrar en el Gobierno andaluz, accediendo a liderar la Consejería de Gobernación. Desde este puesto resultó imprescindible para cerrar el cobro de la deuda histórica de Andalucía por parte del Estado y, también, para preparar la sucesión de Chaves por Griñán.
Hace escasos meses, en un Foro del Grupo Joly, a Pizarro le preguntaron desde el público: "¿Qué quiere ser usted de mayor?". "Quiero ser consejero de Gobernación hasta 2012 y luego disfrutar de mi familia, de mis amigos y de mi pueblo", contestó. Lo primero ya no será viable, después de que ayer se produjera lo imposible: que Pizarro presentara su dimisión aun a sabiendas de que ello abriría una crisis sin precedentes en un partido al que ha dedicado más de la mitad de su vida. Pero su segundo deseo empezará a ser una realidad desde ya porque, aunque mantendrá su escaño de parlamentario andaluz, ahora tendrá más tiempo libre para su caza, su pesca, su mujer, sus dos hijos y, sobre todo, su nieta.
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