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Un helado de tres chocolates para la primera dama

Michelle Obama antes de entrar en la Capilla Real. En el recuadro, agentes inspeccionan las tuberías bajo la Gran Vía.
Elena Llompart

06 de agosto 2010 - 01:00

Las propietarias de la popular heladería granadina Los Italianos no acababan de creerse que la primera dama de Estados Unidos iba a visitarles antes de recalar en la Capilla Real, Paola empezó a tomárselo en serio cuando, sin previo aviso, varios trabajadores de Inagra comenzaron a limpiar el escalón de acceso al local desde la Gran Vía por la mañana, ensuciado por los ya clásicos chicles. Por fin, las empleadas del local lo consideraron un hecho cuando varios agentes de seguridad vestidos de paisanos, muy a la americana, inspeccionaban discretamente los recovecos de la heladería.

Michelle Obama y su hija menor, Sasha, tenían planeado tomarse un helado en cuanto pisaran suelo granadino, a eso de las 14.30 horas, y así constaba en su agenda privada. "Menos mal que tenemos la carta de helados traducida al inglés", comentaba Paola minutos antes de la ilustre visita. o más". Poco a poco cientos de personas comenzaban a agolparse a las puertas de la Capilla Real y de la heladería. Entre ellos, decenas y decenas de agentes policiales, muchos de ellos vestidos de paisano, así como personal de seguridad de la embajada americana en España. Ni siquiera los peatones podían acercarse a más de 200 metros.

Curiosos y periodistas de medio mundo tomaban sus posiciones para captar la mejor visión posible de la esposa del hombre más influyente del mundo. A las 14.45 los nueve vehículos procedentes de la localidad malagueña de Benahavís hicieron su aparición estelar. Unas 16 personas se bajaron de los coches en la puerta de la heladería, donde quedaron aparcados durante hora y media.

Con una coleta, culottes negros y un vestido estampado en tonos verdes y rojos, Michelle salió del coche y entró en Los Italianos junto a casi una veintena de personas: ocho amigos y familiares, varias pequeñas y su hija Sasha y personal de protocolo y seguridad. Fue visto y no visto, pero una vez dentro del local, donde permanecieron alrededor de 20 minutos, la esposa del presidente de los Estados Unidos fue "encantadora", "muy cariñosa" y "atenta". Así lo relataban las empleadas del popular establecimiento. Michelle Obama optó por probar un cucurucho de helado de tres chocolates: trufa, gianduia y chocolate negro, mientras que Sasha degustó un helado de straciatella. En dos ocasiones entró en el servicio la primera dama, siempre muy vigilada por el personal de seguridad. Tras el refrigerio (40 grados en la calle), el séquito cruzó la Gran Vía para iniciar su visita a la Capilla Real, donde contemplaron las tumbas de los Reyes Católicos, así como la Catedral, de donde salieron en dirección a la Cueva de la Rocío, en el Sacromonte, pasadas las 16.30. Michelle y Sasha firmaron en el libro de honor de la capilla, tras contemplar asombradas los monumentos.

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