"Una epidemia de difteria es casi inevitable aquí. Stop"

Desafío Ártico 2020

Desafío Ártico, la expedición que dirige el malagueño Manuel Calvo ha completado 150 kilómetros en Alaska y planea llegar hoy sábado al punto en el que el naturalista español Félix Rodríguez de la Fuente perdió la vida

La historia que llevó allí la expedición del 'Hombre y la Tierra' tiene que ver con una epidemia.

Alaska y Norte, canes malagueños que están cruzando Alaska. / M. G.
Adriano Espinal

14 de marzo 2020 - 20:03

Málaga/"Una epidemia de difteria es casi inevitable aquí. Stop. Necesito urgentemente un millón de unidades de antitoxina para la difteria. Stop. El correo es la única vía de transporte. Stop. Ya he solicitado la antitoxina al Comisionado de Salud. Stop. Hay alrededor de 3000 nativos blancos en el distrito. Stop". Nome, extremo oeste de Alaska, Mar de Bering, 22 de enero de 1925. Cuando el doctor Welch y las autoridades de la localidad de Nome enviaron este telegrama al gobierno central de los Estados Unidos, ya habían muerto varios niños de difteria, la ciudad estaba en cuarentena y la enfermedad se extendía por los arrabales, en las viviendas de los inui. Aislados por el hielo, con el Mar de Bering congelado y una serie de tormentas que mantenía el termómetro entre los 30 y los 40 bajo cero, Welch sabía que estaba ante un episodio que podía acabar con casi toda la población antes de extenderse por la región. La difteria había sido una de las causas más comunes de muerte entre los niños del siglo XIX y aunque en esa época se conocía bien el suero para frenarla y se trabajaba en una vacuna eficaz que pudiera extenderse por todo el orbe, aún paraba el corazón de padres y abuelos: casi todos habían enterrado a alguien por difteria en los últimos lustros.

Las autoridades sanitarias de Estados Unidos reunieron las dosis en Seattle, buscaron pilotos capaces de llegar a Nome pero no era posible, las tormentas convertían en suicida cualquier viaje y era posible que se tardase en torno a un mes en llegar a Nome. El caso saltó a la prensa, años 20, siglo XX, Estados Unidos. En Anchorage, Alaska, aparecieron 300.000 dosis. Así que cinco días después del comunicado llegaban en tren hasta el pueblo de Nenana unos cilindros metálicos de más de nueve kilos con la antitoxina. Sólo faltaban casi 1100 kilómetros hasta llegar a Nome, sin avión, trenes ni caminos. Las autoridades apostaron por la aventura: los mushers llevarían el suero como hacían con el correo. Un musher es el conductor de un trineo tirado por perros. Se establecieron postas para rebajar las tres semanas que se solía tardar y el mismo día 27, 11 perros tiraban del trineo que arracaba un viaje hacia la costa de Alaska sin billete de vuelta, sin luz y sin bajar de los 30 grados bajo cero: invierno a un suspiro del círculo polar ártico. 20 relevos, a veces sobre el mar helado, cinco días y varios accidentes después, el doctor Welch tenía el suero con el que contener la epidemia hasta que llegasen refuerzos.

Los laureles de la hazaña no alcanzaron a los mushers locales que hicieron la mayoría del recorrido pero no eran del todo blancos. Balto, el perro que guió el último relevo, tiene una estatua en el neoyorquino Central Park y se conserva disecado. Como otros de los que participaron en el transporte hizo giras ante el público norteamericano. El tema fue seguido por los medios de la época y amplificado durante años, sirvió para darle una segunda juventud a las historias de hombres salvajes y naturaleza que crecían en el primer cuarto del siglo pasado: Colmillo Blanco, La llamada de la selva...Esas mismas que junto a los westerns se vendían con portadas de colores en la España en blanco y negro de la segunda mitad del siglo XX. La carrera de postas aún hoy sigue viva. Se llama Iditarod, se disputa en estos días, está cercana a concluir y completa los 1752 kilómetros entre Anchorage y Nome. Ahora hay veterinarios al final de cada jornada, transporte para los perros que no pueden seguir y un seguimiento exaustivo de la prueba. El año pasado tardaron nueve días, 12 horas, nueve minutos y dos segundos en completarla. "Tienes que fiarte de los perros, ellos son los que ganan", decía el musher que llegó primero. Ese mantra lleva vigente siglos con canes que están más cercanos al lobo de lo que parece.

En 1980 había criadores preocupados por los genes recesivos en dichos perros. La carrera se celebrara como cada año y se esperaba que el 15 de marzo, el primer musher llegara a Nome. Sonny Lindner había quedado tercero en la edición anterior, y había sido el novato del año en el 1978. Lindner era de los pocos no nacidos en Alaska que podía ganar, 20 kilómetros después del control en el pueblo de Sahktoolik, Lindner vio humo, era una avioneta accidentada. El musher dejó la carrera y fue a socorrer el accidente. Sólo pudo ayudar a sacar cuatro cadáveres del aeroplano. Abandonó la prueba, y como Teodoro Roa, Alerto Huéscar, Warren Dodson y Félix Rodríguez de la Fuente, él no llegaría a Nome.

Hubo un tiempo en el que RTVE tenía la paciencia, los medios y el brillante personal para competir con la BBC. De verdad. Ahí envejece majestuosamente la obra del naturalista Rodríguez de la Fuente que, ensimismado desde niño con novelas como colmillo blanco, completaba otra entrega de su serie 'El hombre y la tierra' buscando comprender a los parientes más cercanos del lobo en una cita como Iditarod. Su pérdida marcó varias generaciones en un país donde los animales y el ecologismo estaban en los últimos niveles de importancia. Cuarenta años después, Norte y Alaska han dejado atrás dos días de tormenta para salir desde Sahktoolik hasta el lugar del accidente para conmemorar el trágico suceso.

Alaska y Norte son dos Alaskan malamuten de dos años y medio que se han entrenado en Málaga y completan 150 kilómetros de recorrido en una iniciativa educativa puesta en marcha por Tiendanimal y Royal Canin que pretende estudiar y concienciar sobre la repercusión de los cánidos en la vida humana. La expedición capitaneada por Manuel Calvo y el cámara José Manuel Naranjo no se ha topado con la difteria pero sí con el coronavirus. El viernes, antes de decidir si partían desde Sahktoolik al lugar del accidente tenían previsto un acto en el colegio local en el que dejar libros de la hija de Rodríguez de la Fuente y explicar un poco su legado, pero no pudieron entrar. A pesar de llevar más de una semana en Alaska, las medidas para evitar el contagio del coronavirus impiden que extranjeros entren en el colegio. Mala pata antes de encarar los 20 últimos kilómetros de la travesía.

"Los perros son unos héroes. No tuvimos contratiempos, sólo algunas congelaciones en mis manos y pies, pero nada grave", reconoce Manuel Calvo que ha dormido junto a Naranjo en una tienda cuyo interior marcaba 35 grados bajo cero en las últimas noches. Con 12 horas de sol, tan cerca del polo, las tormentas y los vientos le dan a los expedicionarios temperaturas que bajan de los 40 bajo cero. La vida contra lo inhóspito. "El hornillo con el que nos calentamos y derretimos nieve para beber hay que apagarlo por seguridad. Pero es curioso, duermes más, entras como en un estado de letargo". La aventura de Alaska, Norte, Calvo y Naranjo está dentro de las actividades de la asociación MaratonDog y permanecerá en Alaska hasta el 17 de marzo. Expandir la importancia, el conocimiento y el respeto por los animales es su intención. La historia sigue.

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