Los andaluces son los españoles que más aumentaron el desperdicio de fruta y embutido durante la pandemia

Alimentación

Crece el número de platos de potaje y cocido en los contenedores

La compra de comida creció en la región menos que en el resto del país en los encierros

Dos personas pasan por delante de dos contenedores en El Puerto. / Julio González
Miguel Lasida

23 de agosto 2022 - 06:00

Los españoles han estado tirando a la basura más platos de comida durante la pandemia. No es de extrañar, teniendo en cuenta la mayor permanencia en casa de las familias durante los periodos de encierro de los últimos años. Mayores estancias en el hogar han exigido mayores desafíos en casa: hay estudios que apuntan a cálculos imprecisos a la hora de cocinar las raciones o, en general, al cambio de hábitos provocados por el teletrabajo.

El volumen de platos cocinados y elaborados que acabó en la basura creció en España de modo notable durante los años del Covid-19, siendo Andalucía la segunda región con un mayor aumento tras la región catalano-aragonesa. La cantidad de comida no elaborada en los vertederos, sin embargo, se redujo en España, no así en Andalucía, que con un alza del 3,4% de fruta, verdura, embutido o lácteo en buen estado que ha acabado en los contenedores, ha sido el más sobresaliente de España.

Los datos corresponden al informe del Ministerio de Agricultura Desperdicio doméstico de alimentos en España, que pretende conocer los cambios producidos en la basura en relación al cambio experimentado entre otoño de 2020 e invierno de 2021. Los principales resultados del estudio indican, de un lado, que la pandemia acarreó un aumento del consumo y que fue más acusado en aquellas familias que habían pasado más tiempo fuera del hogar antes de la pandemia y entre clases acomodadas.

El confinamiento, concluye el estudio, conllevó también un aumento del desperdicio, rompiendo la tendencia a la baja registrada en 2019. Andalucía, cuyo consumo se incrementó un 6,1% en la pandemia –por un alza del 6,4% en España–, registró un aumento tanto de platos cocinados como de producto no elaborado en la basura, la única región de España con sendos incrementos junto a la que el Ministerio de Agricultura denomina Noroeste.

Los andaluces se han convertido en unos expertos durante la pandemia, expertos en tirar fruta y embutido en buen estado. También lo han sido en el ejercicio de deshacerse de platos de potaje y de cocido –el aumento ha sido del 17% en el periodo analizado–, así como de los arroces, guisos de verdura y la pasta. (El análisis no distingue entre platos en la basura llegados desde la nevera o desde la mesa del comedor.) Sólo los guisos de patatas, indica el estudio, han visto reducidos sus cuotas en los vertederos andaluces.

Causas del desecho de comida en buen estado

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hay dos causas fundamentales por las que se tira a la basura comida en buen estado. Los productos frescos, como la fruta y la verdura, se tiran por estética, porque la apariencia se aleja de lo considerado óptimo, es decir, esas mandarinas con magulladuras o esos peros con formas extrañas. También suelen descartarse los embutidos y los yogures cuya fecha de consumo preferente está cerca o está ya sobrepasada. No obstante, explica la FAO, los alimentos siguen siendo comestibles. Aparte, a los establecimientos dedicados a la venta de comida no se les caen los anillos por desechar comida que sobra al final de la jornada.

El desperdicio alimentario tiene unos efectos negativos en la biodiversidad del planeta. Cuando se tiran alimentos a la basura, se desaprovechan todos los recursos que se utilizaron para su producción –como el agua, la tierra o la energía–. Evitar este derroche, señala la organización ecologista WWF, supondría una mejora en aspectos como el ahorro de 250 billones de litros de agua si no malgastásemos un tercio de la comida en el mundo. Además, para eliminar los alimentos después de llegar a los vertederos es necesario el empleo de una gran cantidad de energía y, por tanto, la emisión de grandes emisiones de gases de efecto invernadero. Según la ONU, entre el 8% y el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo están asociadas a los alimentos que no se consumen. El agua y la energía, tan urgentes en estos días.

Consejos para no desperdiciar el alimento

Hay asociaciones que elaboran listas de consejos para no tirar basura. Entre las recomendaciones constan la compra exclusivamente necesaria, la planificación de las comidas semanales, evitar las compras impulsivas en el supermercado, no caer en la estética de desechar frutas y hortalizas feas, comerse las sobras o aprender a leer las etiquetas y saber la diferencia entre fecha de caducidad y consumo preferente. El mismo sentido común de siempre.

Una ley para frenar el desperdicio en enero de 2023

El Consejo de Ministros aprobó antes del verano el proyecto de ley para prevenir las pérdidas y el desperdicio alimentario, cuya entrada en vigor está prevista para enero de 2023 y cuyo objetivo principal es reducir el desperdicio de alimentos y favorecer su aprovechamiento. La nueva normativa forzará a los agentes de la cadena alimentaria a elaborar un plan para evitar el desperdicio de comida. La norma contempla sanciones de hasta 60.000 euros para bares, restaurantes o supermercados que no cumplan. El país europeo pionero en poner en marcha una normativa contra el desperdicio fue Francia, que en 2016 aprobó la ley Garot, cuyo texto prohíbe la destrucción o el deterioro de alimentos todavía consumibles. Entre otras cosas, la ley francesa establece que los supermercados de más de 400 metros cuadrados deben donar sus excedentes en buen estado a bancos de alimentos autorizados o asociaciones para su distribución.

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