Efectividad mal anulada (0-0)
Málaga - sevilla · la crónica
El Málaga fue superior a un Sevilla ramplón y dejó buenas sensaciones en su estreno. Los de Gracia remataron hasta en 23 ocasiones sin suerte. El postrero gol de Charles fue legal.
Después de un largo verano, se echaba de menos el fútbol, aunque el deporte rey también viene acompañado de cierta dosis de polémica que ayer privó al Málaga de sumar los tres primeros puntos del campeonato. Con el equipo volcado en el área sevillista tras la expulsión de N'Zonzi, Juan Carlos aprovechó un balón suelto en el área para regalarle el gol a Charles. El brasileño lo llevaba buscando con ahínco desde el minuto uno. Derrochó ganas y compromiso y empujó esa pelota a la red en posición ajustadísima pero legal, tal y como confirmaron rápidamente las nuevas tecnologías, las mismas de las que sigue huyendo el fútbol. El partido moría y el tanto habría sido la guinda a un gran estreno del conjunto blanquiazul.
Porque el derbi tuvo de todo menos lo más importante, goles. En un partido que llegaba marcado por la inseguridad defensiva que arrastraban ambos conjuntos, el choque acabó sin que las dos delanteras, sobradamente prolíficas en pretemporada, lograran materializar una sola ocasión. Sí lo logró el Málaga, pero el banderín del asistente dejó a Charles sin el premio de convertirse en el primer goleador de esta Liga. Eso sí, con 23 remates a cuestas, el cuadro blanquiazul cojeó donde menos se esperaba, en su efectividad.
Y eso que Gracia apostó por su tridente de gala. Charles-Cop-Amrabat. Dejó a Duda en el banquillo y tiró de Horta. Verticalidad para intentar hacer daño entre líneas a un Sevilla bien plantado, aunque menos mordaz de lo esperado. Pero no hubo manera. El choque murió en área sevillista, con el mismo equipo que estuvo a punto de hacer claudicar al Barcelona encerrado en torno a Beto y con Coke salvando un taconazo sublime de Charles bajo la línea en el alargue.
Los de Gracia supieron maniatar al Sevilla, aunque en el tanteo inicial permitieron tres ocasiones claras a un Gameiro que demostró no ser Bacca. El francés perdonó y el conjunto local empezó a tomar el mando del centro del campo. El despliegue físico de Darder, que acabó extenuado, y Tissone estuvo a la altura del de un N'Zonzi que acabó desquiciado por Amrabat y expulsado. Debut para olvidar del flamante fichaje hispalense, que se ganó sus dos amarillas en sendas acciones con el internacional marroquí. Cada cual más innecesaria que la anterior y que estuvo a punto de costarle el partido a los suyos.
Con superioridad numérica y sin ella, se vio muy cómodos a los de Gracia en todo momento. Incluso defendiendo las acciones a balón parado, rémora ya olvidada, donde se permitieron el lujo de tirar el fuera de juego secando así el poderío aéreo de los sevillistas. El liderazgo de Albentosa, que se atrevió a sacar el balón y pisar terreno de juego rival, confiere al equipo una solidez defensiva de la que no gozó en algunos momentos del pasado curso.
Rosales y Boka eran puñales que pinchaban por dentro y por fuera. Mejor el marfileño, que se vistió de Marcelo con varias arrancadas hacia el área que rozaron el gol. La última de ellas acabó en el tanto anulado a Charles.
Se sintió tan bien este nuevo Málaga sobre un terreno de juego irregular que no temió aceptarle la apuesta del ida y vuelta a un Sevilla con una pegada endiablada. Las acometidas de Vitolo eran respondidas por Amrabat, los pases de Banega no envidiaban a los de un Tissone que por momentos asumió acciones que no acostumbra a dominar. Filtró una entre líneas que casi aprovecha Cop para abrir el marcador. Gameiro y Charles combatieron como iguales en áreas contrarias. Hasta el punto de que nada hizo demostrar ayer que el Sevilla sea un equipo de Champions y el Málaga un plantel destinado a lograr la permanencia y soñar remotamente con algo más.
El goteo siempre peligroso de los de Emery disminuyó tras la expulsión de N'Zonzi. El técnico vasco se protegió con Mariano en el lateral, para devolver a Krychowiak a la medular y colocar a Coke como pareja de Rami. Ese pasito atrás lo aprovechó el Málaga para ganar terreno y jugar los últimos diez minutos en territorio visitante. La Rosaleda, que vistió sus mejores galas para el estreno, se olía un desenlace positivo. El ambiente presagiaba goles. Se podía respirar el miedo de Emery en cada ataque blanquiazul. El vasco vivió intensamente los últimos instantes del encuentro, sin parar en la zona mixta y corrigiendo constantemente a los suyos.
Boka, Amrabat, Juan Carlos, Charles... Las ocasiones se sucedían. Tres saques de esquina consecutivos y varios disparos al limbo. Con el tanque en reserva, el Málaga fue capaz de apretar, sin conceder ni una sola contra.
La rabia que dejó el gol anulado y el consecuente empate, irá tornando en tranquilidad cuando todo repose. Gracia lo ha vuelto a hacer. El equipo compite y promete dar mucha guerra. Faltó el gol que sobró en pretemporada. 23 remates mediante, el Málaga fue capaz de generar ocasiones de sobra para haber ganado. Quizá el delantero extra que le gustaría traer a Husillos no era un capricho del argentino. Aun así, el 0-0 deja más tintes positivos que negativos. Con mucha prudencia, pero tienen permiso para ilusionarse.
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