Los creadores de 'Handia' recrean la vida de un 'topo' andaluz en 'La trinchera infinita'
67 FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN
Los malagueños Antonio de la Torre y Belén Cuesta encarnan al matrimonio condenado a ocultarse tras la Guerra Civil en esta "alegoría sobre el miedo"
San Sebastián/Los directores vascos de Handia y Loreak, Jon Garaño, Josemari Goenaga y Aitor Arregi, salen de su "zona de confort" en La trinchera infinita, una cinta minuciosa y emotiva donde recrean la vida entera de un "topo" andaluz escondido tras la Guerra Civil, en una "alegoría sobre el miedo" que también es una historia de amor.
"Si Higinio está escondido es por miedo, todos tenemos miedo a algo: a dar el paso, a dejar el trabajo, a salir del armario", explica Garaño en una rueda de prensa en la que Arregi precisa que siempre quisieron crear "un diálogo entre el pasado y el presente" y que el espectador de hoy "vea que las ropas cambian, pero las inquietudes humanas son siempre las mismas".
Reunidos en la sala de prensa del Kursaal ante una multitud de periodistas que les recibieron con aplausos, los equipos vasco y andaluz responsables de La trinchera infinita coincidieron al destacar el trabajo de los actores principales, Belén Cuesta y Antonio de la Torre, precisos en el tratamiento de los acentos hasta el "mimo", según ha valorado el productor andaluz Olmo Figueredo.
"Era uno de los miedos que teníamos", ha señalado Cuesta, enorme en su papel de Rosa, la mujer que por amor "hace el recorrido que hacen: sufre, tiene miedo, cuida, lucha, envejece, es madre", explica la malagueña, quien cree haber hecho uno de los papeles más importantes de su vida. "Queríamos honestidad y verdad, fundamentales para contar la historia", ha añadido la actriz.
En ese sentido, De la Torre ha contado que buscaron "asesores" de los pueblos y pactaron las expresiones, porque tampoco era lo mismo el andaluz de los años 30 que el de hoy. "Es la herencia de nuestros padres, de nuestros pueblos. Les podemos decir a los milenials que venimos de ahí", ha bromeado el actor ante la pregunta de cómo explicar a los jóvenes por qué alguien opta por encerrarse en vida.
El actor, que ya revivió en La noche de 12 años el encarcelamiento del expresidente uruguayo José Mujica, ha señalado que luchó contra la claustrofobia "buscando en las tripas: no hay fórmula para actuar eso", ha dicho.
El malagueño es Higinio, un republicano que acaba de casarse con Rosa (Cuesta) cuando estalla la Guerra Civil y la vida de él pasa a estar seriamente amenazada. Con la ayuda de su familia, decide utilizar un agujero cavado en su propia casa como escondite provisional. Pero las cosas se complican, Franco gana la guerra y el miedo a una muerte segura, además del amor que sienten el uno por el otro, les condena a un encierro que durará más de 30 años, hasta la muerte del dictador.
Esta historia no es verídica, como ocurre con la cinta de animación 30 años de oscuridad que Manuel H. Martin hizo en 2012 sobre Manuel Cortés, el último alcalde republicano de Mijas (Málaga), que inspiró a los vascos para rodar La trinchera infinita, porque prefirieron no sujetarse a esa "servidumbre".
Los directores, que se repartieron el trabajo por etapas y misiones -algo que les funciona desde hace 20 años "por friqui que suene", ha dicho Arregi-, usaron el punto de vista de Higinio que "no ve todo, no escucha todo, y no confía en que su familia no le oculte cosas", para contar la historia. Al principio, con "cortes bruscos, cámara muy al hombro" para "transmitir la ansiedad de no saber qué está pasando fuera", luego más tranquilo, al tiempo que se tranquilizan ellos.
A destacar igualmente el trabajo de maquillaje del equipo de Yolanda Pina, una auténtica "tortura" para De la Torre. Porque la cinta avanza esos treinta años con los actores, que envejecen, engordan, enloquecen a ratos y se resignan, otros. "El planteamiento era no salirnos de ese encierro y ver esos 30 años en la historia de un matrimonio y también de un país. Ver cómo el miedo condiciona sus vidas", resume Goenaga.
Sin olvidar, concluye, que "lo político se mantiene como contexto; está desde lo mas llano, desde cómo podía vivir un matrimonio un pueblito andaluz, acercándonos a ello desde una forma muy doméstica, no se habla de lo jodidos que estamos con Franco, sino que se oye en su voz. Era hacer un acercamiento humano sin dar la espalda a la realidad que están viviendo".
La película, que compite en la Sección Oficial del Zinemaldia, se estrena el próximo 31 de octubre.
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